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La leyenda detrás de la medicina tradicional china

Source:China Hoy Author:QIU XINNIAN*
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Me intereso en la medicina tradicional china. Nací en el campo, donde no existía otra manera de asistencia médica. De muy joven empecé a leer libros básicos sobre medicina china. Me generaron muchas curiosidades. Por ejemplo: ¿cómo así nuestros ancestros llegaron a saber las propiedades y características de tantas plantas y hierbas medicinales? Les pregunté a varios médicos y me hablaron de Shennong. Es que detrás de algo bueno suele haber una hermosa leyenda.

 

Shennong fue uno de los cinco emperadores legendarios de la China antigua. Supuestamente vivió hace unos 5000 años y su nombre significa “El agricultor divino”, ya que, según la tradición, fue el primer labrador de la historia. Les enseñó a los antiguos chinos a cultivar la tierra y probó muchísimas sustancias, tanto de hierbas, plantas, animales y minerales, a fin de identificar sus propiedades terapéuticas o venenosas. Se dice que Shennong era un hombre muy singular, pues sus órganos y vísceras eran visibles. De hecho, se veía claramente cómo se movían y a qué parte de su cuerpo se dirigía todo lo ingerido.
 

 

El gran objetivo de Shennong

 

Por aquel entonces, todas las plantas crecían juntas, como en un gran matorral. La gente no sabía cuáles eran comestibles y cuáles no, por lo que muchos morían envenenados. Las personas sufrían de hambre y enfermedades, lo que le causaba un profundo dolor a Shennong, quien quería salvar a sus súbditos. ¿Cómo hacerlo?, pensaba y pensaba. Un día, Shennong salió del palacio con dos grandes bolsas, una colgada de su hombro izquierdo y otra del derecho. Cada vez que encontraba una hierba la probaba para así conocer su sabor, cómo se movía dentro de su vientre, a qué órgano entraba y si era saludable o venenosa. Las hierbas que sabían bien las ponía en su bolsa izquierda y serían para los seres humanos, mientras que las que sabían mal las ponía en su bolsa derecha y serían medicinales. Una vez probó las hojas tiernas de un arbusto, las cuales le resultaron un poco amargas pero sabrosas, y vio que subían y bajaban entre sus órganos e intestinos, parecía que estaban chequeándolos y limpiándolos. Luego se sintió muy reconfortado. Fue así como puso esas hojas en su bolsa izquierda. Como “chequear” se pronuncia cha en chino, así fue como denominó a esas hojas. Se trataba de las hojas de té que aún hoy bebemos. Por eso “té” en chino se pronuncia cha.

 

En otra ocasión, Shennong probó una flor verdosa de una planta, la cual le resultó muy amarga y ácida, y subía y bajaba en su vientre chocando contra sus entrañas, para luego bajar hasta sus rodillas, las cuales le dolían mucho. De hecho, sus rodillas se hincharon como las de un buey. Aquella flor la puso en su bolsa derecha y la llamó niu xi (牛膝), que quiere decir “rodilla de buey” (su nombre en español es aquiranta y en latín, Achyranthis bidentatae).

 

Así sucesivamente fue andando y probando día tras día, mes tras mes y año tras año. Shennong probó todas las hierbas y plantas que encontraba. A partir de entonces, las plantas que servían de alimento se distinguieron de aquellas medicinales. Shennong clasificó las plantas medicinales por sus cinco sabores (dulce, picante, salado, amargo y ácido) y las dividió en tres clases según sus propiedades (tonificantes, terapéuticas y venenosas).

 

Shennong corrió muchos peligros, además de los ataques de animales y serpientes. Se intoxicaba varias veces al día, aunque, menos mal, siempre encontraba hierbas desintoxicantes, entre las cuales figuraba el té. Sin embargo, un día vio una hierba con pequeñas flores amarillas, tan hermosas que parecía que le pestañeaban. Las puso en su boca y se las comió. Enseguida, sus intestinos se volvieron negros y quedaron destrozados. No le dio tiempo ni de sacar un antídoto, por lo que murió envenenado. La gente le puso a esa hierba el nombre de duan chang cao (断肠草), es decir “rompeintestinos” (su nombre en latín es Gelsemium elegans).

 

Así fue como Shennong se sacrificó para salvar a su pueblo, y la gente no se olvidó de ello, por lo que respetuosamente comenzó a llamarlo “el rey de la medicina”.  

 

 

Shennong Jia

 

Shennong ofreció su vida para salvar a su pueblo. Por este motivo, la gente le puso su nombre a los lugares monumentales donde Shennong había realizado sus hazañas. De todos ellos, Shennong Jia es el lugar más famoso. Situado en el sur de China, Shennong Jia es una región forestal y montañosa. Se trata de una reserva natural del país.

 

Shennong pensaba que en las entrañas de las grandes montañas habría más plantas alimenticias y hierbas medicinales. Acompañado por unos fieles vasallos, se dirigió hacia la montaña más alta situada en el noroeste de su reino. Muchos días pasaron y vieron montañas tras montañas, en cuyas cumbres había plantas frondosas y numerosas flores hermosas y aromáticas. Shennong se puso muy contento y se quedó observándolas ensimismadamente. De repente salieron muchos tigres y boas de entre árboles. Shennong mandó a sus vasallos a ahuyentarlos a latigazos. Fue como una batalla. Al final, los animales huyeron heridos por los látigos. Por eso –se dice– estos animales lucen hasta hoy amoratados y con rayas en todo su cuerpo.

 

Shennong y sus hombres entraron en un gran valle y llegaron al pie de una montaña muy alta y abrupta, imposible de subir. Los vasallos le recomendaron volver, sin embargo él se opuso. ¿Pero, cómo subir? Mientras pensaba en eso, vio a un mono bajando de la montaña por unos troncos colgados de unas trepadoras. “¡Ya lo tengo!”, se dijo. Enseguida mandó a su gente a cortar troncos y bejucos para armar andamios. Cada día hacían un piso. Trabajaron intensamente 365 días y armaron 365 pisos de andamios, como una gran escalera que llevaba directamente a la cumbre de la montaña. Cuando llegaron vieron que había de todo: flores de todos los colores, innumerables hierbas y plantas gramíneas. Shennong se llenó de alegría, las probó todas y encontró cereales y medicamentos para su pueblo.

 

Cuando Shennong y su gente quisieron bajar de la montaña, los andamios ya habían caído al suelo, los troncos y las trepadoras habían echado raíces y las hojas habían formado una inmensa selva. Preocupados porque no sabían cómo bajar de la montaña, llegaron del cielo unas cigüeñas, cada una con un bejuco largo y resistente en su pico. Una cigüeña era exactamente para una persona, por lo que cada uno de ellos agarró un bejuco y así bajaron de la montaña. A esta región el pueblo le puso el nombre de Shennong Jia que significa “andamios de Shennong”.

 

 
 
*Qiu Xinnian fue uno de los primeros estudiantes de español enviados por el Gobierno chino a Cuba. Posteriormente trabajó como diplomático en Cuba, Argentina, Perú, entre otros países hispanohablantes.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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