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¿Qué puede aportar la cultura china en el contexto de la actual crisis de 2020?

Source:China Hoy Author:AUGUSTO SOTO*
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Con unas calles desiertas e irreconocibles debido al retiro forzado por el COVID-19, en gran parte de la humanidad se difunde mucha información virtual. Abundan los consejos sobre qué libros leer, qué nueva disciplina o lengua aprender, qué filme ver, qué ejercicios practicar. Las posibilidades son infinitas. Y puesto que vivimos en una sociedad globalizada, propondré a quienes están en estas inéditas cuarentenas que intenten estudiar qué nos puede ofrecer la cultura china. Por mi parte puedo reincidir en ideas que se han valorado antes, pero que hoy cobran una extraordinaria importancia.

Idioma, escritura, artes visuales

Propondría aprender el idioma chino. Su impresión visual, tan distinta a ojos occidentales, aporta una otredad fascinante. Por ello, destacaría así como valor en sí mismo, primero, el valor de su contemplación. En segundo lugar, el proceso de aprendizaje de su escritura, particularmente la sensación de escribir cada trazo. También el proceso repetitivo de asimilación del idioma, así como la entonación de cada sílaba, en el caso del idioma hablado, que enriquecen la acción de nuestros cerebros.

La minuciosidad, una de las dimensiones de la laboriosidad, es un aporte potencial profundo para el lector occidental. Además, este detallismo y prolijidad sirven para entender mejor a la China contemporánea.

Y ciertamente es extremadamente recomendable la caligrafía, que concentra y a la vez distiende la mente. Otra dimensión que ofrece el idioma chino es la complejidad de su versión clásica, que permite profundizar las raíces culturales del país-civilización que es China (como ocurre entre los occidentales cuando estudiamos el griego y el latín respecto de las raíces de Occidente).

Las expresiones idiomáticas, chengyu (成语), se cuentan por miles y sintetizan una sabiduría a veces coincidente con dichos clásicos en griego, latín o en nuestros idiomas modernos. Pero otras veces no, ofrecen un amplio marco novedoso que representa una ganancia espiritual para quienes las aprendemos. También son ocasión para la reflexión filosófica y sobre la condición humana los textos de la Antigüedad, aún más pretéritos que nuestros equivalentes.

 Un capítulo aparte merece la pintura en su sentido paisajístico, más particularmente conocida como shanshui (山水). Sobresalen los abismos montañosos junto a los que caen cascadas, acompañadas de poemas clásicos sobre la naturaleza y la armonía con ella, y alusivas también al individuo y su circunstancia. Y, por cierto, igualmente son riquísimas las pinturas que incluyen vistas de la sociedad, en las que a menudo se muestran los distintos oficios en beneficio de la comunidad. Este genio estético perceptivo llega hasta hoy con las pinturas de las escuelas tradicionales y contemporáneas y, por supuesto, con las películas, con una narrativa amparada por una industria cinematográfica de clase mundial.

Respiración y meditación en movimiento

Hace tres décadas tuve la oportunidad de apreciar en la actual Universidad de Lenguas y Culturas de Beijing las enseñanzas del taijiquan, el más antiguo sistema de respiración y meditación en movimiento, que a la vez es raíz de las escuelas de artes marciales de Oriente. Hace tres años, cerca de la septentrional ciudad de Handan, tuve el privilegio de visitar la antigua residencia de Yang Luchan (1799-1872), uno de los maestros del taiji, fundador del estilo Yang. El taiji, con sus movimientos de coordinación absoluta, sigue a la naturaleza y concentra al individuo con movimientos coordinados y precisos. Una visita a la casa del maestro es un testimonio para evitar lo residual.

Me sorprendió su cama preferida, de madera dura y estrecha, al más puro estilo espartano. Una dimensión justa que seguramente le habrá dado el descanso suficiente a un cuerpo alimentado con lo necesario, no con lo superfluo, preparado para descansar y, a la vez, listo para reaccionar en caso de alerta en la profundidad de la noche.

Las autoridades de la Universidad de Handan están convencidas de que si todo el mundo practicara el taijiquan, “seríamos mejores personas”. Están convencidos de que esta disciplina se puede entender como un aporte para una cultura que, practicada por muchos, traiga un sosiego, una prudencia que incida en la paz mundial.

Optimismo e inspiración

Los caracteres que forman el concepto “mañana” (明天), en el que el “cielo” () del segundo ideograma (un nivel superior a grande, ) se combina con el “sol” () y la “luna” () son extraordinarios para un occidental. Para este, con un lenguaje abstracto y fonético, se trata de un simple y asombroso entendimiento del mundo y una oportunidad de asimilar la idea de que el futuro será mejor.

Es interesante destacar el concepto “crisis” (危机), que ha sido reinterpretado en Occidente más allá de lo razonable. Apenas hay estudiantes occidentales en las escuelas de negocios que no hayan escuchado de sus profesores la explicación de que en chino los caracteres “peligro” y “oportunidad” combinan su significado. O sea, ante la crisis cabe una esperanza y la posibilidad de respuestas novedosas. Más allá de esta interpretación, lo importante aquí es que hay un relevante segmento de occidentales atentos a aprender de China.

La necesidad de un diálogo de civilizaciones

Es interesante notar que históricamente y hasta hoy, quienes en Occidente mejor han captado a la civilización china en su dimensión cultural fueron intelectuales mediterráneos. Entre los principales están el italiano Matteo Ricci (利玛窦) y el español Diego de Pantoja (ambos vivieron en China en los siglos XVI y XVII). Pantoja ha sido recordado tanto en España como en China cuando se cumplieron los 45 años de relaciones bilaterales, que coincidieron con los 400 años de su fallecimiento. En esa ocasión, en 2017, el embajador en Madrid, Lyu Fan, destacó que “en su dilatado estudio e investigación de nuestra lengua y cultura supo contactarse con el pueblo e integrarse muy bien en la sociedad china de la época. Su ejemplo nos conduce a todos a reflexionar sobre el importante significado del respeto a la diversidad de civilizaciones y sobre el aprendizaje recíproco entre ellas”.

Ambos, Ricci y Pantoja (y otros tantos intelectuales occidentales de su época), estudiaron a China como una civilización con la que se podía dialogar y de la que se podía aprender mucho, a diferencia de otros sabios occidentales de siglos posteriores, entre los que ha predominado una perspectiva occidental o céntrica.

Ser más sabios

A través de varios milenios y hasta hoy vemos procesos históricos muy dinámicos en China que incluyen acción y un uso alternado de paciencia, mirada holística y de largo plazo, que ofrece paralelismos con nuestros procesos históricos, y a veces no. Por ello el estudio de la historia de China es pertinente porque nos permite estudiar similitudes y diferencias.

Cabe esperar que de este momento crítico que vive la humanidad en su dimensión sanitaria, material y ecológica emerjamos más reforzados e innovadores, atentos a aprender de otras culturas. Así, cabría considerar de qué manera puede el sistema educacional de los países europeos y americanos incluir a la cultura china como parte de su currículo escolar y universitario, más allá de la enseñanza de la lengua.

En 2020 vivimos en un mundo interdependiente que nos hará, nuevamente, readecuar la noción de que el diálogo con China es prioritario.

 

*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project y representante de China Hoy en España.

 

 

 

 

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