El regreso a la política del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, supondrá un amplio restablecimiento de las relaciones entre China y Brasil. Pero como aún le queda mucho tiempo, es posible que durante esta visita se centre más en el comercio y la inversión para que la "nación de la samba" recupere cuanto antes su economía.
El comercio es la piedra angular
Aunque una gripe inesperada trastocó el plan de Lula de visitar China, este cumplió su promesa una vez recuperado, con el objetivo de transmitir un mensaje claro y eliminar todos los obstáculos creados por su predecesor, Jair Bolsonaro, en las relaciones China-Brasil.
Como partidario de Donald Trump, Bolsonaro siguió de cerca las políticas de Washington hacia China y fue hostil a China en el campo diplomático. No solo insultó a China en cuestiones políticas, sino que también retrató la inversión china como una infracción a la "seguridad nacional" de Brasil. Incluso cuando se trataba de ampliar las exportaciones a los mercados asiáticos, que iban a beneficiar a sus propios empresarios y ciudadanos, culpó a China no por comprar productos brasileños, sino por "comprar Brasil".
Gracias a un grupo de políticos brasileños visionarios y expertos locales, así como al Gobierno chino, que siempre ha considerado el papel de Brasil en la política mundial y las relaciones internacionales desde una perspectiva estratégica y a largo plazo, las relaciones entre China y Brasil siguieron básicamente el camino correcto durante la presidencia de Bolsonaro. A pesar de los desafíos, el comercio entre los dos países, especialmente las importaciones de China desde Brasil, se ha mantenido alto.
A día de hoy, China es el mayor socio comercial de Brasil, un lugar que ha conservado durante 14 años consecutivos. Brasil es también la mayor fuente de soja, pollo y otras importaciones de China, mientras que China es la principal fuente de inversión extranjera de Brasil.
En cierto sentido, las relaciones económicas y comerciales se han convertido en la piedra angular de los intercambios mutuos entre los países más grandes de Asia y Sudamérica, con capacidad para lograr el autodesarrollo, a pesar de los factores políticos desfavorables.
¡China es la respuesta a la economía!
La postura de Lula sobre China quedó patente desde el principio de su campaña presidencial. Cuando le preguntaron por China en una entrevista televisiva, prometió dedicar la primera mitad de su presidencia a reparar las buenas relaciones bilaterales.
En ese momento, tal vez muchas personas interpretaron esta declaración debido a la identidad de izquierda de Lula y sus sentimientos personales empujados por el socialismo obrero, o con el fin de mostrar una posición totalmente diferente a la de Bolsonaro.
Sin embargo, el hecho es que las empresas brasileñas han colapsado en masa, las tasas de desempleo se han disparado, las órdenes de producción se han interrumpido y la tasa de pobreza se ha disparado debido al impacto de la pandemia de COVID-19, así como a los cuatro años de presidencia de Bolsonaro, que consumieron los recursos del Gobierno y causaron tensas relaciones entre el Gobierno central y los gobiernos locales. Ante un país así, cualquier nuevo gobernante daría prioridad al desarrollo económico y a la mejora de los medios de subsistencia de la población por tratarse de las cuestiones políticas más urgentes.
En su anterior visita a Estados Unidos y al recibir al canciller alemán, Olaf Scholz, Lula también hizo de la expansión de las exportaciones y la atracción de inversiones los temas principales. Sin embargo, buscar un crecimiento progresivo con el mayor socio comercial es inevitablemente el camino más factible.
Confianza y entorno empresarial favorable
El mandato de Lula de 2003 a 2010 dejó una buena impresión en la parte china, y este alto político del Partido de los Trabajadores tiene una formación política y una lógica de gobierno similares a las de sus homólogos chinos. Esto proporciona una base para que reciba una respuesta positiva durante su visita a China.
Poco antes de su viaje previsto a nuestro país, Beijing levantó el 23 de marzo la prohibición de importación de carne vacuna brasileña debido a una epidemia. Desde hace un tiempo, el Gobierno chino también ha estado creando un ambiente propicio para la inversión diversificada en Brasil.
Durante la presidencia de Bolsonaro, muchas empresas chinas suspendieron sus planes de cooperación con Brasil debido a un entorno político incierto. Algunos de los empresarios locales que tienen profundas raíces en la zona se volcaron a promover la cooperación con los gobiernos estatales. Casualmente, la mayoría de ellos son del Partido de los Trabajadores al que pertenece Lula. Actualmente, muchos empresarios chinos creen que ha llegado la hora de hacer negocios con Brasil.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que las exportaciones de Brasil a China siguen centrándose en productos primarios como la soja, la carne vacuna, el petróleo crudo, el mineral de hierro y la pasta de papel, mientras que las inversiones de China en Brasil se concentran en campos convencionales como la industria manufacturera, la energía y la minería, y las instalaciones agrícolas. Lula espera que el crecimiento sostenible de la economía, el comercio y la inversión entre los dos países no solo aumente en número, y China también espera ampliar la cooperación a áreas de alto nivel para lograr estabilidad, diversificación y equilibrio.
Ambos países se están centrando en actualizar las industrias tradicionales y desarrollar industrias emergentes impulsadas por la revolución de las nuevas tecnologías, y sus empresas tienen una gran voluntad de cooperar en los campos de la comunicación 5G, la energía limpia, la agricultura moderna y la economía en línea.
Sin embargo, la recuperación del entusiasmo inversor de China en Brasil también depende de la capacidad de Brasil para soportar la presión de fuentes internas y externas, eliminar los obstáculos tangibles e intangibles, y crear un entorno empresarial amigable y predecible desde una perspectiva estructural e institucional.
Esta es la ambición que el "Hijo de Brasil" espera mostrar durante su primera visita a China desde que regresó al poder y a las comunidades empresariales de los dos países.