En los últimos meses, el Gobierno chino ha ajustado y lanzado medidas optimizadas contra la pandemia del COVID-19, sobre todo las 20 emitidas el día 11 de noviembre y las nuevas 10 publicadas el 7 de diciembre, además de los reglamentos pertinentes dados a conocer por los departamentos y los gobiernos locales.
Estos ajustes han supuesto una reorientación, desde “la prevención y el control estrictos”, a una política en sintonía con la evolución de la situación epidemiológica. En ese sentido, también se ha dado una respuesta enérgica a la propagación de la variante ómicron por el invierno. Bajo la premisa de minimizar el impacto negativo de las políticas de prevención y control contra la epidemia, cabe destacar los esfuerzos decididos para poner a las personas y sus vidas por encima de todo lo demás, proteger la seguridad y la salud de las personas en la mayor medida posible y reducir al mínimo impacto el desarrollo económico y social, además de lograr que las medidas de respuesta sean más específicas y científicas.
Retomando la normalidad
A diferencia notable de los efectos de la implementación de una serie de políticas públicas de prevención contra el COVID-19 que el pueblo chino debió seguir durante los tres primeros años de pandemia, las medidas actuales son ostensiblemente más flexibles. Por ejemplo, las condiciones de ingreso desde el exterior son más sencillas, el tiempo de cuarentena después de entrar en China se ha reducido y los viajes interprovinciales no están sujetos al nivel de riesgo de la zona, todo lo cual ha facilitado las actividades comerciales transfronterizas y nacionales. Otro ejemplo es el caso de la prueba de ácido nucleico, la cual pasó de ser obligatoria a voluntaria, lo que ha permitido a las empresas, instituciones y personas planificar mejor su trabajo y vida diaria. En la actualidad, se deben identificar las unidades de riesgo desde las comunidades residenciales grandes hasta los pisos e incluso las familias, estableciendo reglas vinculantes para la duración del control, lo que hace que el impacto de las políticas de prevención y control en la vida de los residentes sea más predecible.
Cabe mencionar que aquellos encargados de elaborar las políticas de control deben velar por su justa implementación en todo el país de manera institucionalizada, en que lograr el consenso del pueblo ha sido uno de los mayores focos. En menos de un mes, las prácticas extremas ampliamente criticadas surgidas en las entidades de base que consistían en la aplicación de un único criterio a todos los casos en la ejecución de las políticas y el aumento de su intensidad de nivel en nivel perdieron su espacio institucional y de opinión pública. Los gobiernos de los diversos niveles de China han acordado que el enfoque vis-a-vis la epidemia se debe centrar en la vuelta a la normalidad, sobre todo en relación a la vida diaria de la gente.
Cambio de políticas basado en la confianza
A diferencia de la pasividad de algunos países, la actual estrategia china de optimización y adaptación de la respuesta al COVID-19 no significa relajar la prevención y el control del virus, y mucho menos levantar las restricciones a la enfermedad o “permanecer de brazos cruzados” en la lucha contra la epidemia. La optimización contempla medidas más abiertas y activas, pero siempre en base a la capacidad ágil y precisa para la “dinámica de cero contagio de COVID-19” que se ha conseguido durante los últimos tres años.
La emisión de la serie de medidas proviene de la directriz general contra la pandemia y la confianza en los recursos sociales. Desde el primer brote del COVID-19 ocurrido en Wuhan, provincia de Hubei, hace tres años, el Gobierno chino siempre ha velado por el pueblo y su vida como primera prioridad. En ese sentido, ha optimizado y mejorado las medidas de prevención y control a gran escala ocho veces de acuerdo a la situación del momento, ha manejado eficazmente los casos positivos que se dieron como resultado de aglomeraciones, ha respondido a las cinco olas de la epidemia que ha habido a nivel global, y ha logrado mantener la tasa de infección y el número de muertes en el nivel más bajo del mundo.
En la actualidad, la tasa de vacunación de China supera el 90%, y los medicamentos y recursos médicos han mejorado aún más, lo que proporciona mejores condiciones y garantías para vencer la variante ómicron.
La publicación de esta serie de medidas proviene de la confianza en la evidencia científica y de la tendencia epidemiológica. Desde la primera variante hasta la más actual, los científicos chinos han hecho un seguimiento continuo de la situación a nivel mundial y analizado la evolución del virus, para evaluar el efecto de la implementación de medidas nacionales de prevención y control de manera dinámica.
