Josette Altmann-Borbón, secretaria general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
El nacimiento del Estado moderno en el siglo XVII constituyó también el inicio de las relaciones internacionales y del multilateralismo. La evolución del Estado en la modernidad implicó, en gran medida, el reconocimiento de la interrelación e interdependencia entre los Estados, dando inicio al sistema multilateral.
El multilateralismo se suele diferenciar en dos tipos, el llamado viejo multilateralismo y el nuevo multilateralismo. El primero fue producto de un contexto temporal de posguerra, donde los años dorados del capitalismo se encontraban en su cúspide. Estados Unidos se convirtió en el gran ganador de la guerra y en la potencia que concentró la hegemonía económica, militar y técnica de un mundo unipolar. El segundo, que caracteriza al orden internacional actual, responde a un mundo más interdependiente, multipolar y determinado por la globalización.
Dificultades de fondo
Este multilateralismo se enfrenta con dos dificultades de fondo. En primer lugar, a las realidades de los Estados en sí mismas, cuyas desigualdades no pueden borrar la particularidad de cada Estado, ni mucho menos su voluntad de mantener el control de la fuerza legítima, en particular la militar. En segundo lugar, el multilateralismo se suele declarar como universal. Sin embargo, no por esforzarse en integrar a todos los Estados en una misma racionalidad, deja de ser ante todo occidental.
La globalización ha dado como resultado un mundo profundamente interconectado, pero con limitada capacidad para dar respuesta a los riesgos globales, como la actual pandemia de COVID-19. Lo que inició como una crisis sanitaria, rápidamente afectó todas las áreas de la sociedad, tanto a nivel individual como colectivo. Los cierres de fronteras y los confinamientos a nivel mundial resultaron en una desaceleración económica que generó una grave crisis social, dejando a millones de personas sin empleo, en la pobreza, e incrementando las inequidades.
En este escenario, las instituciones multilaterales adquieren un rol importante para acciones coordinadas a nivel global. Sin embargo, estas instituciones se han visto debilitadas en los últimos años por el surgimiento de los nuevos nacionalismos, el extremismo, e incluso los intereses comerciales y económicos de las grandes potencias.
La pandemia vino a profundizar la desconfianza en las instancias multilaterales globales y ha señalado los grandes vacíos de un modelo de desarrollo excluyente. Para hacer frente a los problemas globales, se requiere un diálogo continuo y equitativo, a fin de redefinir nuevas hojas de ruta que promuevan un desarrollo justo, verde e inclusivo a través de la cooperación internacional.
Nuevos mapas conceptuales
El mundo que emerja de la crisis será distinto del que entró en ella, considerando que la pandemia afectó radicalmente la forma tradicional de pensar y entender la ciencia, la economía, la política y la sociedad.
La crisis sanitaria rescató la importancia de la ciencia y la producción de conocimiento. Gracias a los avances científicos fue posible secuenciar el genoma del virus solo unas pocas semanas después de su aparición y producir vacunas que –a través de diferentes tecnologías– previenen las complicaciones que pueda generar el virus.
Al mismo tiempo, el papel de la ciencia durante la pandemia no se limitó a las ciencias naturales. Las ciencias sociales fueron relevantes para explicar y proponer soluciones a problemas sociales en temas como la educación, la desigualdad y la salud mental.
Esto ha seguido difuminando las fronteras entre las disciplinas científicas y cada vez más se requiere de la multi e interdisciplinariedad para abordar los complejos problemas de nuestra época. Resulta necesario, entonces, establecer canales de comunicación permanentes entre las ciencias sociales y otras disciplinas que hagan a unas y otras más relevantes.
Es así como, sin olvidar su papel científico y crítico, la academia debe generar conocimiento y reflexión de la más alta calidad y formar especialistas con herramientas intelectuales y analíticas para aportar a la solución de los problemas globales y sus implicaciones nacionales y locales.
Se requieren nuevos mapas conceptuales porque los heredados ya no permiten comprender los grandes cambios en curso y las tendencias que se están produciendo. Es necesario fortalecer la relación entre conocimiento, ciencia y políticas públicas que permitan crear una visión de futuro compartido.
América Latina y el Caribe, al igual que otras regiones en desarrollo, adolece de problemas estructurales como la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, la violencia, el desempleo, la corrupción y la impunidad, a los que se suma ahora la pandemia que ha agravado los problemas económicos, sociales y de gobernabilidad a nivel mundial.
La pandemia catalizó una cooperación científica de dimensiones nunca vistas. Científicos e investigadores de diferentes países pusieron toda su experiencia y conocimiento en la búsqueda de soluciones a los problemas emergentes de la crisis, e implementaron mecanismos de cooperación a multinivel entre grupos científicos, gobiernos, sector privado y organismos internacionales.
Esto ha demostrado que los problemas globales solo podrán solucionarse a través de la cooperación. Ningún país por sí mismo, ni siquiera las potencias mundiales, puede resolver los grandes problemas del siglo XXI.
La cooperación requiere de un diálogo y una lectura amplia de la realidad internacional, una conversación sincera que deje de lado los estigmas y que busque los temas que nos unen. Solo un diálogo abierto entre Estados permitirá crear una estrategia conjunta de cooperación con impacto global.
19 de noviembre de 2020. Un lote de 120.000 dosis de la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por el laboratorio chino Sinovac llega al estado de Sao Paulo, Brasil. Visual People
Multilateralidad del siglo XXI
Para enfrentar crisis futuras, siendo el cambio climático la más apremiante, necesitamos más y mejor multilateralismo. Solo mediante una institucionalidad que trascienda las fronteras nacionales podrá hacerse una adecuada gestión de los riesgos globales. Esto requiere fortalecer la institucionalidad del sistema multilateral, dotándolo de las herramientas necesarias para realizar su labor, aumentar su legitimidad y hacerlo más cercano a las necesidades de las personas, promoviendo una mayor participación de la sociedad civil.
En un contexto de cambios acelerados de las relaciones de poder a nivel global, el multilateralismo se reafirma como la mejor opción para lograr los equilibrios que puedan mantener la paz y la estabilidad internacional. Lo anterior propicia el debate para la necesaria reforma de las instituciones internacionales como una agenda crucial de la política exterior de los Estados y evidencia la necesidad de establecer nuevas formas de gobernanza en el plano mundial, capaz de regular las relaciones entre los más diversos actores.
Conscientes de los desafíos del siglo XXI, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) se ha propuesto estrechar las relaciones académicas y de cooperación con Asia Pacífico, con la intención de generar un mayor intercambio y entendimiento mutuo en pro de sociedades más dignas, plurales, diversas e inclusivas.
*Josette Altmann-Borbón es secretaria general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).