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Un consenso cada vez mayor

Source:China Hoy Author:YUE YUNXIA*
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La Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), planteada por China en 2013, se ha convertido en un impulso para la cooperación multilateral y el desarrollo de las economías emergentes. En la segunda Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, realizada en Santiago de Chile en enero de 2018, China invitó oficialmente a los países latinoamericanos y caribeños a incorporarse a la IFR y, posteriormente, las dos partes emitieron una declaración especial que expresó la concordancia de América Latina y el Caribe con los principios de la iniciativa. Gracias a ello, la cooperación bilateral, sobre todo la económica y comercial, ha dado nuevos frutos y contribuido a que ambas partes afronten la ralentización del crecimiento económico global en 2019 y la pandemia de COVID-19 en 2020.

 

6 de noviembre de 2020. Feria de Comercio de la Franja y la Ruta, realizada en el marco de la tercera CIIE en Shanghai.

 

Conocimiento común

 

Apenas fue planteada la IFR, los países latinoamericanos y caribeños expresaron un gran interés y pidieron que se extendiera a la región. A pesar de la influencia de Occidente y de que aún hay reportajes negativos en los medios de comunicación locales, se ha llegado a una visión general de la IFR y de sus beneficios para el desarrollo económico de la región. Cada vez hay una mayor información sobre la relación entre la IFR y la construcción de infraestructura, y el enfoque está puesto más en la cooperación y los intercambios con China, ya que se considera que la Franja y la Ruta es “más una oportunidad que una amenaza”.

 

Asimismo, cada vez más países latinoamericanos y caribeños han expresado su consenso con los valores internacionales que plantea la IFR: su espíritu de respeto mutuo y desarrollo inclusivo, en el que se integran las ventajas de todos los participantes en pos de beneficios mutuos; su fomento de la paz y la prosperidad en el mundo; y la postura de que no hay consenso internacional más importante que el de construir infraestructura necesaria para los países en desarrollo, especialmente aquellos sumidos en la pobreza, y China tiene una amplia experiencia en el campo de la infraestructura.

 

El conocimiento común de la IFR ha impulsado que la propuesta eche raíces en América Latina y el Caribe y rinda sus primeros frutos, especialmente en los ámbitos económico y comercial.

 

Hasta la fecha, 19 de los 24 países latinoamericanos y caribeños que tienen relaciones diplomáticas con China han firmado el memorando de entendimiento sobre la construcción conjunta de la IFR, y en los cinco países restantes (Brasil, México, Argentina, Colombia y Bahamas) hay un progreso sustancial. Por ejemplo, en la Declaración Conjunta Sino-Argentina, el país sudamericano ha expresado su deseo de ampliar la asociación estratégica integral a la cooperación en el marco de la Franja y la Ruta.

 

Países como Chile y Panamá han integrado sus propios planes de desarrollo nacional con la iniciativa al plantear la construcción de la Ruta de la Seda Sanitaria, la Ruta de la Seda Digital, la Ruta de la Seda Verde y la Ruta de la Seda Innovadora. Del mismo modo, han salido adelante muchos proyectos de cooperación en ámbitos como la energía, el transporte, la red eléctrica, entre otros, y empresas chinas como COFCO, State Grid y DiDi han continuado aumentando sus inversiones en la región.

 

La comunicación de políticas entre China y América Latina y el Caribe ha facilitado la inversión y el comercio bilateral. China y Brasil llegaron a un entendimiento en los departamentos de aduanas y agricultura y a un protocolo de cuarentena para productos específicos; China y Chile actualizaron su Tratado de Libre Comercio (TLC), dando prioridad a la facilitación del comercio y a las mejoras en el mecanismo de coordinación y protección medioambiental; mientras que las negociaciones para una actualización del TLC entre China y Perú incluyen puntos como la cooperación aduanera, el apoyo a las pymes, el desarrollo del comercio electrónico, entre otros.

 

La comunicación de políticas también ha fomentado la transformación estructural de la cooperación bilateral. China y Chile han expresado su intención de iniciar los intercambios en telecomunicaciones y comercio electrónico; China y Colombia han llegado a un acuerdo en economía digital y el sector de la innovación; China profundizará con Brasil la cooperación en cultura, educación y deporte; y con Jamaica se hará lo mismo en salud, educación, capacitación y turismo. Todo esto fomentará la cooperación bilateral y un ascenso al extremo superior de la cadena de valor.

 

Construcción conjunta

 

En 2019, en contraste con la caída del comercio y la inversión global, las relaciones económicas y comerciales entre China y América Latina y el Caribe mantuvieron un crecimiento estable. Mientras que el volumen total de importaciones y exportaciones de China tuvo una disminución interanual del 1 %, el comercio sino-latinoamericano y caribeño creció un 3,3 % (las exportaciones aumentaron un 2,1 % y las importaciones, un 4,4 %). Del mismo modo, mientras la inversión directa al exterior de China bajó un 4,3 %, la inversión china en América Latina y el Caribe subió un 7,2 % hasta llegar a totalizar 436.050 millones de dólares, casi una quinta parte de la inversión total del país al exterior.

