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China sueña con el gran salto de su fútbol

Source:China Hoy Author:JORGE RAMÍREZ CALZADILLA*
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Que el fútbol es verdadera pasión de multitudes en China, un deporte capaz de provocar un estado generalizado de depresión entre los millones de hinchas de los “Dragones Rojos”, es una realidad consabida en la nación más poblada del planeta y cada vez menos ignorada allende sus fronteras. Para desgracia de los aficionados chinos, curtidos como pocos en el penoso trámite de digerir amargas decepciones, cada tímido avance que se percibe queda sepultado por decepciones que llegan en forma de sonoras derrotas.

 

Esa suerte de desaliento ha dejado la actuación de la selección en la segunda edición de la China Cup en la ciudad de Nanning. Se perfilaba este torneo cuadrangular, que retomó a la capital de la región autónoma de la etnia zhuang de Guangxi como sede del 22 al 26 de marzo, como un excelente barómetro para determinar el nivel actual de los hombres dirigidos por el italiano Marcello Lippi. Con el precedente de 2017, donde el once local rubricó una actuación aceptable al quedar tercero por detrás del campeón, Chile, e Islandia y superar en la final de consolación a Croacia, los de Lippi buscaban subir el listón en 2018.
29 de enero de 2015. Marcello Lippi con los futbolistas adolescentes del Sanya Technician College of Hainan y del Equipo Escolar del Barrio de Tianya, en la ciudad de Sanya. Cnsphoto

 

Un cruel baño de realidad

 

Determinada a mantener la hegemonía sudamericana, llegaba Uruguay (#22 del ranking FIFA) a la ciudad de Nanning, una selección charrúa muy similar a la que se clasificó en la cruenta eliminatoria de la Conmebol para el Mundial (con Suárez, Cavani y compañía) y casi un calco de la que viajará a Rusia en junio. Gales (#20) y República Checa (#46), dos escuadras europeas de buen nivel, pero que no integran la élite de ese continente y ni tan siquiera estarán en la cita cuatrienal, completaron el trío de países convidados.

 

Venían los dragones de quedar apeados de la carrera mundialista en la tercera y última fase de clasificación asiática. Pero la recta final, ya con Lippi en el banquillo, había dejado un buen sabor de boca tras un inicio nefasto (0 victorias en los primeros 4 partidos) que, a la postre, costó el billete. Bajo la batuta del transalpino, los chinos cosecharon 3 triunfos (un 1-0 histórico en casa frente a Corea del Sur), 2 empates y un solitario revés (1-0 en Teherán, ante el líder Irán), para concluir con 13 puntos, a 2 de clasificarse y a 1 de la repesca.

 

Con esas credenciales afrontó China (#68) un par de amistosos en noviembre que arrojaron sendos reveses a manos de Serbia (0-2) y Colombia (0-4), dos naciones que estarán presentes en Rusia. Un mes más tarde, en Tokio, cerraron el calendario con las medallas de bronce en el Campeonato de Fútbol del Este de Asia, por detrás de Corea del Sur y Japón (dos empates con surcoreanos y norcoreanos, y un descalabro frente a los japoneses fue el saldo).

 

Ya en Nanning, en el torneo que abría el almanaque 2018 para los de Lippi, Gales no tuvo piedad alguna y, aupada por un Gareth Bale que marcó un triplete, propinó una escandalosa goleada de 6-0 a una China que mostró todas sus carencias y ninguna de sus virtudes ante más de 36.000 espectadores.

 

Poco cambió la historia en el encuentro que definió el tercer y cuarto puestos frente a los checos. Tras aguantar a duras penas un 1-0 en la primera mitad, nuevamente la defensa china, timorata en la marca y errática en la circulación del balón, hizo aguas en la reanudación y terminó encajando cuatro tantos (que pudieron ser 5 si no es porque el portero Yan Junling detuvo un penalti).

 

Uruguay alzó el trofeo batiendo a Gales con una diana de Cavani, y China cerró con una renta de 1 gol a favor y 10 en contra que, lógicamente, desató un vendaval de críticas en las redes sociales.

 

El desastre en la China Cup admite, paradójicamente, lecturas menos pesimistas. Así lo consideran expertos que han seguido la evolución del balompié chino por más de una década. El periodista español Javier Ibáñez, director de Asia es Fútbol, es de los que opinan que tomar como único punto de análisis los resultados conduce a conclusiones apresuradas.

 

“No hay que fijarse mucho en los resultados del presente, porque Lippi está probando diferentes estilos de juego, diferentes alternativas, y también trayendo a un número muy importante de jugadores jóvenes que serán el reemplazo de la actual generación de futbolistas de la selección. Lo importante es que estas pruebas permitan sacar conclusiones de cara a la Copa de Asia del próximo año en Emiratos Árabes Unidos, donde China espera hacer un buen papel”.

 

Entrenamiento de la selección de fútbol de China. Cnsphoto

 

Catar 2022, una meta posible

 

Un objetivo más ambicioso que el de ser protagonistas en la cita continental es el de regresar a la fase final de un Mundial. Tras debutar en la cita mundialista de Japón y Corea de 2002, China trabaja para volver a medirse a los mejores 20 años después.

 

A las múltiples academias que se han abierto para expandir el vivero de talentos en urbes como Beijing, Shanghai o Guangzhou, y otras ciudades de segundo orden, se suma el crecimiento de la Superliga, la primera división nacional, la cual comenzó atrayendo a estrellas internacionales en el ocaso de sus carreras y cuenta hoy con varios jugadores reconocidos, todavía con mucho fútbol en sus botines y habituales en selecciones como las de Argentina, Brasil o Colombia.

 

Obviamente, a golpe de talonario no se arma una selección absoluta competitiva. Sin embargo, esa interacción de futbolistas locales con figuras foráneas ya establecidas y el paso por los banquillos de estrategas como el propio Lippi, además de Capello, Pellegrini, Scolari, Sven-Goran Eriksson, Manzano, Villas-Boas o Schuster aceleran los progresos buscando alcanzar cotas mayores.

 

Una medida de la Federación de Fútbol China (CFA), claramente encaminada a no descuidar el talento joven del país, ha sido la de obligar a los clubes, imbuidos de la fiebre de millones de las últimas temporadas, a alinear con el mismo número de jugadores sub-23 que extranjeros en cada partido.

 

“Con respecto al Mundial de Catar 2022, se puede ser optimista. Actualmente, en China, las categorías sub-15, sub-16, sub-17 están jugando a un buen nivel. Muchos de estos futbolistas provienen de la escuela del Real Madrid, en Guangzhou, y comienzan a mostrar un estilo definido”, considera Ibáñez. Un sueño que en 2026 estará todavía más al alcance, con la expansión a 48 de las selecciones participantes en la vigésima tercera edición de los Mundiales y un mayor número de cupos asiáticos. Después, habrá que ver si se materializa la pretensión de organizar el evento en China en 2030 y si aprovechan la ocasión para presentarse como la nueva potencia en el fútbol internacional.

 

 
 
*Jorge Ramírez Calzadilla es un periodista cubano que reside en Beijing y ha colaborado con medios de comunicación nacionales y extranjeros.

 

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