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Otros 12 meses para la revancha

Source:China Hoy Author:JORGE RAMÍREZ CALZADILLA*
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En su esperado retorno a los Juegos Olímpicos en la edición de Los Ángeles 1984, la primera después de debutar en Helsinki 1952, la delegación de la República Popular China presentó cartas credenciales en varios de los deportes en los que, a lo largo de las décadas siguientes, pasaría a engrosar la élite mundial.

 

Los cinco metales dorados en gimnasia artística –tres a la cuenta de Li Ning–, cuatro de la halterofilia, tres del tiro, uno del clavado, así como la victoria del sexteto femenino de vóleibol serían un guiño a otras muchas victorias futuras en certámenes bajo los cinco aros en estos mismos deportes. El botín no sería mayor en los Juegos de la XXIII Olimpiada para el gigante asiático porque dos de sus principales cartas de triunfo aún estaban por debutar: el tenis de mesa, que lo haría en Seúl 1988, y el bádminton, que tendría que esperar ocho años más, hasta Barcelona 1992.

 

La gran sorpresa en la urbe californiana para muchos entendidos y curiosos expectantes del desempeño de China en su regreso fue ver ondear en el mástil más alto, en una de las premiaciones de esgrima, la bandera roja de las cinco estrellas amarillas. Haciendo añicos los pronósticos, Luan Jujie se impuso a una pléyade de floretistas europeas con más experiencia y pedigrí, y se adueñó de la presea áurea en el centro de convenciones de Long Beach.

 

Lei Sheng.

 

Un deporte de altibajos

 

Lo que pintaba como el primer paso en un sendero glorioso para la esgrima no terminó siendo así. Las esgrimistas de la Alemania Occidental viajaron a Seúl con una aparente sed de desquite contenida y monopolizaron el podio individual del florete. Luan Jujie se quedó lejos de la reválida (ocupó un discretísimo lugar 25) y abordó el vuelo a casa desde la capital surcoreana junto a 14 compatriotas –todos– con las manos vacías.

 

Ligeramente mejor les fue a los D’Artagnan del gigante asiático en Barcelona 1992, otra vez con las féminas –Wang Huifeng, medallista de plata en florete– sacando la cara por una comitiva de 15 atletas.

 

Transcurrirían exactamente dos décadas antes de que se sacudieran una suerte de maldición en olimpiadas e hicieran valer con otro oro el nivel que en varias ocasiones mostraron en Mundiales y Copas del Mundo. Fue en Beijing 2008, desafiando la presión casi asfixiante a la que fueron sometidos los deportistas anfitriones, y se inscribió en los archivos del olimpismo como el primer metal dorado en un evento de esgrima masculino para China. Zhong Man se impuso en la lid de sable individual y puso fin a la sequía áurea, mientras las sablistas se quedaron a un paso de imitarlo con su plata colectiva.

 

En el camino quedaba la amarga decepción de Atlanta 1996, donde no se alcanzó ningún podio; la aceptable actuación de Sídney 2000, con la plata del cuarteto varonil de floretistas y el bronce de las espadistas; y el muy promisorio desempeño de Atenas 2004, con los chicos del florete nuevamente flirteando con la satisfacción máxima, al igual que Tan Xue, en el sable individual femenino, y Wang Lei, en la espada masculina.

 

Del espinado trayecto de cuatro lustros que condujo al éxito de Zhong Man pudieron extraerse lecciones importantes. Entre las más relevantes, las ventajas de contratar entrenadores foráneos, sobre todo provenientes de los países con larga tradición de Europa, que aportaran su vasta experiencia en la preparación de campeones. Zhong y las chicas del sable fueron precisamente beneficiarios directos del trabajo diario con el francés Christian Bauer, un gurú de esta arma que llegó a China en 2006.

 

Con una estrategia similar se afrontó el reto de Londres 2012, a la postre, la mejor cosecha olímpica de China. Fue una edición estival en la que pareció que cambiaban las tornas en favor de Asia, tras más de un siglo de hegemonía del Viejo Continente. Francia se fue en blanco por primera vez desde Roma 1960. Los tiradores asiáticos se agenciaron cuatro de las diez preseas doradas en disputa, con surcoreanos y chinos colgándose un par per cápita.

 

Lei Sheng protagonizó la competición de su vida en el florete para hombres y el combinado de espada tocaría el cielo con una actuación descollante de Xu Anqi, Li Na, Luo Xiaojuan y Sun Yujie, esta última, también bronce en individuales.

 

Pero en el deporte, como en muchas otras facetas de la vida, si difícil es llegar, aún más resulta mantenerse. Río 2016 cayó como balde de agua fría sobre las aspiraciones de los tiradores chinos de cimentar su jerarquía entre la crème de la crème. Un premio plateado y uno bronceado fue el saldo de la incursión por tierras cariocas: un podio agridulce para unas chicas de la espada que parecían contar con lo necesario para revalidar el título y un meritorio bronce en la categoría individual de la misma arma para Sun Yiwen, uno de los nuevos rostros del seleccionado junto a Hao Jialu (Xu Anqi y Sun Yujie repitieron).
Zhong Man en plena competición.

 

 

Vendetta en suelo nipón

 

Otras doce páginas del almanaque deberán deshojar los tiradores chinos antes de que les llegue la hora de la revancha en Tokio 2020. Los Juegos de la XXXII Olimpiada, aunque mantendrán el año original en su nombre, se han reprogramado para celebrarse del 23 de julio al 8 de agosto de 2021, una decisión de emergencia tomada por el brote pandémico de COVID-19.

 

El centro de convenciones Makuhari Messe, en la ciudad de Mihama, acogerá los duelos de la esgrima, uno de los pocos deportes que cuenta sus apariciones en citas estivales a la par que estas se suceden, pues quiso el mismísimo barón Pierre de Coubertin incluirlo desde la primera edición, Atenas 1896, por considerarse a sí mismo un esgrimista más.

 

En su trigésima segunda comparecencia ininterrumpida en Juegos Olímpicos modernos, la novedad será (¡por fin!) la inclusión de las tres armas en justas individuales y por equipos, en ambos sexos, para un total de 12 eventos (en lugar de los 10 que venían efectuándose desde Atlanta 1996).

 

En medio de tal coyuntura, el retraso podría favorecer a una generación de tiradores chinos que se nutre de algunas figuras jóvenes y que ha venido de menos a más en este ciclo olímpico, en el que la Asociación China de Esgrima ha implementado importantes reformas siguiendo las tendencias internacionales (en lugar de seis equipos, ahora son tres, con hombres y mujeres de la misma arma entrenándose juntos). No ha faltado tampoco, para avivar el optimismo de la afición, la apuesta por estrategas extranjeros, como los franceses Hugues Obry (espada), Frederic Baylac (sable) y nuevamente Christian Bauer, y por atletas devenidos entrenadores, como los campeones Zhong Man y Lei Sheng, o el propio presidente de la federación, Wang Haibin, doble medallista de plata con el equipo de florete en Sídney y Atenas.

 

 
 
*Jorge Ramírez Calzadilla es un periodista cubano que reside en Beijing desde 2007. Ha colaborado con publicaciones y medios audiovisuales nacionales y extranjeros por más de una década.

 

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