8 de noviembre de 2016. El sinólogo Fernán Alayza Alves-Oliveira en su vivienda ubicada en Lima, capital de Perú.
En comparación con la mayoría de los países desarrollados en Europa, además de Estados Unidos, los estudios en el campo de la sinología en América Latina (AL) estuvieron rezagados durante mucho tiempo. Sin embargo, con el ascenso de China y las relaciones cada vez más estrechas entre ambas partes, la sinología ha atraído cada vez más atención por parte del público latinoamericano.
En términos generales, el estudio de la sinología en Occidente se puede dividir en tres fases: a partir de las notas de viaje, por parte de misioneros religiosos y de forma profesional. El origen de la sinología en AL comenzó con notas de viaje, que se remontan a los libros Viaje de Nueva Granada a China y de China a Francia, del sinólogo colombiano Nicolás Tanco Armero en el siglo XIX, y China y los chinos, del sinólogo brasileño Henrique Carlos Ribeiro Lisboa.
Estas dos primeras obras de sinología latinoamericanas examinaron a China y reflejaron la dualidad en la percepción que las élites intelectuales latinoamericanas tenían de China. No fue hasta 1949 que comenzaron a aparecer una serie de relatos de viajes sobre la República Popular China, lo cual marcó el punto de partida de la sinología latinoamericana contemporánea.
Décadas de 1950 a 1960
La diplomacia cultural llevada a cabo tras la fundación de la República Popular China generó una serie de libros de viajes que dieron a conocer el país, lo que inesperadamente ayudó a abrir el estudio de la sinología en AL. Entre 1949 y 1960, China invitó a más de 1500 latinoamericanos influyentes a visitar el país, de los cuales un número considerable eran intelectuales.
Después de regresar a sus países de origen, aquellos que fueron invitados a China escribieron y publicaron diversos relatos sobre la base de sus experiencias. Así, estos se convirtieron en el primer conjunto de trabajos latinoamericanos sobre la República Popular China, constituyendo una manera especial de estudios sinológicos latinoamericanos durante dicho período.
Diario de un viaje a la China nueva, publicado en 1950 y escrito por Vicente Lombardo Toledano, entonces secretario general de la Confederación de Trabajadores de México, es un ejemplo de una de las obras de sinología de origen latinoamericano de ese entonces. Raúl González Tuñón, periodista y poeta argentino, publicó las notas de su visita a China en 1954, tituladas Todos los hombres del mundo son hermanos. El juez brasileño Osny Duarte Pereira publicó dos libros sobre la República Popular China en 1956 y 1957, titulados Nosotros y China y La China de hoy, respectivamente. Después de 1960, la diplomacia cultural de China hacia AL comenzó a enfriarse. Sin embargo, su influencia no se disipó.
A mediados y finales de la década de 1960 fueron establecidas las dos primeras instituciones de investigación relacionadas con China de forma consecutiva: el Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México y el Centro Universitario de Oriente de la Universidad de El Salvador, lo cual marcó el inicio de la sinología de forma profesional en AL.
Décadas de 1970 a 1990
En diciembre de 1970, Chile se convirtió en el primer país en América del Sur en establecer relaciones diplomáticas con China, lo cual fue el puntapié inicial para el establecimiento de relaciones bilaterales entre otros países de AL y China. De esta manera, a finales de la década de 1990, 19 de los 33 países latinoamericanos y caribeños habían establecido relaciones diplomáticas con China. La normalización de las relaciones entre China y los países de AL promovió sustancialmente el estudio sobre China en estos últimos.
La promoción de la sinología estuvo primero a cargo de expertos y diplomáticos y, más tarde, de intelectuales y profesionales. Entre los primeros figuran el reconocido sinólogo peruano Guillermo Dañino Ribatto, quien tradujo y escribió 26 libros sobre China, y el sinólogo colombiano Enrique Posada Cano, académico, periodista y diplomático. En el segundo grupo está Eugenio Anguiano Roch, el primer embajador de México en China, quien de diplomático de carrera se convirtió en un experto en estudios sobre China. De este modo, tras acabar su misión en China y regresar a México, Anguiano se desempeñó como director del Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México y publicó diez libros sobre China.
Durante este período, y especialmente a partir de 1990, fue creciendo paulatinamente el primer grupo de académicos especializados en estudios sobre China, siendo uno de los principales exponentes Eduardo Daniel Oviedo, quien fue el primer beneficiario de la Beca del Gobierno Chino en Argentina y estudió en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing y en la Universidad de Beijing. Con una sólida base académica y un excelente dominio del idioma chino, Oviedo puede ser descrito como un referente y modelo para la primera generación de sinólogos en AL. Desde mediados y finales de la década de 1990, y junto con el crecimiento de las empresas chinas en AL, los académicos latinoamericanos comenzaron a conceder mayor importancia a la investigación vinculada con las relaciones económicas y comerciales entre China y AL.
31 de marzo de 2023. Una estudiante de intercambio proveniente de Brasil (al centro) conversa con sus compañeras de clase en la Universidad de Beijing.
Fotos de Xinhua
A partir del siglo XXI
Desde que se inició el siglo XXI, China se ha vuelto más prominente en el escenario internacional. A la vez, las relaciones entre China y AL se han fortalecido considerablemente. En 2014, China se convirtió en el primer o segundo socio comercial para la mayoría de los países latinoamericanos. Los círculos intelectuales latinoamericanos han captado claramente esta tendencia y el número de académicos dedicados al estudio de China, así como al de las relaciones entre China y AL, se ha hecho cada día mayor. Este crecimiento puede ser dividido en dos etapas, cada una con características distintivas.
En la primera década del siglo XXI, el crecimiento de la sinología se debió principalmente a la expansión de las instituciones y a los investigadores ya existentes. Por ejemplo, el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, creado en 1987, comenzó con estudios japoneses. Luego, el académico Carlos Aquino, que se había dedicado a los estudios económicos japoneses en dicho centro desde 1994, amplió su enfoque de investigación para incluir la economía china y las relaciones sino-latinoamericanas desde principios del siglo XXI. Después del año 2000, Carlos Moneta, profesor de la maestría en Economía y Negocios con Asia Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero de Argentina, cambió su enfoque de investigación desde la integración latinoamericana hasta las relaciones comerciales entre China y AL.
Sin embargo, pese a las credenciales profesionales de aquellos dedicados a los estudios sinológicos de este período, por lo general su dominio del mandarín así como su contacto in situ con China es limitado. La mayoría de las instituciones de investigación donde trabajan los actuales expertos aparecen con el rótulo de Asia Oriental, Asia o Asia Pacífico, lo cual contrasta con lo ocurrido en la segunda década del siglo XXI. En esta época, los académicos latinoamericanos dedicados a los estudios sobre China eran relativamente jóvenes y la mayoría había estudiado chino mandarín en China u obtenido doctorados o maestrías. Por lo mismo, poseían un alto dominio del chino, por lo que no dependían únicamente de la literatura extranjera para realizar investigaciones sinológicas.
*Guo Cunhai es director de la División de Sociedad y Cultura del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales, y coordinador del Centro de Estudios Chinos y Latinoamericanos en Beijing.