En septiembre del 2013, en un discurso ofrecido en la Universidad de Nazarbayan, con ocasión de su visita oficial a Kazajistán, el presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, formuló una propuesta de integración y desarrollo regional llamada Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). De acuerdo a esta, las áreas de carácter cultural, comercial y económico deberían constituir hoy en día los elementos principales en las relaciones bilaterales y regionales, sentando así las bases para el entendimiento mutuo y la confianza recíproca. 

Conforme a su visión, la cultura constituye el vehículo para promover un diálogo entre civilizaciones y un consenso en torno a temas de interés común, en tanto que los vínculos económicos y comerciales deberían generar un intercambio justo con beneficios recíprocos. 

La propuesta del presidente Xi retoma los fundamentos de la histórica Ruta de la Seda, adecuándolos a los desafíos del presente. Desde un punto de vista conceptual, su formulación puede ser analizada tanto en función de los beneficios que ofrece al desarrollo nacional mediante el mejoramiento del nivel de vida de las poblaciones de los países miembros, como a la vigencia y espectro de los esquemas de desarrollo regional. En ese sentido, incorpora a la agenda regional las políticas y oportunidades de la globalización del siglo XXI. Es decir, la interdependencia, la complementariedad, la conectividad y la inclusión. 

En términos amplios, la BRI representa para la comunidad internacional una formulación a favor de los países en desarrollo en un escenario global, sobre todo considerando el momento en el que estamos, en que se hacen cada vez más evidentes ciertas tendencias hacia el unilateralismo y el proteccionismo, contrarias a la globalización. La BRI ofrece a las naciones participantes un espacio para el diálogo sobre procedimientos y objetivos comunes. Es una propuesta de integración y coordinación que respeta los planes, modelos y estrategias de desarrollo definidas autónomamente por cada país al momento de su adhesión a la propuesta. De esta forma, las modalidades y proyectos que lo vinculan a la Iniciativa responden a sus propias características, intereses y peculiaridades. No existen compromisos o hipotecas que se deban asumir. 

En este marco, las relaciones entre los distintos espacios geoeconómicos que comprende la BRI se han ido construyendo sobre la base del respeto mutuo y la confianza recíproca, así como del entendimiento cultural sustentado en acercamientos y coincidencias en torno a los temas del desarrollo. Se trata de una plataforma que permite a sus miembros la incorporación a una arquitectura moderna de integración, más allá de las fronteras ideológicas. Asimismo, sus capítulos de la Ruta Marítima de la Seda y de la Ruta Digital de la Seda cobran aún más relevancia de cara a la participación de regiones alejadas como América Latina. 

En su esencia, la BRI crea las condiciones para una sinergia entre la reforma y apertura de China en el escenario internacional. Promueve conceptos y enfoques amplios en la generación de una cooperación renovada en pos de un entorno que promueva el desarrollo. El elevado número de participantes en solo diez años desde su formulación muestra la receptividad que ha tenido en el mundo en desarrollo.

Asimismo, la Iniciativa puede ser observada desde la perspectiva de los alcances de la nueva filosofía del desarrollo de China. Sus propuestas sobre seguridad y desarrollo buscan el reforzamiento del apoyo al multilateralismo en el proceso de toma de decisiones en torno a la agenda internacional. En este contexto, una tratativa convergente es la Iniciativa Global de Desarrollo (GDI, por sus siglas en inglés), presentada por China en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se trata de un instrumento para la identificación de mecanismos apropiados en la promoción de un crecimiento basado en la innovación y las nuevas tecnologías y orientado a la satisfacción de las necesidades de los pueblos en vías de desarrollo. La GDI facilitará así la implementación de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 aprobada por las Naciones Unidas. De manera coincidente, en el contexto de una visión amplia del concepto de paz, puede citarse la Iniciativa Global de Seguridad (GSI), aprobada por las Naciones Unidas a propuesta de China.