Puede que no consiga tampoco convertirse en profesional al más alto nivel, siguiendo la estela de Jim Abbott, el lanzador zurdo que, a pesar de haber nacido sin el brazo derecho, representó a Estados Unidos en torneos internacionales (campeón olímpico en Seúl 1988) y escaló a los montículos de las Grandes Ligas de Béisbol.
Ni Yao Ming ni Jim Abbot, pero ya tiene para contar, a sus 13 añitos, una historia que reúne un poco de ese binomio estelar. Se llama Zhang Jiacheng y es un niño chino que, desde inicios de junio, saltó al estrellato en las redes sociales por jugar al baloncesto con una destreza inusual en los chicos de su edad, a pesar de contar solo con la mano izquierda para botar la pelota y encestarla.
Zhang Jiacheng se ha ganado la admiración de medio mundo por su gran habilidad al jugar al baloncesto y su firme personalidad.
El mundo se rinde a su talento
Una serie de videos virales le han bastado para robarse el corazón de millones de internautas que ahora siguen asiduamente sus publicaciones, admirados por la perseverancia de un niño que no se ha amilanado ante la adversidad que supuso perder el brazo derecho en un accidente a los 5 años. Más de 50 millones de visitas habían registrado a mediados del mes pasado las imágenes que subió a Weibo, el Twitter chino, en las que aparecía desplegando parte de su repertorio sobre una cancha de baloncesto, eludiendo contrarios con la maestría de un consumado profesional.
Desde Stephen Curry, el mejor tirador de tres puntos en la historia de la NBA, hasta Yi Jianlian, máximo anotador de todos los tiempos de la CBA (la liga profesional de baloncesto de China) y principal exponente del baloncesto en el gigante asiático tras el retiro de Yao Ming, pasando por otros tantos jugadores nacionales y foráneos, en activo o retirados, a todos Zhang Jiacheng ha robado elogios y mensajes alentándolo para que no cese en su empeño.
Y no se trata de la habitual conmiseración que despierta alguien que entra en la categoría de persona con limitaciones físicas, esa condescendencia que podría inspirar un niño al que le falta un brazo y se afana en practicar un deporte. Zhang juega y lo hace increíblemente bien. Se desplaza como un relámpago entre los defensores rivales y maneja el esférico con una pericia que a muchos recordará a Magic Johnson, Isiah Thomas o Allen Iverson, en sus años mozos, y más recientemente, Kyrie Irving o el propio Stephen Curry.
No en balde el base organizador de los Golden State Warriors, encandilado ante la brillantez de Zhang, exclamó en su cuenta de Weibo, en la que, por cierto, tiene 4,5 millones de seguidores: “¡¿Quién es este niño?! ¡Ayúdenme a encontrarlo!”.
Y a la tarea se dieron varios reporteros, que localizaron al nuevo fenómeno de las redes sociales en una pequeña localidad a unos 200 km de Guangzhou, la capital de la provincia de Guangdong. Específicamente en el poblado de Gaocun, en la ciudad de Yunfu, comenzó a fraguarse el ímpetu sin límites de Zhang.
El común de los mortales habría aconsejado a este chico, por miedo a que se sintiera frustrado y cayera en un estado depresivo severo, que se tomara con calma el asunto y no hiciera de su deseo una fijación. Podrían también haberle espetado, con más o menos maquillaje, que se aferraba a un sueño imposible: eso de jugar al baloncesto con una sola mano. O que sí podría hacerlo, pero a nivel paralímpico como máximo, compitiendo contra otros atletas con discapacidades similares, y hasta ahí.
Sin embargo, para sortear con éxito las grandes trabas que la vida nos coloca en el camino, se debe estar a la altura de las circunstancias, y Zhang, que no quepa la menor duda, posee una grandeza innata que ha cultivado desde que no levantaba un palmo del suelo e hizo de su pequeña casa su propia cancha de baloncesto, de las paredes los tableros contra los que ensayaba la carambola perfecta y de la pelota su obsesión.
Esos no tan lejanos días de autodidacta han quedado atrás y hoy, ya registrado como deportista juvenil en Guangdong, se entrena sistemáticamente en su escuela de Yunfu con niños de su edad a los que aventaja con diferencia en las artes del baloncesto.
Un ejemplo como pocos
En tiempos en los que la moda ciberespacial tiende a los contenidos triviales y hasta vulgares, y las banalidades más absurdas convierten a un sinnúmero de mal llamados líderes de opinión –o influencers– en personas con cierta popularidad entre grandes grupos homogéneos de seguidores, que las redes sociales sirvan para enaltecer la figura de un chico como Zhang Jiacheng, todo tenacidad y entusiasmo, es algo que ciertamente a muchos (incluido un servidor) arrancará un suspiro de alivio.
Pocos como él, entre decenas de millones que dicen gozar de influencia o ejercer una fuerza moral sobre su club de admiradores, pueden realmente considerarse motivos de inspiración, sujetos que con su ejemplo de vida, incluso a tan temprana edad, transmiten optimismo, ganas de nunca amedrentarse por fastidiosos que sean los obstáculos y fe en el futuro por más turbio que se perfile.
Similar éxito al de sus videos en Weibo han tenido los que posteriormente publicara en una cuenta que creó en Douyin, la versión china de TikTok. Por millones se cuentan las visitas a cada uno de sus highlights en un mes de junio en el que Zhang salió del anonimato, dejando a su paso un efecto luminoso similar al de los meteoros cuando atraviesan la atmósfera terrestre.
El revuelo mediático lo llevó a visitar también el coliseo de Dongguan, cuartel general de la franquicia más laureada en la historia de la CBA, los Guangdong Southern Tigers, que lidera uno de sus ídolos, Yi Jianlian. El propio Yi, al conocerlo en persona, resumió la pasión de este niño mejor que nadie: “El corazón es siempre el músculo más fuerte del cuerpo humano”.
Seguramente de Zhang continuaremos escuchando en el futuro, ya sea porque respondiendo a la invitación de los campeones defensores de la CBA asiste a sus partidos en la reanudación de la temporada, tras el parón por el brote pandémico de COVID-19, o porque sigue progresando como jugador y publicando videos que lo atestiguan en las redes sociales.
Ocurra lo que ocurra en lo adelante, nos consta que su mensaje de esperanza, ese echar mano a la ilusión como blindaje a prueba de desencantos, no necesita de un currículum deportivo como el de Yao Ming o Jim Abbott para ganar en validez.
“Rendirse o intentarlo. Yo elegí lo segundo”, es la frase con la que Zhang ha acompañado muchas de sus publicaciones, el eslogan de un niño de 13 años del que muchos adultos que se dejan agobiar por pequeñeces deberían aprender.
*Jorge Ramírez Calzadilla es un periodista cubano que reside en Beijing desde 2007. Ha colaborado con publicaciones y medios audiovisuales nacionales y extranjeros por más de una década.