 

En 2019, América Latina y el Caribe se convirtió en el tercer mercado de China en materia de cooperación económica. Más aún, tal cooperación bilateral ha pasado de la simple contratación de obras a un modelo diversificado que incluye construcción, financiamiento y gestión de proyectos.

 

La pandemia de COVID-19 afectó primero a China y luego a América Latina y el Caribe. En este difícil año se ha visto con mayor claridad el rol estabilizador de la cooperación económica y comercial sino-latinoamericana y caribeña.

 

Según estadísticas de la Aduana china, en el primer trimestre del año, periodo en el que China sufrió más la pandemia, las importaciones disminuyeron un 2,3 % con respecto al año anterior; sin embargo, los alimentos y materias primas importados de América Latina y el Caribe registraron un crecimiento del 7,3 %, mientras que las importaciones de azúcar, carne, mariscos y frutas aumentaron un 196 %, 142,8 %, 39,4 % y 16,8 %, respectivamente. La región de América Latina y el Caribe desempeñó un activo papel en garantizar el suministro alimenticio del mercado chino.

 

Para América Latina y el Caribe, la demanda china ha significado también una reserva sólida de ingresos. Cifras oficiales indican que entre enero y agosto las importaciones totales de China cayeron un 5,2 %, pero las de bienes latinoamericanos y caribeños solo disminuyeron un 1,5 %. Una parte de los países gravemente afectados por la pandemia en la región redujeron en gran medida el comercio con sus dos socios tradicionales, EE. UU. y Europa, pero lograron un ritmo estable de exportaciones a China, incluso un aumento. Por ejemplo, en abril y mayo, cuando la lucha contra el COVID-19 se encontraba en uno de sus momentos más álgidos, Brasil registró un alza histórica en la exportación de soja a China, lo que aseguró un crecimiento estable y sostenido del empleo en las industrias relacionadas, además de jugar un importante papel en cuanto a la disminución de los riesgos externos de su economía.

 

Cabe señalar que en las crisis extremas surgidas desde 2019, la cooperación entre China y América Latina y el Caribe ha pasado la prueba, ha confirmado su papel de apoyo al crecimiento económico y al desarrollo social de ambas partes, y ha encarnado plenamente la importancia de la apertura que defiende la Franja y la Ruta en la economía mundial. La construcción conjunta de la IFR está contribuyendo a la estabilidad y sostenibilidad de la cooperación económica y comercial entre China y América Latina y el Caribe.

 

8 de abril de 2020. La embarcación panameña Corinthian Phoenix se prepara para zarpar del puerto de Zhoushan, en la provincia de Zhejiang. Fotos de Cnsphoto

 

Desarrollo mano a mano

 

El desarrollo estable de las relaciones económicas y comerciales entre China y América Latina y el Caribe demuestra que la construcción conjunta de la IFR se corresponde con las necesidades de ambas partes. En la pospandemia habrá un espacio multidimensional en el cual ampliar la cooperación económica y comercial.

 

En primer lugar, en los ámbitos de cooperación. Durante la pandemia creció mucho el comercio bilateral en alimentos, medicinas y juegos digitales, mientras que el comercio electrónico tuvo un gran salto, lo que refleja el surgimiento de nuevas demandas de cooperación. Para llenar estos espacios, tanto China como América Latina y el Caribe pueden recurrir a la Ruta de la Seda Sanitaria, la Ruta de la Seda Digital, etc.

 

En segundo lugar, en la coordinación de políticas. Como nos encontramos ante un complicado entorno sin precedentes, se debe fortalecer constantemente la coordinación política en más sectores, eliminando elementos que obstaculicen la cooperación bilateral y enfrentando los riesgos a corto plazo con paciencia.

 

En tercer lugar, en el desarrollo conjunto. El garantizar una fluida cooperación económica y comercial entre China y América Latina y el Caribe es una ganancia para ambas partes. Hay que actualizar la cooperación tanto en la economía como en otros sectores, a fin de crear más intereses y beneficios y evitar riesgos sistemáticos.

 

En cuarto lugar, en el efecto derrame. La Iniciativa de la Franja y la Ruta alienta la cooperación con terceros mercados, la cooperación tripartita y la cooperación entre el Gobierno y el capital social. Asimismo, mediante la cooperación y el intercambio se evitarán fricciones entre China y las empresas europeas y estadounidenses arraigadas en la región desde hace muchos años.

 

 
 
*Yue Yunxia es directora de la Oficina de Economía del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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