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¿Por qué China sigue siendo un país en desarrollo?

Source: Author:QIU JING*
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Recientemente me tocó explicarles a algunos amigos europeos sobre la situación actual de China. Cuando les dije que es el país en vías de desarrollo más grande del mundo todos se rieron. Desde su punto de vista, China ya es una superpotencia y que se considere todavía como un país en desarrollo les dio mucha gracia. Ellos han viajado por muchos lugares y guardan recuerdos tanto de las regiones desarrolladas de Europa y Norteamérica como de las menos desarrolladas en Asia, África y América Latina.

 

Desde luego, también conocen muchas zonas de China. La impresión que tuvieron es que ciudades del este del país, como Beijing y Shanghai, y del oeste, como Chongqing y Xi’an, son más modernas que muchas grandes ciudades europeas, y que la gente de las zonas urbanas cuenta con tantos servicios e instalaciones como la de los países desarrollados.

 

Bancales del poblado de Danxia, ciudad de Panzhou, provincia de Guizhou.

 

Un largo camino por recorrer

 

En recientes reportajes de la prensa occidental referidos a las fricciones comerciales entre China y EE. UU., el primero casi siempre es descrito como un país desarrollado que ha surgido en poco tiempo y que quiere desafiar el liderazgo mundial de EE. UU. Este año se cumple el 70.o aniversario de la fundación de la República Popular China. Sin duda alguna, el desarrollo chino ha logrado grandes éxitos. Sin embargo, todavía no puede ser clasificado como un país desarrollado y tiene mucho camino por recorrer para serlo.

 

En primer lugar, existe un desequilibrio en el desarrollo chino y, además, la diferencia en la estructura económica urbana y rural es especialmente notable. La tasa de urbanización de China alcanza cerca del 58 %, mientras que la de los países desarrollados es de un 80 %. Existe también una gran brecha entre los ingresos urbanos y rurales. La renta disponible de los habitantes urbanos es 2,7 veces más que la de los rurales, mientras que el gasto per cápita de consumo de los habitantes urbanos es 2,2 veces más que el de los rurales. La brecha en infraestructura y servicios públicos entre las zonas urbanas y rurales es aún mayor.

 

Mis amigos europeos solo visitaron las ciudades o lugares de interés. Casi ninguno conoció el campo y mucho menos las zonas pobres, adonde ni siquiera pueden ir por falta de carreteras. Hay un dicho en chino que reza: “Si quieres ser rico, tienes que construir primero un camino”. A pesar de que se han logrado avances en la construcción de carreteras, su densidad sigue siendo baja. En 2017 la densidad de carreteras de China fue de 0,51 km/km2, por detrás de Alemania (5,8 km/km2), Polonia (2,7 km/km2) y la India (1,8/km2).

 

Hay una película india llamada Toilet: Ek Prem Katha (Baño: una historia de amor), la cual refleja la falta de adecuados servicios higiénicos en la mayoría de familias campesinas de dicho país. En las zonas rurales chinas existe también este problema. La construcción de instalaciones sanitarias en las zonas rurales tiene un nivel muy bajo, lo cual se refleja en sus cuartos de baño. Desde 2015, cuando comenzó en China la denominada “revolución de los cuartos de baño”, se han remodelado y construido más de 70.000. A pesar de todo, solo un 36,2 % de los campesinos tienen inodoros, un 58,6 % de ellos usan silos y un 2 %, o sea 4,69 millones de familias, no cuentan con ninguno de los dos. Además, todavía hay mucho espacio para la mejora de las instalaciones en las zonas rurales, sobre todo en servicios de agua potable, hospitales y telecomunicaciones.

 

La brecha entre este y oeste

 

Existe un desequilibrio en el desarrollo entre el este y el oeste del país. En zonas orientales como Beijing, Tianjin, Shanghai, Jiangsu, Zhejiang y Fujian, el PIB per cápita ha superado los 13.000 dólares, alcanzando el nivel mínimo de los países de ingresos altos. Sin embargo, en algunas zonas pobres del oeste el objetivo sigue siendo el de “alimentarse tres veces al día y vestirse bien todo el año”. También hay un desequilibrio en la distribución de ingresos, la protección ecológica y la seguridad social.

 

En segundo lugar, el desarrollo sigue siendo deficiente y el nivel per cápita sigue por debajo del promedio mundial. Algunos medios occidentales han hablado de la obtención de valores anormalmente altos de acuerdo con la paridad del poder adquisitivo, y han llegado a la conclusión de que el ingreso nacional bruto de China es el mayor a nivel mundial y que el PIB per cápita está a la par de los países de altos ingresos. Pero la mayoría de sus conclusiones no son muy confiables.

