Niñas realizan un baile tradicional en la Escuela Primaria n.º 2 de Nyingchi.
Por MICHAEL ZÁRATE*
Bai Ma Pingzeng, un agricultor de 37 años, nos recibe con una sonrisa veraniega en la aldea de Xiga Monba, en la ciudad tibetana de Nyingchi. Pero es su hija, de 5 años, la que con mucha madurez y una mirada circunspecta insiste en que probemos todo lo que su familia produce, en especial la leche de yak, alimento básico en la meseta tibetana. Después de beber cuatro vasos, Bai Ma Pingzeng nos cuenta cómo los últimos años han significado una mejora en su familia que él no esperaba. Hoy no solo su pequeña de 5 años va al nido infantil, sino que su hija mayor de 11 años puede pensar ya en acudir a una universidad. “Antes el transporte y los caminos eran muy malos”, recuerda Bai Ma, a quien el avance de la infraestructura le permite hoy comercializar mejor los productos de su tierra de 8,8 mu (0,58 hectáreas).
El caso de Bai Ma Pingzeng refleja la situación en muchas aldeas de la región autónoma del Tíbet. Según cifras oficiales, la tasa de pobreza en el Tíbet ha bajado del 25,2 % en 2015 al 5,6 % en junio de este año, mientras que, en el mismo periodo, el número de personas pobres se redujo de 590.000 a 150.000. El desarrollo ha sido considerable, pero el desafío es aún mayor, pues China espera erradicar este año la pobreza absoluta en toda la región, según las palabras dadas por Luo Bu, investigador de la Sociedad China de Estudios sobre Derechos Humanos, en el marco del 41.º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
El turismo es un aliado
En la prefectura de Ngari, la menos poblada del Tíbet, 16.212 residentes han salido de la miseria en los últimos tres años, gracias a la implementación de 88 proyectos de reducción de la pobreza con una inversión total de unos 1500 millones de yuanes (191,68 millones de euros). Algunos de esos proyectos se han enfocado en el fortalecimiento del turismo, cuyo auge ha ayudado a 2520 pobladores de Ngari a librarse de la pobreza.
En otras zonas del Tíbet también se viene desarrollando el turismo como una herramienta eficaz en la reducción de la miseria. Es el caso de la aldea de Zhaxigang, en el poblado de Lulang (Nyingchi), donde viven 327 personas en 66 familias. Con un privilegiado medio ambiente, un adecuado sistema de transporte y una larga historia, los pobladores de la aldea han decidido hacer del turismo un camino para su desarrollo económico gracias a la apertura de “hoteles familiares” (hospedajes acondicionados en sus propias casas). De hecho, fueron los primeros en aplicar este modelo en todo el distrito tibetano de Bayi. Hoy, la aldea de Zhaxigang cuenta con 51 hoteles familiares con más de 1200 camas y en 2018 recibió a más de 75.000 turistas, lo que generó que sus ingresos en este sector se incrementaran a 4,06 millones de yuanes (519.000 euros).
“Lulang es un lugar perfecto para el turismo, pues uno puede disfrutar de la belleza del paisaje. Quise aprovecharlo y por eso decidí brindar hospedaje en mi casa”, nos cuenta Dawa, de 47 años y padre de tres hijos, quien en 2012 obtuvo un préstamo bancario para abrir su hotel familiar, en donde una noche cuesta entre 45 y 50 yuanes (5,7 y 6,3 euros). Dawa, que en tibetano significa “luna”, se dedicaba antes a la cría de animales y a la agricultura. Su casa, modesta pero acogedora, se encuentra en medio de verdes montañas y límpidas aguas que dan la razón a esa frase popular que dice que “basta conocer Lulang para olvidar de dónde vienes”. No por nada dicho poblado es conocido también como “la morada de los dioses”.
Lulang ha logrado destacar también gracias al proyecto “Pueblo Turístico Internacional”, que se puso oficialmente en marcha el 28 de marzo de 2017 y que ha contado con el apoyo de la próspera provincia china de Guangdong. Desde 2016, más de un millón de turistas han visitado Lulang, por lo que este poblado juega un rol determinante en el desarrollo de la ciudad de Nyingchi y en la creación de una ruta turística de alto nivel en el sureste del Tíbet.
El poder de la educación
Teniendo en cuenta la ambiciosa meta de este año de erradicar la pobreza absoluta en el Tíbet, el 17 de junio pasado las autoridades chinas firmaron un total de 202 proyectos, con una inversión calculada de 21.500 millones de yuanes (2748 millones de euros). La iniciativa abarcará una amplia gama de sectores, como los de empleo, ciencia y tecnología, reubicación, pero sobre todo educación y atención médica.
Precisamente, en lo que respecta a educación, China Hoy tuvo la oportunidad de visitar dos de los centros educativos más prestigiosos de la región: la Escuela Primaria n.º 2 de Nyingchi y la Escuela Secundaria n.º 2 de Naqu en Lhasa. La primera de ellas está enfocada en promover en los más pequeños el respeto al medio ambiente, como nos dice Cheng Xianchi, una de sus profesoras. La escuela cuenta con 1800 alumnos de las etnias tibetana, han, monba, hui, deng, entre otras, quienes reciben una educación bilingüe en tibetano y chino mandarín. Por sus pasillos no solo puede observarse el caminar de estos niños, sino también pequeñas réplicas construidas por ellos del cohete Larga Marcha-7, el laboratorio espacial experimental Tiangong-1, el primer avión chino de pasajeros C919, entre otros hitos del desarrollo científico del país.
En la Escuela Secundaria n.º 2 de Naqu, ubicada en la capital tibetana de Lhasa, nos recibe Balmasherab, maestro de inglés de 39 años, quien es uno de sus 284 profesores a tiempo completo. “Aquí estudian muchos hijos de agricultores y pastores que viven en áreas de gran altitud. La escuela es una ventana de lo que es la educación en el norte del Tíbet”, nos dice. A través de las ventanas de una de las aulas, pudimos apreciar a los jóvenes estudiantes recibiendo clases sobre el sistema político de la Grecia y Roma antiguas, mientras en otro salón se podía escuchar una lección de música de Beethoven.
La importancia del Tíbet
Tanto el turismo como la educación se han vuelto dos sectores cruciales para la erradicación de la pobreza absoluta en el Tíbet, en un año en el que se cumplen seis décadas de su reforma democrática. Según cifras dadas por Jiang Jianguo, subdirector del Departamento de Publicidad del Comité Central del Partido Comunista de China, el PIB tibetano pasó de 170 millones de yuanes en 1959 a 150.000 millones en 2018. Más aún, su población creció de 1,2 millones de habitantes (en la década de 1950) a 3,4 millones, mientras que la expectativa de vida aumentó de 35,5 a 70,6 años en la actualidad. Jiang brindó estas cifras durante el Foro sobre el Desarrollo del Tíbet 2019, realizado en Lhasa el 14 de junio pasado y al cual pudo asistir China Hoy.
Más allá del interés que siempre ha despertado en el mundo, un desarrollo sostenible del Tíbet reviste de suma importancia para China por tratarse de un lugar estratégico dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), conocida en España como la Nueva Ruta de la Seda. Históricamente, el Tíbet desempeñó un rol clave dentro de la antigua Ruta de la Seda, por lo que hoy apunta a ser un corredor terrestre relevante entre China y los países del sur de Asia, en especial con la India, Bután y Nepal.
*Michael Zárate es redactor subjefe de la edición en español de la revista China Hoy.