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La experiencia irrepetible de trabajar en China

Source: Author:ABEL ROSALES GINARTE
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Mis padres son chinos. En un momento de sus vidas emigraron a Panamá y allá nací. Soy panameño, mi cultura es panameña, pero mis raíces son chinas, algo que no puedo negar”, dice a China Hoy Carlos Ching, consejero en la Embajada de la República de Panamá en Beijing. En su primera escuela le enseñaron español e inglés. “Pero en un momento de mi vida pensé en cómo era posible que teniendo orígenes chinos no pudiera hablar el idioma ni entender la cultura”.

 

“Antes de comenzar la secundaria decidí cambiarme de escuela. Me matriculé en el Centro Cultural Chino-Panameño donde enseñan, además de español e inglés, chino”. Aunque actualmente existen muchas escuelas donde se enseña chino en Panamá y hay un Instituto Confucio en la Universidad de Panamá, su escuela secundaria fue la primera en hacerlo en el país. “Ahí aprendí chino mandarín y tuve también clases particulares”.

 

Su primer roce con el dragón asiático fue en 2006. “Vine de visita para conocer a la familia de acá. Aunque estuve mucho más tiempo en el sur, en Guangdong (Cantón), viajé durante un mes por el país y vine a Beijing. Esa época todas las cosas eran muy baratas”. Pasarían 11 años para que volviera a encontrarse con la capital china. Pero las cosas habían cambiado mucho en el país. “Cuando volví para servir a Panamá en la embajada en 2017, año en el que se iniciaron las relaciones diplomáticas con China, pensé que todo seguía igual. Pero cuando llegué al aeropuerto los cambios eran impresionantes”. El acelerado desarrollo de China le impactó positivamente y se dio cuenta de que las cosas ya no eran tan baratas como antes. “En China ha habido una explosión económica en los últimos años y estoy muy alegre por eso. La primera impresión fue de sorpresa porque no me lo esperaba”.

 

Carlos Ching forma parte del primer grupo de profesionales panameños que llegó a China en 2017, luego del establecimiento de relaciones diplomáticas. Foto cortesía del entrevistado

 

Una nueva era para China y Panamá

 

El presidente panameño, Juan Carlos Varela, anunció el 12 de junio de 2017 a través de una cadena nacional de radio y televisión el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China. Aquella vez, Varela recordó que China representa el 20 % de la población mundial y la segunda economía más grande del mundo, algo que no podía ser ignorado por más tiempo. Añadió que la República Popular China es el segundo mayor usuario del Canal de Panamá y el primer proveedor de mercancías de la caribeña Zona Libre de Colón, la zona franca más grande de Latinoamérica.

 

En medio de la sorpresa por el descubrimiento de los cambios en China, Ching valora positivamente sus avances. “China no era como me la imaginaba, pero lo que me gusta es que aunque se ha desarrollado tanto, su historia y su cultura se han mantenido, tratando de balancear tradición y modernidad”. Se graduó de Ingeniería Industrial e Ingeniería en Administración en la Universidad Nacional Tsing Hua y, antes de venir a China, trabajaba en el Ministerio de Desarrollo Agropecuario de Panamá. “Mi labor allí tenía que ver con los proyectos y adecuaciones para facilitar la mejora de la cadena de abastecimiento de vegetales para el consumo en el país”.

 

La nueva era de relaciones entre China y Panamá impone muchos cambios y transformaciones necesarias para el progreso mutuo. Carlos Ching forma parte de la vanguardia de panameños que están haciendo historia con los vínculos diplomáticos entre las dos naciones, junto con un equipo que dirige el embajador de dicho país en China, Francisco Carlo Escobar Pedreschi. Trabajar por mantener la vitalidad de las inversiones con una visión de futuro es una tarea titánica que exige dedicación total al trabajo. “Hoy en día la comunidad china en Panamá se siente segura, conforme, no he visto nada negativo. El inicio de relaciones entre los dos países sirve para mejorar la cooperación de beneficio mutuo, para el bienestar de ambos países”.

 

Después de casi dos años trabajando y viviendo en China, ha aprendido a distinguir las diferencias culturales. “China me ha ayudado a desarrollarme profesionalmente en muchos aspectos porque en Panamá se trabaja de una manera, pero en China es distinto. Venir acá y entrar dentro del sistema chino no fue difícil, pero uno tiene que esforzarse en respetarlo”. Ching reconoce que este tiempo le ha ayudado a pensar de una manera diferente, “a buscar el otro ángulo de las cosas y a encontrar la mejor solución a cualquier problema”.

 

Panamá en el corazón

 

Aunque ha recorrido muchas ciudades chinas importantes como Beijing, Shanghai, Guangzhou, Shandong, Suzhou, entre otras, tiene una preferencia especial por una provincia. “Guangdong es la provincia que siempre me ha llamado la atención por su cultura, gastronomía y porque mis raíces vienen de esa región”. Y su sitio histórico favorito es una de las maravillas de la arquitectura china. “La Gran Muralla es una rareza mundial. Cada vez que voy a visitarla me impresiona más. Se trata de una obra genial”.

 

La presencia china en Panamá viene desde la construcción del ferrocarril interoceánico y el Canal de Panamá. Los chinos llegaron a esa nación hace 160 años. “La mayoría de ellos eran de Guangdong y los sabores del sur se instalaron allá. Han estado presentes en las vidas de los panameños desde entonces”. Carlos Ching asegura que los restaurantes de desayuno chino en Panamá se llenan los fines de semana porque la gente va a comer Dim Sun con el toque del sabor panameño. “Pero se preparan al mismo estilo chino tradicional. Mi plato favorito en aquellos días era uno muy tradicional y que me recuerda mucho a mi infancia y a mi abuela”. El origen humilde de su familia es la razón fundamental de su pasión por el pollo salado.

 

“Mis abuelos trabajaban la tierra para sobrevivir y comer carne de pollo era un lujo en esa época. Como no tenían refrigerador, lo que hacían para preservarlo era bañarlo con sal. A mi abuela, que en paz descanse, le gustaba mucho ese plato y decía: ‘No importa lo tanto que obtengas en la vida, siempre se debe recordar el lugar de donde uno viene’”. Cada vez que tiene la oportunidad lo prueba, “pero no es igual que probarlo en casa”. En casa tiene los auténticos sabores de la familia y cuando se reúnen no falta el pollo salado.

 

En Beijing las nuevas tecnologías le ayudan a mantenerse conectado con familiares y amigos en Panamá, lo que disimula la nostalgia. “Siempre tengo a Panamá en el corazón y todo el día estoy rodeado de panameños. Lo que sí extraño es la comida de mi país, pero por lo general estoy tranquilo. Si tengo mucha presión, voy al gimnasio”.

 

Aquí tiene menos actividad física porque Panamá es un país que tiene la virtud de tener los océanos Atlántico y Pacífico a cada lado. “En Panamá hacía surf, remaba, subía montañas, y en China mis colegas chinos me tratan muy bien, la comida china me gusta, los chinos en la calle son amigables. En la calle no me preguntan si soy chino, piensan que soy chino, pero cuando hablo el idioma se dan cuenta de que no lo soy”. La experiencia de trabajar y vivir en China impone grandes responsabilidades, pero con el privilegio enorme de laborar por el desarrollo de la nación que lo vio nacer. “Estoy feliz de estar acá. Trabajar en China es una experiencia irrepetible”.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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