30 personas en Nanjing celebran, según rituales tradicionales, el Festival Qixi de 2017. VCG
El Festival Qixi, considerado el San Valentín chino, es conocido también como el “Festival para pedir habilidades” o el “Festival de las hijas”. La celebración se da en el séptimo día del séptimo mes lunar (el 7 de agosto este año). Con más de 2000 años de historia, se trata del festival tradicional más romántico de China.
Origen
Ya en la antigüedad, los chinos se mostraban muy interesados en los fenómenos astronómicos. A la gente le gustaba imaginar que cada estrella era un dios, el cual cumplía con su propio deber a fin de controlar todas las cosas y seres en el mundo. Según la leyenda, las hadas tejedoras que viven en la estrella “Vega” son ingeniosas y hábiles y pueden elaborar hermosos bordados como nubes. Durante la dinastía Han (206 a. C. -220), las mujeres comenzaron a rezar a “Vega” para pedirle mayores destrezas y un buen marido. Más aún, diversos poemas de las dinastías Tang y Song mencionan esta costumbre, la cual ha sido transmitida por generaciones.
En las dinastías Song (960-1279) y Yuan (1206-1368), la celebración del Festival Qixi era a lo grande, por lo que surgió un mercado en la entonces capital que vendía artículos relacionados. Los chinos comenzaban a adquirirlos desde el primer día del séptimo mes lunar, época en la que el mercado era muy concurrido. En la víspera del Festival Qixi, el mercado solía ser un mar de personas, cuyo ambiente bullicioso podía compararse con el de la Fiesta de la Primavera.
Más tarde, muchas costumbres del festival llegaron a Japón, la península de Corea y Vietnam, donde se formó un círculo cultural con influencias chinas. El 20 de mayo de 2006, el Festival Qixi fue incluido en la primera lista del Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
Leyenda
El hecho de que el Festival Qixi sea considerado el San Valentín chino se debe a una legendaria historia de amor: Niulang y Zhinv.
Cuenta la leyenda que había un boyero honesto llamado Niulang (Niu significa en chino “buey” y lang, “muchacho”), quien vivía con su hermano mayor y su cuñada. Sin embargo, debido al maltrato de ambos, el muchacho se vio obligado a dejar la casa con solo un viejo buey como compañía.
El buey era en realidad un antiguo dios que había sido expulsado a la Tierra en forma bovina. Sabía hablar como los seres humanos y un día llevó a Niulang a un lago donde las hadas tomaban un baño. Entre ellas estaba Zhinv, el hada más hermosa y una experta tejedora. Con la ayuda del buey, Niulang robó la ropa de Zhinv para que esta no pudiera regresar al cielo a tiempo. Conmovida por los verdaderos sentimientos de Niulang, el hada se quedó en la tierra. Los dos enamorados no tardaron en casarse. Tuvieron un hijo y una hija y llevaban una vida feliz. Muchos años después, el viejo buey, a punto de morir, les pidió que conservaran su piel para que la pudieran usar posteriormente.
La relación secreta entre la tejedora y el boyero había violado las reglas celestiales. Por ello, el Emperador Celestial de Jade envió a la Reina Madre para que se llevara a fuerzas a la muchacha tejedora. Niulang se puso la piel del buey y voló al cielo con sus hijos. Cuando estaba a punto de reunirse con su amada, la Reina Madre creó un río con sus horquillas de oro, a fin de separar eternamente a la pareja. Sin embargo, el boyero no se alejó y se quedó esperando a su amada en la orilla del río junto con sus hijos, mientras que el hada, al otro lado, lloraba incapaz de tejer algún bordado.
Mucho tiempo después, conmovida por los sentimientos de Niulang y Zhinv, la Reina Madre aceptó que ambos se reunieran solo en el séptimo día del séptimo mes lunar. Ese día, por la noche, las urracas de todo el mundo vuelan hacia el cielo y establecen en la Vía Láctea una especie de puente que permite el encuentro de los dos amantes. Antes del amanecer, las urracas tienen que irse volando, y Niulang y Zhinv se despiden. Luego el puente desaparece.