Los hechos han demostrado que la estrategia nacional para hacer frente a cada ola del virus ha surtido efecto, con logros que son evidentes entre toda la población. Desde el año 2022, ha habido varias olas de la variante ómicron en China, con lo cual se ha acumulado experiencia en relación a la mejor forma de abordar el tratamiento clínico. De acuerdo con los cambios etiológicos y epidemiológicos, como el período de incubación, la transmisión y la patogenicidad del virus, las políticas que han sido adoptadas siempre han apuntado a garantizar que los riesgos puedan ser controlados y no comprometan la seguridad de las personas.
Esta serie de medidas proviene de la confianza de la población en la capacidad de respuesta a la pandemia. Hasta hace poco, China había aplicado la estrategia de prevención contra la pandemia más estricta del mundo, en la que los gobiernos de las diversas instancias desempeñaron un papel central y asumieron la responsabilidad principal. China debe su éxito a la organización de los gobiernos de todos los niveles y al alto grado de cooperación de la población, además de un sistema de vanguardia a nivel mundial de vigilancia, rastreo y detección de virus, con lo cual se ha frenado efectivamente la propagación de la pandemia. Gracias a un mayor conocimiento sobre medidas de prevención, la gente se ha acostumbrado a vivir y trabajar de manera activa en esta particular coyuntura. Ya que la toxicidad del COVID-19 y la propagación del virus están a la baja, se ha instado a que cada persona vele por su propia salud y el Gobierno ha destinado recursos principalmente para atender a aquellos más vulnerables y a los pacientes graves.
Factores activos para la recuperación económica mundial
En los últimos tres años, el Gobierno chino ha tomado políticas eficaces y diferentes a las de otros países en la afrontación ante la pandemia. De esta forma, y mediante medidas de prevención y control estables y eficaces, se ha podido dar una respuesta a la epidemia. China ha movilizado sistemáticamente los recursos de toda la sociedad para hacer frente a la pandemia con un alto grado de liderazgo y ejecución, garantizando la salud y vida del pueblo, y creando las condiciones necesarias para salvaguardar la producción y la inversión, lo que evidencia en gran medida la superioridad del sistema socialista.
Optimizar y mejorar activamente las medidas de prevención y control ha sido una experiencia importante en la prevención y el control de la pandemia en China. Tanto las “20 medidas” como las nuevas “10” son optimizadas en virtud de la novena versión del plan sobre prevención y control del nuevo coronavirus. Es decir, previo a ello, el país ya había hecho ocho ajustes de este plan en base a la evidencia científica y coyuntural. El 2 de diciembre pasado, la Organización Mundial de la Salud señaló que estamos mucho más cerca de poder decir que la fase de emergencia de la pandemia ha terminado, pero aún no hemos llegado a ella. Con la evolución de la pandemia, la política de prevención de China también se ajustará y cambiará de acuerdo a las circunstancias para minimizar el impacto negativo de la epidemia y hacer que las políticas sobre el orden de producción y vida sean más llevaderas y personalizadas.
Con una población de más de 1400 millones de habitantes, China se ha convertido en el único país importante del mundo que ha mantenido un crecimiento económico anual tras el brote de COVID-19, toda vez que la tasa de infección, enfermedades graves y muertes por la pandemia se encuentra en el nivel más bajo del mundo.
Durante los últimos tres años, el papel de China en el sistema económico mundial se ha vuelto más prominente, por lo que sus políticas de prevención de la pandemia también han atraído la atención del mundo. En los meses de noviembre y diciembre pasados, los ajustes y la optimización de las políticas estuvieron en el ojo de las noticias y fueron ampliamente bienvenidas por la comunidad internacional. Al ser un eslabón extremadamente importante de la cadena de producción global, China aprovechará mejor sus fuertes ventajas industriales con el fin de continuar siendo un motor de oferta y demanda para la economía mundial y promover la recuperación económica a nivel global.
*Pan Deng es secretario general de la Asociación Nacional de los Estudiantes Retornados de Iberoamérica de China, director ejecutivo del Centro de Derecho de América Latina de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de China, y profesor distinguido del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Suroeste.