 

El Fondo Monetario Internacional divide a los países en dos grupos: las economías desarrolladas y aquellas emergentes y en vías de desarrollo, tomando como referencia la paridad del poder adquisitivo. China sigue perteneciendo al segundo grupo. El Banco Mundial clasifica a las economías del mundo en cuatro grupos de ingresos: bajo, medio bajo, medio alto y alto. Según esta clasificación, China es un país de ingresos medio alto. Pero la renta per cápita de China en 2017 fue de 7310 dólares, el 15 % de la de EE. UU. y menos del 25 % de la de Francia. No solo existe una gran brecha con los países de ingresos altos, sino que también falta mucho para alcanzar el nivel promedio mundial de 10.387 dólares. Y en cuanto al PIB per cápita (el de China fue de cerca de 9700 dólares en 2018), no alcanza todavía el nivel mínimo de 13.000 dólares para ser considerado un país de ingresos altos.

 

Por otro lado, el PIB per cápita no es el único estándar para dividir a los países desarrollados y a los que están en vías de desarrollo. El Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, también es un indicador muy importante. En 2017, el IDH de China se ubicó en el puesto 86, lo que significa un nivel medio mundial, aunque mucho más bajo que el de países europeos como Alemania y Reino Unido.

 

En tercer lugar, el desarrollo enfrenta problemas con un modelo original poco sostenible y necesita transformarse. El nivel general de las fuerzas productivas chinas sigue siendo bajo y sus estructuras todavía no son apropiadas. Aún falta mucho por hacer para transformar el modelo de desarrollo de grandes inversiones y gastos. En su desarrollo futuro, China debe tomar más en cuenta los indicadores medioambientales porque el pueblo se ha vuelto más exigente en esta materia. Asimismo, debe elevar la eficiencia en las inversiones, que ha bajado actualmente hasta cerca de 1:7, mucho más baja que la de los países desarrollados.

 

China es una de las naciones más diligentes del mundo. Los chinos trabajan anualmente 2200 horas en promedio, mucho más que los que viven en los países desarrollados. En una investigación sobre el horario laboral en las grandes ciudades del mundo, las chinas figuran en los primeros puestos, mientras que París es la ciudad que tiene las horas de trabajo semanales más reducidas. En algunas empresas tecnológicas chinas se trabaja desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche y seis días a la semana. Este fenómeno ha llamado la atención de la sociedad china, que piensa que este modelo no es sostenible.

 

Todo esto refleja que la economía china es grande, pero no fuerte, y que su capacidad innovadora en tecnología sigue siendo deficiente. Comparada con la de los países desarrollados, la industria manufacturera china tiene una gran envergadura, pero se sitúa en la gama baja de la cadena industrial global. Posee una gran escala comercial, pero también una mala estructura. La mayoría de las exportaciones son productos baratos que se fabrican manualmente, mientras que los que importa el país son productos caros que son resultado de un trabajo intelectual. Asimismo, se espera elevar el nivel en sectores como la cultura, la defensa nacional, la ciencia y tecnología y la modernización de la administración social. China se ha propuesto alcanzar un desarrollo económico de alta calidad con la reforma estructural por el lado de la oferta, a fin de impulsar el mejoramiento de sus industrias. Sin embargo, es un proceso muy largo que requiere mucha perseverancia.

 

En cuarto lugar, no se ha informado bien en qué consiste el proceso de desarrollo chino. China está pasando de un desarrollo acelerado a uno de alta calidad. El objetivo principal es satisfacer las aspiraciones de la población por una vida mejor. 30 millones de chinos afrontan actualmente una situación de pobreza, 80 millones son discapacitados y más de 200 millones de ancianos necesitan ser atendidos. Anualmente se deben crear 15 millones de puestos de trabajo. Todos estos problemas pendientes solo se resolverán a través del desarrollo. No obstante, la prensa occidental no ha dado a conocer tal realidad. El ritmo acelerado de desarrollo del país ha dado origen a “la teoría de la amenaza china”, pero cuando la nación enfrenta desafíos se divulga “la teoría del colapso de China”, lo cual confunde al público. Pero, en cierto sentido, ello también demuestra que China sigue siendo un país en desarrollo, porque son los países desarrollados quienes tienen el derecho a opinar. Espero que después de leer este artículo, mis amigos europeos puedan contarle a la gente historias más reales de China.

 

 
 
*Qiu Jing es investigadora asistente del Instituto de Economía y Política Mundiales de la Academia China de Ciencias Sociales.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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