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Testigo de la historia

2021-11-04 14:18:00 Source:China Hoy Author:MAGDALENA ROJAS
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En el marco del 50.° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Perú, la historia de Santiago Siu resulta única. Sus vivencias en ambos países se entretejen con momentos históricos de los cuales fue testigo en primera persona, desde que pisó estas tierras por primera vez hace más de 60 años hasta ahora.

 

Santiago Siu y su madre Teresa Siu (centro) con su compañero de primaria Karl Crook (primero a la izq.) y su hermano Mike Crook (primero a la der.) en 2019.

 

De vuelta a las raíces

 

Nacido en Perú de padres chinos, en su hogar le inculcaron desde temprana edad las costumbres, historia y lengua de sus antepasados. “Mi padre fue el único importado de la familia, porque mi madre, a pesar de ser china de sangre, nació en Perú”, señala. “Siempre quisieron mucho este país y añoraron estar en un momento acá”.

 

Fue por eso que en 1960, con apenas 11 años de edad, Santiago Siu llegó a Guangdong de la mano de su madre. Allí conoció a todos sus parientes –abuelos, tíos y primos– con quienes se pudo comunicar en cantonés de forma fluida, ya que era el idioma que se hablaba en casa. Pero el viaje no terminó allí. Tras esta serie de encuentros familiares y algunas reuniones de negocios que sostuvo su madre, ambos viajaron en tren hasta Beijing después de una breve parada en Guangzhou.

 

Siu recuerda que por aquel entonces –había llegado en agosto– le faltaban apenas dos o tres meses para terminar la enseñanza básica. “La idea de mis padres siempre fue que alguien de la familia, de los chicos, pudiera aprender y conocer la cultura, costumbres e idioma de acá, y yo fui el sorteado”. De este modo, fue puesto en un internado en Beijing, donde estuvo hasta que se graduó. “Mi padre decía ‘déjalo en la casa de la familia, ahí va a tener quien lo cuide’, pero mi madre dijo, ‘no, hay que estar en la capital’”, relata.

 

Si bien no fueron tiempos de abundancia, Siu destaca este periodo como una oportunidad “increíble” en la que siempre se sintió a resguardo, tanto de parte de sus tutores de colegio, como de sus camaradas de trabajo más adelante. De este modo transcurrieron 13 años de su vida, desde que pisó China por primera vez como un adolescente en ciernes el verano de 1960, hasta que retornó a Perú en 1973, como un joven de 24 años.

 

Puentes de amistad

 

Incluso antes del establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales entre China y Perú el 2 de noviembre de 1971, los padres de Santiago Siu ya estaban ayudando a sembrar esas primeras semillas que más tarde germinarían y verían sus frutos. Su madre era periodista y su padre importaba productos chinos –termos, vinos, comestibles, entre otros– a Perú, por lo que ambos conocían a mucha gente. “En la colonia conocían a todo el mundo, pero además tenían muchos amigos que no eran chinos, por lo que tenían muy buenos contactos”, explica.

 

Siu cuenta que el 31 de mayo de 1970 –época en la que él aún vivía en China– un terremoto de una magnitud de 7,9 grados sacudió Perú, seguido de un aluvión que dejó aproximadamente 70.000 personas muertas. “China no tenía relaciones diplomáticas con Perú, pero mandó ayuda de inmediato”, cuenta. “Envió carpas, frazadas y alimentos, lo cual conmovió al Gobierno peruano”. En este contexto, la necesidad de entablar un lazo formal se fue haciendo cada vez más imperante. “El mismo presidente, Juan Velasco Alvarado, le entregó a mi madre una carta dirigida al Gobierno chino. El único país que tenía relaciones con China que estaba cerca era Chile, por lo que fue a Santiago a tocar la puerta a buscar al embajador”. Justo en aquel entonces se estaba celebrando una feria de productos chinos en Chile. Teresa Siu propuso hacerla también en Lima y tuvo una muy buena acogida. De esta forma, la casa de los Siu se convirtió en el centro de reunión y operación de toda la comitiva que había llegado.

 

Santiago Siu relata otro episodio en la que su madre también intercedió a favor del Gobierno peruano. Debido al bloqueo económico que había impuesto Estados Unidos a Perú, se había quedado varado en el muelle un lote de harina de pescado, por lo que urgía encontrar un comprador, que resultó ser China. “Incluso tengo una foto de mi madre con el entonces ministro de Pesquería, en el despacho de la primera nave de productos hidrobiológicos, o sea de harina de pescado, hacia China”.

 

Así, estos hitos, además de los lazos que los Siu mantenían a nivel civil como gubernamental con diversas personas, fueron sin duda una de las piezas fundamentales que ayudó a acercar aún más a China y Perú de cara al establecimiento de relaciones formales.

 

Santiago Siu en un viaje por las provincias de China. Fotos cortesía del entrevistado

 

CAPECHI, un camino hacia el éxito

 

En 1985 se fundó el Consejo Empresarial Peruano Chino, que más tarde cambiaría su nombre por el de Cámara de Comercio Peruano China (CAPECHI). Al principio, no obstante, no todo fue fácil. La entidad, adjunta a la Asociación de Exportadores del Perú (ADEX), se vio en serios aprietos en la década de 1990, ante las dificultades para solventar los gastos operacionales y de alquiler. “Cada día se les iba achicando la caja”, señala Siu. Fue en ese momento que sus padres decidieron prestar una mano facilitando un pequeño departamento independiente que había al fondo del jardín a un precio preferencial.

 

Santiago Siu, quien ya se encontraba en Perú, incursionó en una serie de rubros –una imprenta, una fábrica de ensamblaje y hasta un banco–, a la vez que se dedicaba a la importación de productos chinos, por lo que viajaba regularmente a China. En 2002, en tanto, Teresa Siu tomó las riendas de CAPECHI al hacerse cargo de la gerencia general oficialmente. Ese mismo año, Santiago Siu regresó a China y si bien no formó parte de CAPECHI inmediatamente, lo hizo al año siguiente, en 2003, cuando fue nombrado su representante aquí.

 

Desde ese entonces hasta la fecha, el crecimiento de la cámara ha sido exponencial. “Imagínese que cuando mi madre tomó la gerencia de la Cámara de Comercio Peruano China había menos de 20 socios”, detalla. “Hoy en día es una cámara que ya tiene más de 600 socios de todos los sectores, como finanzas, comercio e industria. Todos están metidos”.

 

En su rol como representante de CAPECHI, Santiago Siu actúa como liaison entre los empresarios peruanos y las contrapartes chinas. Por lo mismo, su trabajo requiere inspeccionar fábricas, viajar y negociar por el vasto territorio chino. “Además somos representantes de la Feria de Cantón en Perú, a la cual vienen 300 a 500 peruanos”.

 

Ya han pasado casi 20 años desde que Santiago Siu regresó a China, y un año desde que reside en la ciudad de Weifang, ubicada en la provincia de Shandong. La vida allá es relativamente más tranquila y económica, pero con las mismas comodidades que Beijing. Al preguntarle con qué país se identifica más –si China o Perú–, Siu sonríe, pues si bien su vida ha oscilado como un péndulo entre estas dos tierras, dondequiera que esté se siente a gusto. La palabra soledad no existe en su diccionario. “Siempre hay gente, siempre hay amigos y siempre hay cosas que hacer en ambos lugares”.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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