BEIJING, 15 abr (Xinhua) -- Estados Unidos anunció este martes que suspenderá sus fondos para la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La decisión de Washington, que busca poner a "Estados Unidos primero", frustrará los esfuerzos de contención de la pandemia de COVID-19 en Estados Unidos y en el resto del mundo.

No podría llegar en peor momento. La lucha global contra la pandemia se encuentra ahora en una etapa crítica, con los casos de COVID-19 acercándose a los 2 millones y el número de muertos superando los 125.000.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo en un comunicado que "no es el momento de reducir los recursos para las operaciones de la Organización Mundial de la Salud o cualquier otra organización humanitaria en la lucha contra el virus".

También es una decisión muy irresponsable. La OMS ha conseguido logros obvios desde el comienzo del brote y ha recibido una amplia aprobación. Ha estado siguiendo de cerca la situación, publicando información crítica de manera oportuna y manteniendo a los países de todo el mundo en alerta máxima contra este peligroso virus.

Hay voces dentro de Estados Unidos que se oponen a la congelación de los fondos. Lawrence Gostin, director del Instituto O'Neill para la Legislación de Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown, calificó el recorte de fondos para la OMS durante una crisis de salud global de "miope" y "vergonzoso", y advirtió que causará muertes e incluso un retroceso en el país norteamericano.

Otras naciones también han salido en defensa de la OMS. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, tuiteó que "buscar culpables no ayuda. El virus no conoce fronteras ... Tenemos que trabajar en estrecha colaboración contra la COVID-19. Una de las mejores inversiones es fortalecer a la ONU, especialmente a la subfinanciada OMS".

Estados Unidos, epicentro actual de la pandemia y también única superpotencia del mundo, tiene una responsabilidad esencial en esta lucha épica y global.

Washington, sin embargo, no solo está tratando de eludir su responsabilidad, sino que pretende también socavar el papel insustituible de la OMS en la coordinación de los esfuerzos mundiales para combatir la pandemia.

Para los países que están inmersos en la lucha ante el aumento de casos de COVID-19 y que dependen en gran medida de la orientación, los equipos y los servicios salvavidas que la OMS proporciona, especialmente en África, la congelación de fondos es, sin duda, un golpe tremendo.

En esta época marcada por la interdependencia, Washington está en realidad tirando piedras contra su propio tejado al obstaculizar el impulso global que tanto se necesita para hacer retroceder la pandemia.

Por último, pero no menos importante, la congelación de fondos es un nuevo ejemplo de que Washington nunca ha dudado en recurrir a la intimidación en su propio interés.

En los últimos años, la Administración estadounidense se ha dedicado a tomar medidas unilaterales, como retirarse del acuerdo climático de París, del pacto nuclear con Irán y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

El enfoque de Washington, de que o se hacen las cosas a su modo o si no no hay acuerdo, ha erosionado gravemente los cimientos de la cooperación internacional y el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial, construido sobre el espíritu del multilateralismo.

En un momento en que los profesionales médicos, los encargados de diseñar políticas y la gente común trabajan sin descanso las 24 horas del día a través de las fronteras para salvar vidas, la decisión de Washington, extremadamente politizada, es una falta de respeto a los enormes sacrificios de todas esas personas y hace que la batalla sea más complicada.

Si Washington continúa con esta actitud irresponsable, su trama para poner a "Estados Unidos primero" solo lo hará quedarse solo.