Las relaciones económicas internacionales contemporáneas ofrecen una serie de desafíos y oportunidades, como reflejo de la globalización e interdependencia en los vínculos entre estados. Cada miembro de la comunidad internacional asume estas condiciones de acuerdo con sus posibilidades y objetivos. La estructura y funcionamiento de estas relaciones a nivel bilateral y global giran en torno a sus propias dimensiones económicas y sociales, como el comercio, las finanzas, la industrialización, el turismo, la innovación, la conectividad, la educación y la salud, entre otras. Los planes y programas nacionales de cada país buscan ajustarse a esta realidad a partir de enfoques multidisciplinarios y de largo plazo.
Dentro de esta perspectiva, el turismo representa una industria generadora de empleo e ingresos, a la vez que constituye un sector determinante en pos de un desarrollo inclusivo. Ello, en razón de que sus actividades fomentan el espíritu innovador en las pequeñas y medianas empresas, la educación, el aprendizaje de lenguas extranjeras, la preservación de las tradiciones nativas y la difusión de la historia, así como la formación de capacidades para poder interactuar con personas de diversas nacionalidades y culturas. En sus fundamentos, es el resultado de una iniciativa de carácter público y privado, con un enorme potencial y beneficios.
En ese sentido, es importante fomentar un turismo sostenible fundado en una sinergia entre los servicios profesionales relacionados a esta industria, y los ingresos y beneficios sociales que se generan a favor de las poblaciones. En las sociedades modernas el turismo es de suma importancia dentro de la economía debido al efecto multiplicador de sus actividades.
Otro aspecto relevante es la creación de las condiciones apropiadas para determinar metodologías innovadoras que hagan posible ofrecer ventajas a la industria establecida y a las poblaciones visitadas, al mismo tiempo que a los turistas. Las poblaciones visitadas podrían incorporarse al ciclo económico que el turismo genera, que comprende la venta de bienes y servicios propios de cada zona o país visitado. Con ello, se preservaría y fomentaría su cultura productiva por medio de la exposición y oferta de su producción local.
En ese sentido, es fundamental la concreción de un proceso de reformas estructurales que faciliten iniciativas de promoción al ciclo productivo de esta industria, mediante un marco normativo para favorecer sus actividades y generar mayores beneficios a las distintas modalidades de turismo; histórico, cultural, temático, gastronómico, de negocios, etc. Asimismo, es imprescindible que cuente con los servicios básicos para su operación, como instalaciones de alojamiento, restaurantes, agencias de viajes y empresas de transporte, así como la infraestructura vial y de interconexión necesarios para facilitar la movilidad y el libre tránsito de los turistas. De este modo, las reformas deben considerar la asignación de recursos y la identificación de los objetivos sectoriales, por lo que la presencia del sector privado, tanto en la formulación de las reformas, como en su implementación, también es de suma relevancia.
Perú cuenta con una historia milenaria, majestuosos monumentos que han sido clasificados como patrimonio de la humanidad, una de las mejores gastronomías del mundo, hermosos paisajes naturales, y, sobre todo, un gran sentido de hospitalidad. En razón de todo ello, se debe sacar provecho del turismo como una oportunidad de desarrollo, sobre todo considerando el factor multiplicador que generan sus actividades.
La Cumbre del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC) Perú 2024 ofrecerá una excelente plataforma para la difusión y promoción de los atractivos turísticos nacionales más allá del Asia Pacífico. La Cumbre APEC 2024 representará una ventana de oportunidades para la identificación de socios estratégicos.
*Juan Carlos Capuñay fue embajador de Perú en Singapur, Japón y China, y es miembro del Consejo Consultivo del Centro de Estudios China y Asia Pacífico.