Joaquín Estrader, docente en la Escuela de Estudios Extranjeros de la Universidad de Changzhou.
Desde los comienzos de la civilización china, con los primeros asentamientos humanos en los márgenes del río Amarillo, el progreso del pueblo ha estado esencialmente ligado al bienestar de los campesinos. Las fértiles tierras de China han sido la principal fuente de sustento para la mayoría de la población desde la antigüedad, garantizando la seguridad alimentaria y asegurando el desarrollo sostenido de su civilización.
Desde una perspectiva política, casi todos los periodos dinásticos en la historia china han surgido, desarrollado y finalizado debido a dinámicas sociales y económicas relacionadas con el campo. Los grandes cambios acontecidos a principios del siglo XX no fueron la excepción. El éxito de los revolucionarios que derivó en la fundación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949 se puede explicar parcialmente por la habilidad de sus líderes para entender la cuestión rural. En este sentido, quizás el mejor diagnóstico de la situación agraria en esos años fue el “Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Hunan”, escrito en 1927 por un joven Mao Zedong, quien supo evaluar de forma excepcional las dificultades y las tareas futuras del campesinado para la construcción de la nueva China.
La relevancia del diseño de acciones en las zonas rurales continuó hasta nuestros días, posibilitando la implementación de políticas nacionales para el desarrollo agrario. Entre ellas, se destacan las Cuatro Modernizaciones diseñadas por Zhou Enlai en 1963, las cuales asignaban a la agricultura un papel fundamental para el bienestar común, y que fueron materializadas por Deng Xiaoping a partir de 1977 durante la Reforma y Apertura. Todo ello sumado al Sistema de Responsabilidad Familiar que le dio un nuevo impulso a la economía rural mediante la creación de pequeñas empresas locales, lo cual fue mejorado a principios de nuestro siglo mediante la reducción de los impuestos agrícolas, la renovación de la infraestructura de transporte y un mejor acceso a la educación en zonas rurales, bajo el programa conocido como Nuevo Agro Socialista.
Joaqín Estrader (centro) participa en la filmación del documental, junto con Guo Cunhai (izq.) y el doctor Cui Zhongzhou. Fotos cortesía de Guo Cunhai
Teoría y práctica de la estrategia
En los últimos años, la estrategia de revitalización rural impulsada por el presidente Xi Jinping se ha enfocado en un progreso tangible para la modernización de la agricultura y el desarrollo en las zonas rurales. Se estima que para el año 2035, la totalidad del pueblo chino gozará del acceso a los servicios públicos básicos. Para lograr este objetivo, el XIV Plan Quinquenal (2021-2025) ha planteado la necesidad de promover el desarrollo de industrias rurales, cultivar pequeñas y medianas empresas, y promover la innovación local.
Desde un punto de vista práctico, la revitalización rural en zonas de minorías étnicas plantea un desafío importante. Comprender las condiciones materiales del campesinado en estas regiones a veces puede exceder los conocimientos técnicos sobre desarrollo rural, donde la geografía y las diferencias culturales suponen barreras cognitivas para entender la cuestión agraria. Afortunadamente, China es uno de los países más avanzados en antropología rural, con expertos dedicados a investigar las dificultades y las posibles soluciones a diferentes problemáticas en torno al desarrollo económico en estas regiones.
En líneas generales, el documental de CGTN “Jóvenes latinoamericanos en la China rural” busca mostrar el trabajo diario de estos expertos desde una perspectiva latinoamericana. La aldea de Tianba, en la provincia de Sichuan, representa una de las innumerables aldeas de China en busca de una mejor calidad de vida para sus pobladores. Estos lugares gozan de una belleza natural inigualable y rasgos culturales atractivos, además de oportunidades para el desarrollo económico. En particular, la aldea de Tianba tiene ventajas comparativas en el cultivo del té, las hierbas medicinales y el turismo rural; sin embargo, se encuentra en el extremo inferior de la cadena de valor por falta de marca e industrialización para sus productos.
Actualmente, bajo la guía de la estrategia de la revitalización rural, estas aldeas están integrando recursos y desarrollando sus propias industrias. Los poblados rurales no solo cuentan con el apoyo de las instituciones gubernamentales respecto a la provisión de servicios públicos básicos, sino que también reciben capacitaciones para montar empresas familiares, promocionar su marca en plataformas digitales y vender sus productos vía comercio electrónico. Cuando las posibilidades económicas para desarrollar empresas familiares son reducidas, el establecimiento de cooperativas rurales supone una opción viable. De hecho, la aldea de Tianba estableció una cooperativa local para el proceso del secado, fraccionamiento y empaquetado de las hojas de té, lo que ha incrementado el valor agregado y el margen de ganancia de los campesinos. En otras palabras, la estrategia de revitalización rural busca devolver a los campesinos todas las instancias del proceso productivo y brindarles mejores oportunidades para el bienestar común.
Desarrollo rural en Latinoamérica
Ahora bien, desde una visión latinoamericana se vuelve inevitable pensar en una estrategia similar para atender las dificultades de desarrollo en zonas rurales, particularmente donde los pueblos originarios han quedado en la marginalidad de la economía nacional. Según datos del Banco Mundial, el 19 % de la población latinoamericana vive en regiones rurales. Además, se trata de uno de los lugares con la peor distribución del ingreso a nivel mundial. En Argentina, la moderna producción agrícola de las pampas y sus ventajas comparativas respecto al clima, calidad del suelo e infraestructura de transporte contrasta de forma evidente con la realidad de las zonas rurales en el norte del país, donde las comunidades locales subsisten en condiciones económicas limitadas.
Teniendo en cuenta la experiencia china y las restricciones estructurales de la economía latinoamericana, algunas de las estrategias de revitalización podrían resultar exitosas para paliar la pobreza y activar la economía rural en las regiones marginales de América Latina. En principio, las políticas de desarrollo deberían enfocarse en la educación y la tecnología. De hecho, la modernización de la producción agrícola es una de las tareas esenciales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Argentina, el cual trabaja en conjunto con instancias de gobiernos provinciales y municipales. Las capacitaciones técnicas ofrecidas por estas instituciones deberían ser complementadas con conocimientos en economía digital, por ejemplo, para la promoción y venta de los productos locales vía comercio electrónico, la utilización de drones y tecnología satelital para el monitoreo de los cultivos, y la creación de cooperativas rurales para producir de forma eficaz e inclusiva. El análisis de la revitalización rural en China podría ser fundamental para reformular los programas de desarrollo económico y de esta forma volver la lucha contra la pobreza más efectiva.
Existen deudas pendientes respecto a nuestros pueblos originarios y grandes desafíos para mejorar sus condiciones de vida. El intercambio entre China y Argentina en este sentido, compartiendo experiencias, recursos e intensificando el comercio entre regiones de manera efectiva, serán herramientas fundamentales para mejorar la situación actual que se vive en algunas áreas de nuestro país. Los jóvenes de ambas regiones deberán asumir su rol protagónico en la cooperación académica, económica y cultural, tendiendo puentes para el entendimiento mutuo y generando proyectos que busquen solucionar problemas en conjunto, por ejemplo, la distribución desigual del ingreso y los obstáculos estructurales del sistema productivo. En definitiva estas son, a priori, algunas de las tareas fundamentales para el desarrollo de una relación saludable y sostenible en el largo plazo, en búsqueda de una comunidad de futuro compartido.
*Joaquín Estrader es docente en la Escuela de Estudios Extranjeros de la Universidad de Changzhou.