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¿Qué se oculta en la disputa entre EE. UU. y China?

Source:China Hoy Author:RICARDO PÉREZ LUYO
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Los procesos de integración económica regionales se han visto seriamente dañados a partir de la segunda mitad de la anterior década. Ya habíamos tomado nota sobre el debilitamiento del multilateralismo en el comercio internacional, tras las serias dificultades por lograr un gran acuerdo comercial global bajo la plataforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El pantanoso terreno en las negociaciones para liberalizar el comercio de servicios (GATS) y las políticas de subsidios en la actividad agrícola (Ronda de Doha) dieron paso –entre otros– al denominado “spaghetti bowl” con la suscripción de innumerables tratados de libre comercio entre países y regiones (una especie de “segunda mejor opción”).

Así, el auspicioso NAFTA (North American Free Trade Agreement) suscrito entre Estados Unidos, México y Canadá (1992) ha dado paso al USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement), acordado en septiembre de 2018. En el mismo sentido, la original propuesta sobre el Trans-Pacific Partnership (TPP), liderada por la administración Obama y que buscaba un acuerdo de libre comercio entre 12 economías de Asia-Pacífico, igualmente ha tenido que ser modificada en 2018, abriendo paso al denominado Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTTP/TPP 11), pero ahora entre 11 economías (Canadá, Australia, Brunei, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam).

Simillar suerte sufrió la propuesta sobre el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos. Las negociaciones perdieron importancia con la administración Trump y, en abril de 2019, la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la Unión Europea) manifestó haberla desestimado por completo.

Sin embargo –y en una respuesta muy inteligente–, es la República Popular China la que en 2012 impulsó el denominado Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), el mismo que apunta hacia la conformación de un tratado de libre comercio entre las expectantes economías del ASEAN (Association of Southeast Asian Nations) y Australia, China, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Como es de notar, China no fue partícipe del TTP (ni ahora del TPP-11).

Posiblemente encontremos algunas respuestas a estos “comportamientos globales” en el campo de las relaciones internacionales y en la economía política internacional, en el marco del concepto de la tendencia hacia el hegemonismo.

Empecemos diciendo que de acuerdo con el IMF World Economic Outlook Database (octubre de 2013) en el año 2000 la participación de China en el PIB global (PPP) representaba el 7 %, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea, cada uno representaba el 25 % del mismo. En 2012, China ya representaba el 15 % del PIB global, Estados Unidos el 20 %, mientras que la participación de la Unión Europea disminuyó al 19 %. En 2018, China habría logrado superar a Estados Unidos en la participación sobre el PIB global (figura N° 1).

 

Figura N° 1: Participación de países / regiones en el PIB Global (PPP)

Fuente: https://www.visualcapitalist.com/

Una de las fuentes más certeras para explicar un crecimiento sostenido de la producción agregada es el comportamiento de la productividad laboral. Si consideramos como un indicador “proxy” de este concepto al denominado “PIB por persona empleada” (Banco Mundial) nos encontraremos con una interesante sorpresa (Gráfico N° 1): la tasa de crecimiento anual promedio de esta variable en el período 2005-2019 representó el 1,03 % para Estados Unidos, 0,5 % para Alemania y 8,57 % para China. Mientras que en 2005, el “PIB por persona empleada” en China representaba el 9 % respecto a Estados Unidos, en 2019 representaba el 23 %. No hay duda de que las ganancias de productividad en China son la fuente fundamental de su perspectiva hegemónica en el campo económico.

Gráfico N° 1: PIB por persona empleada - Estados Unidos, Alemania y China: 1991 - 2019 (PPP, dólares constantes 2017-en miles)

Fuente: https://data.worldbank.org/indicator/

Finalmente, la mayor o menor acumulación de riqueza a nivel global se puede evaluar por la trayectoria de las cuentas corrientes de las economías (que absorben los efectos sobre la competitividad de las exportaciones). Una economía que muestra una cuenta corriente deficitaria será un “prestatario neto” (net borrower) respecto al mundo, mientras que un balance superavitario corresponde a una economía “prestamista neto” (net lender) a nivel global.

Estimamos que la contundencia de las trayectorias mostradas en el Gráfico N° 2 nos hace pensar que algo serio viene sucediendo en la economía estadounidense, mientras que los países hegemónicos de Asia y Europa muestran posiciones relativamente envidiables.

Gráfico N° 2: Balances de las cuentas corrientes (US$ billones): Estados Unidos, Alemania y China (1970-2019)

Fuente: https://data.worldbank.org/indicator/

Es evidente que estamos ante un juego de posiciones respecto al mantenimiento, consolidación y/o emergencia de nuevos liderazgos económicos globales, que definitivamente impactarán en el actual sistema de gobernanza global, acaso bajo la génesis de nuevos paradigmas.

En 2013, el equipo de Ren Xiaosi publicó “The Chinese Dream: What it Means for China and the Rest of the World”, y parece que este será el paradigma que pueda reemplazar al “American Dream”, en beneficio del progreso y bienestar global.

*Ricardo Pérez Luyo es director de la carrera de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima (Perú).

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