Liubin Lima caracteriza uno de sus personajes entre un grupo de niños. Foto cortesía del entrevistado
Si bien la llegada a China ha supuesto un giro de 180 grados para este intérprete de Cuba, también ha sido un desafío que lo ha llevado a explorar nuevos horizontes con el fin de ganarse el corazón y las sonrisas del público.
Creciendo entre artistas
Liubin Lima tiene una extensa formación en las artes plásticas y visuales, tras haber nacido en el seno de una familia de artistas que lo impulsó por este camino desde temprana edad. “Dicen que con esto se nace, pero evidentemente la familia juega un rol importante en el desarrollo de las habilidades”, confiesa. “Ellos, junto con algunos profesores, vieron [estas habilidades] en mí y me ayudaron a desarrollarme en lo que orgullosamente soy hoy en día”.
De hecho, por parte de su padre, Liubin Lima tiene parientes lejanos que son músicos, algunos de los cuales incluso forman parte de la primera línea de la música cubana. A la vez, por el lado de su madre, hay maestros y escritores con un amplio repertorio en el dibujo y la pintura, cuyas ilustraciones figuran en varios libros que han sido publicados. El cubano no tardó en volcarse él mismo en este mundo y durante siete años, estudió piano en una escuela elemental, mientras se dedicaba a la danza de manera simultánea y aprendía a dibujar de la mano de sus parientes. El teatro tocó finalmente su puerta en 1999, cuando Lima estaba en pleno periodo de adolescencia y, desde entonces, su rostro y su cuerpo se han cubierto de maquillaje y estrafalarios disfraces para dar vida a un extenso número de personajes.
Una adaptación de estilo
Aunque su nombre de pila quizá resuene a un nombre en mandarín, lo cierto es que para Liubin Lima, China ni siquiera figuraba dentro de su imaginario. “Lo veía como algo imposible y lejano”, admite. De hecho, cuenta que muchos de sus amigos y compañeros llegaron a China luego de ser seleccionados por agentes de reclutamiento para espectáculos de danza, pero Lima no se encontraba en condiciones de bailar. Por lo mismo, desistió de la oportunidad. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa. La ocasión llegó en abril de 2019, momento en el cual fue contratado para formar parte de Hefei Sunac Land, un parque de diversiones ubicado en Hefei, capital de la provincia china de Anhui, para caracterizar distintos personajes que formaban parte de la plantilla de bailarines, actores, payasos y otros intérpretes. “Este fue un lugar muy especial para mí porque fue donde tuve mi primer encuentro con la cultura china y donde, de alguna manera, tuve que moldearme para poder integrarme”, señala.
En Cuba, Liubin Lima se desempeñaba en un grupo de teatro para niños que usaba diversas técnicas para educar y entretener. No obstante, pese a su amplia trayectoria, el sentido del humor y la interpretación misma eran muy distintos en China, lo cual también supuso un reto inicialmente. “Me fue un poco difícil adaptarme a otras energías, costumbres, códigos, y lenguajes verbales y no verbales tan diferentes”, explica. Por lo mismo, el cubano se apoyó en sus compañeros de trabajo, que rápidamente se convirtieron en una suerte de familia. “Hice muchos amigos en el equipo de trabajo y me tracé una estrategia”, dice al respecto. “Yo los ayudaba con mis experiencias y ellos me aportaban sus maneras y códigos para poder llegar a un mercado tan diferente para mí.
Durante los dos años en que Liubin Lima trabajó en Hefei, caracterizó diversos payasos –o clowns, como se diría en la jerga de los artistas–, además de formar parte de espectáculos de baile. Fue en uno de ellos, durante una celebración con motivo de Halloween, que nació el popular Hermano Martillo, uno de los personajes más icónicos de ese tiempo.
De vuelta a las tarimas
Cuando Lima estaba por terminar su contrato con Hefei Sunac Land, le llegó la noticia de que se estaban llevando a cabo audiciones para formar parte de un renombrado circo en la ciudad de Hangzhou. Por aquel entonces, el intérprete ya tenía 38 años y no sabía si estaría a la altura del reto, por lo que lo embargó la duda. Sin embargo, sus amigos lo alentaron para que se presentara, al considerar que tenía el talento y reunía las condiciones necesarias. La audición sería en apenas dos días, tiempo insuficiente para preparar una rutina de cero. Por lo mismo, Liubin Lima no tuvo más remedio que buscar en el baúl de los recuerdos. “Camino a Hangzhou, recordé una performance que había hecho hacía cinco años en mi provincia para una tarea personal que teníamos en el grupo teatral, [así que] organicé música e ideas, y preparé algunos elementos que me servirían para el momento”, relata.
Su audición había sido fijada para la tarde, pero por cuestiones de logística, se la adelantaron para la mañana, inmediatamente después de un grupo de bailarines. El cubano todavía recuerda lo nervioso que estaba aquel día, al estar en un teatro de tal magnitud y ante el compromiso que ello significaba. Aun así, se armó de valor y se lanzó al escenario dispuesto a dar lo mejor de sí. “Traté de encantar y sobre todo de divertirme como siempre”, puntualiza.
Sus amigos habían tenido razón. La puesta en escena de Lima se ganó el reconocimiento del comité evaluador, que lo invitó a ver Hangzhou X Show para estudiar a los actores y personajes sobre el escenario. Entre todos ellos, hubo uno que cautivó al cubano desde el primer momento y que, además de ser el personaje coprotagónico, tenía una energía que resonaba con su propio estilo de interpretación. “Un tiempo después me dijeron que había sido aprobado para el circo, y que mi personaje sería Khino, aquel al que no le pude quitar la vista en todo el espectáculo”, admite.
Liubin Lima cuenta que Khino tiene mucho que ver con los propios referentes que él mismo utilizó para la creación de Michiflio, el cual interpretó en Cuba. Además, cuando la dirección así lo requiere, también encarna el personaje antagónico u otros roles. “El hecho de hacer varios personajes me obliga a estudiar cada acción para que tengan un sello personal y distintivo”, comenta.
Para el cubano, formar parte de Hangzhou X Show ha sido un gran logro. “Regresar a las tablas con una propuesta totalmente diferente y exigente representa un crecimiento personal, no solo por la majestuosidad de la instalación teatral, la megaproducción o el virtuosismo de los actores circenses con los cuales tengo el orgullo de trabajar, sino también porque es un rol diferente que me exige más como profesional”, declara.
Por lo mismo, Liubin Lima se toma su trabajo con mucha seriedad. Trata de perfeccionarse continuamente revisando grabaciones de los shows con el fin de pulir sus movimientos, y sale a correr o trotar para mantenerse en forma. “Ese encuentro con el público que va exclusivamente a ver teatro te obliga a brindarle todo para que se lleve a casa una experiencia inolvidable”, afirma. Su día generalmente gira en función del espectáculo, de manera que a las 5:30 de la tarde pasa a maquillaje, a las 7:00 ya está todo dispuesto y a las 7:30 se abre el telón para dar inicio al inolvidable Hangzhou X Show, que saca a relucir lo mejor de la línea estética internacional, junto con elementos circenses propios de China y anclados en sus fuertes raíces asiáticas.