David Bobadilla practica una rutina de wushu en un parque.
A través de una vida de esfuerzo y dedicación, David Bobadilla se ha consagrado como campeón de wushu y ahora se dedica a difundir su talento para formar a la próxima generación de atletas amantes de las artes marciales.
Cuna de las artes marciales
En su hogar ubicado en la comuna santiaguina de Pedro Aguirre Cerda, se escucha el balbuceo de un bebé. Es Damián, de apenas tres meses e hijo del joven chileno David Bobadilla. Pese a su corta edad, Bobadilla cuenta que ya le habla en mandarín y le muestra movimientos de wushu, una pasión que ha convertido en su fuente de trabajo y a la cual le debe amor, sudor y lágrimas. “Todo lo que he logrado hasta el día de hoy es gracias al wushu”, señala. Para él, no se trata de una mera actividad física que practica desde que tenía 13 años, sino de un estilo de vida que le ha entregado una serie de aprendizajes a lo largo de los años y que lo catapultó a China. Conocido popularmente como kung-fu, el wushu integra el abanico de artes marciales chinas, donde no solo entra en juego la destreza física del practicante, sino también toda una visión filosófica y ética marcial. Se divide en dos modalidades: el taolu, que hace referencia a las rutinas de exhibición, y el sanda, en el que un atleta combate contra otro.
Según cuenta, su primer acercamiento con la cultura china vino de la mano del wushu, que empezó a practicar cuando apenas era un adolescente. Luego, a los 16 años, David Bobadilla pasó a formar parte de la Federación Chilena de Wushu, gracias a la cual comenzó a competir a nivel nacional y, unos años más tarde, también en competencias internacionales. En paralelo, se fue adentrando en el fascinante pero complejo universo de los caracteres cuando comenzó a tomar clases de mandarín en el Instituto Confucio. “En 2014 fue la primera vez que pisé China gracias al concurso Puente Chino, en el cual saqué el segundo lugar para ir de oyente, y luego en 2015 fui nuevamente a competir”, relata.
Fue entonces cuando recibió la noticia de que había ganado una beca de estudio para China. Su primer destino fue la ciudad de Nanjing, donde hizo un año de chino intensivo en la Universidad Normal de Nanjing, para luego mudarse a la Perla del Oriente. “Elegí Shanghai porque es una ciudad muy grande y bella”, recuerda. “Además de ser una ciudad multicultural, tiene los más altos estándares a nivel académico, deportivo y comercial”, dice sobre la megalópolis de 24 millones de habitantes construida a orillas del río Huangpu, y que se ha convertido en uno de los núcleos financieros y comerciales más importantes de China.
Durante los cinco años que residió allí, Bobadilla estudió Comercio Internacional y Economía en la Universidad Marítima de Shanghai. Algunos de sus recuerdos más lindos se relacionan con dicha etapa de su vida, en la que conoció a grandes personas y amigos. Su paso por la universidad siempre estuvo ligado al wushu, que el chileno describe como un arte marcial de alta exigencia y que requiere de una dedicación de lunes a domingo. “Es como la gimnasia olímpica pero marcial, de alto rendimiento. Nosotros entrenamos muchas horas diarias para lograr un nivel de maestría en una de las tantas ramas que tiene el wushu, como combate, uso de armas, sables, espadas, lanzas, bastones y manos vacías”, explica.
El Mundial de Kung Fu Tradicional en el que obtuvo el primer lugar en armas dobles y el Campeonato Mundial de Shanghai de Wushu Moderno de 2019 forman parte del extenso repertorio de competencias en las cuales David Bobadilla ha participado. De hecho, el chileno compitió en más de veinte campeonatos a nivel internacional, nacional y universitario durante su paso por China, que lo llevaron por múltiples rincones del país. Con sus elaboradas rutinas que conjugan las artes marciales con la acrobacia de manera perfecta, Bobadilla tuvo la oportunidad de estar en ciudades como Foshan, Qingdao, Emeishan y Beijing, entre otras. Para él, el wushu le ha inculcado un alto grado de disciplina y autocontrol, lo que también le ha servido para crecer tanto de un punto de vista personal como laboral. “El wushu me ayudó a ser mejor estudiante, mejor persona, conocer grandes amigos, ganar la beca para estudiar en China y construir mi negocio”, declara.
David Bobadilla gana el primer lugar en armas dobles en el Mundial de Kung Fu Tradicional en 2019. Fotos cortesía del entrevistado
De vuelta a las raíces
El 2019 fue un año particular. Por un lado, fue cuando David Bobadilla finalizó sus estudios universitarios y, por otro, cuando comenzó la pandemia de COVID-19. Los planes de miles de millones de personas se vieron alterados, y en esto el chileno tampoco fue la excepción. Tras graduarse, regresó a Santiago, pero cuando quiso volver a China, ya no podía. No obstante, esto no fue un impedimento para que siguiera adelante. Con los conocimientos adquiridos en China, sumados a su inquebrantable amor por el wushu, el joven deportista comenzó a importar artículos modernos para quienes se dedican a esta disciplina. De esta manera, ha ayudado a la Federación Chilena de Wushu y a muchas escuelas y clubes deportivos de kung-fu, wushu y sanda a conseguir los implementos necesarios a través de su negocio, Imperio Marcial. “A mí me habría encantado que hubiese habido alguien con implementos de wushu para practicar mi disciplina cuando tenía 15 o 16 años, así que yo ahora facilito eso a muchos atletas y jóvenes”, menciona.
Además de ello, David Bobadilla ha impartido clases de wushu desde que volvió. Según cuenta, sus alumnos han participado en varias competencias en las que siempre se llevan a casa alguna medalla. El año pasado fue un paso más allá al fundar Wushu Center, que se ubica en la misma comuna donde reside. “La idea de Wushu Center nació para difundir este deporte, la cultura china, el idioma chino y los conocimientos que adquirí en China entrenando con atletas y profesores muy destacados”, explica.
David Bobadilla cree que en Chile, el wushu ha ido creciendo a paso lento, pero al menos se ha visto cierto grado de progreso. Durante estos últimos años han salido muy buenos atletas que han representado al país, lo cual lo hace sentir muy feliz. Aun así, señala que quedan varios desafíos pendientes para que el wushu logre consolidarse por completo y reciba el reconocimiento que merece. Al derivar de las artes marciales, el wushu no es considerado como un deporte propiamente tal y, por tanto, no puede postular a fondos del Ministerio del Deporte ni ser parte del Comité Olímpico Chileno. En ese sentido, advierte que “el principal desafío es modificar o derogar la ley de las artes marciales que regula nuestro deporte, y poder ser reconocido por el Comité Olímpico Chileno para que así nuestros deportistas puedan acceder a los recursos y la infraestructura necesaria para entrenar”.
El camino es largo y sinuoso, pero David Bobadilla sabe dar el golpe acertado si de combate se trata. Ya ha aportado más que su granito de arena, por lo que planea continuar entrenando para poder competir, hacer crecer su marca y negocio, y volver a China para participar de otro mundial.