30 de agosto de 2023. Ceremonia de apertura de la línea Indo-Este de la empresa Sinotrans Container Lines, la cual une el puerto de Qingdao, en la provincia china de Shandong, con la ciudad de Chennai, en el estado indio de Tamil Nadu.
Gracias a los nuevos avances tecnológicos y su creciente influencia económica a nivel mundial, China está configurando las nuevas reglas del juego mediante el establecimiento de sus propios estándares de calidad.
Un sistema impuesto por otros
Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo fue diseñado sobre la base de los intereses y valores de las economías que habían ganado. Desde entonces, la institucionalidad que surgió para regular el pulso del mundo ha contemplado mayoritariamente los valores de los países occidentales que salieron vencedores, toda vez que se diseñaron nuevas reglas y un marco institucional en función de sus características.
Desde mi punto de vista, el mundo “post-Bretton Woods” está tambaleando y el antiguo orden ya está cambiando. China, a su vez, está intentando influir en el nuevo escenario que se está tejiendo a través de nuevos formatos no solo institucionales, sino también de índoles valórica y material, cuestionando los estándares, normas y patrones establecidos. Los proyectos de cooperación emprendidos por China, así como el despliegue de sus intereses en el resto del mundo, no solo ayudan a la integración con otros países, sino que también sirven para lograr una comprensión global de los problemas que afectan a todos y comprometen a todos los actores del planeta a encontrar soluciones en conjunto. De este modo, China ha propuesto nuevos esquemas de gobernanza global con el fin de que todos puedan beneficiarse de proyectos compartidos.
Su experiencia como economía en vías de desarrollo que ha logrado crecer rápidamente y que ha conquistado una serie de logros tecnológicos, pese al yugo al cual fue sometida por parte de potencias extranjeras durante siglos, ha servido como un aliento a los países en desarrollo para que no repitan fórmulas que, hasta el momento, no han funcionado para superar la pobreza ni consolidar el progreso.
China ha intentado aprender a hacer las cosas porque la dependencia está marcada por la falta de conocimientos. El hecho de no poseer conocimientos, no invertir en educación y no conservar los inventos que luego se transforman en innovación en el proceso productivo, ha significado que las patentes, regalías, dividendos y beneficios hayan quedado mayoritariamente para beneficio de las economías más grandes que han dictado el diseño y funcionamiento del mundo tras la Segunda Guerra Mundial.
Reconfigurar los estándares
Ante este escenario, China ha construido su propio camino, mediante proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), con el fin de encauzar sus valores, ideas y formatos, además de darse a entender ante el mundo. Se han alcanzado muchos logros como resultado de una mayor participación china y la creación de entidades como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, el Nuevo Banco de Desarrollo, la Organización de Cooperación de Shanghai o la IFR, por señalar algunas. De cualquier forma, si bien la presencia de China en diversos organismos internacionales ha crecido, en términos relativos su participación es reciente y su capacidad de incidir en esos espacios institucionales aún es pequeña en relación con su peso económico.
China cree que es hora de participar en la elaboración de nuevas reglas para los llamados esquemas de “gobernanza global”, para lo cual ha utilizado sus propios instrumentos y se ha nutrido de su creciente relación con otros países mediante el comercio y la inversión, y su participación en organismos multilaterales.
De esta forma, el Gobierno chino ha trabajado en pos del establecimiento de plataformas para la coordinación de decisiones políticas para alinear prioridades, estandarizar el discurso e identificar proyectos en forma conjunta. La IFR no ha sido diseñada ni impuesta por China de manera unilateral, sino que constituye una iniciativa común y se ha presentado como un proyecto complementario a las estrategias de otras economías.
En este sentido, China está avanzando mediante el establecimiento de marcos de cooperación bilateral y la IFR como una forma de promover sus intereses. Asimismo, se ha comprometido tanto con países desarrollados como con aquellos en vías de desarrollo a promover el “reconocimiento mutuo de estándares”. China busca coordinar mejor el desarrollo de estándares en una amplia gama de sectores, incluidos el transporte, la infraestructura energética, las telecomunicaciones, las ciudades inteligentes, el comercio electrónico, la agricultura, la protección ambiental, las finanzas, la asistencia para el desarrollo, la aviación civil, los servicios de salud, entre otros. En el primer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional celebrado en Beijing en 2017, China firmó acuerdos para el reconocimiento mutuo de estándares con 12 países, mientras que en 2019 la lista se amplió a 85 acuerdos de cooperación de estandarización con 49 países y regiones.
La gran concentración de capital de las cadenas globales de valor (CGV) deja a las economías menos desarrolladas de África o América Latina en una posición muy vulnerable. Tal como sucedió con China hace casi dos siglos, aquellos que no participen de ellas tendrán que depender de otros, lo cual lo convierte en un asunto de vital importancia para las sociedades y su desarrollo económico.
26 de mayo de 2023. Trabajadores en las obras de construcción de la central geotérmica Sosian en Nakuru, Kenia. Fotos de Xinhua
Las dos dimensiones de la IFR
La IFR tiene dos dimensiones: una material, visible y concreta, y otra menos visible, pero no menos importante, ya que contiene las definiciones que permitirán la proyección de China y sus intereses.
La primera dimensión es material. Un plan de acción publicado en marzo de 2015 destacaba las intenciones de poner en marcha numerosos proyectos de infraestructura en transporte, energía, telecomunicaciones y en las denominadas zonas industriales especiales. Entre los principales beneficios para los países que se han adherido a la IFR están la reducción significativa en los costos de logística, la negociación simultánea de nuevos acuerdos comerciales bilaterales o regionales, y el desarrollo asociado de nuevas zonas manufactureras orientadas a la exportación.
La segunda dimensión, en cambio, tiene que ver con una infraestructura no física relacionada con vectores normativos e institucionales. En este nivel de infraestructura no física, la diplomacia se ha ido desplegando paulatinamente y cubriendo casi toda la geografía mundial, a la vez que se ha ido integrando a las instituciones que rigen las normas globales. Sin embargo, diversos autores han apuntado un problema: las exigencias políticas requieren de un tiempo que el capital, muchas veces, no tiene. Para hacer frente a ello, China ha firmado numerosos acuerdos de cooperación bilateral con el fin de promover la estandarización en el marco de la IFR. De esta forma, podrá modificar tanto la geografía económica como la estrategia regional en función de sus intereses y posicionarse como modelo en materia de gobernanza global. Para ello, el país también ha promovido estándares distintos a los de Estados Unidos y la Unión Europea.
Por otro lado, China está tratando de reducir su dependencia en redes de infraestructura controladas por empresas extranjeras y poder reemplazar el alcance de aquellas redes con las propias. Para ello, el país está tratando de incrementar su capacidad para establecer normas y patrones globales, para lo cual ha invertido tanto en infraestructura física como en nuevos esquemas de gobernanza global en materia económica, ambiental, de seguridad, etc.
El control de los estándares es estratégico, y sobre todo en áreas que aún se están configurando, como la red 5G, la inteligencia artificial, entre otras. Quienes creen, definan y establezcan los patrones y estándares influirán en el rumbo que tome determinada tecnología, por lo que es vital incidir tempranamente en su establecimiento mediante acuerdos bilaterales en los que se preestablezcan algunos proyectos de inversión en infraestructura.
La integración de todos estos conceptos en una línea política concreta deja entrever la importancia de la estandarización y de la promoción de patrones propios para que las empresas chinas adquieran mayor competitividad en los mercados internacionales. Esta mayor competitividad basada en patrones productivos propios, difundidos y aceptados –dados los compromisos bilaterales y regionales que promueve la IFR– permitirá escalar en las CGV en los sectores de tecnologías emergentes. Hasta ahora, China ha seguido estándares y normas impuestas mayoritariamente por empresas de economías desarrolladas del hemisferio norte, utilizándolas para lograr la internacionalización de sus propias empresas.
Sin embargo, la cooperación política con países en desarrollo ha permitido a China ganar ventaja en este ámbito. Hay una creciente demanda de estándares chinos, y en particular por parte de las economías menos desarrolladas, debido a los altos costos de los estándares occidentales que suelen ser utilizados. De esta forma, y en la medida que vaya aumentando la calidad, los estándares chinos se irán convirtiendo en una seria competencia para las empresas ya establecidas y en una opción para las economías en desarrollo.
*Gustavo Alejandro Girado es profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Lanús.