Primera página>Entrevistas

Una mirada al proceso de transformación chino

2023-08-31 15:21:00 Source:China Hoy Author:MAGDALENA ROJAS
【Cerrar】 【Imprimir】 GrandeMedianoPequeño

● Fecha: 31 de julio de 2023 

● Lugar: Beijing, China
Sergio Rodríguez presenta su libro China en el siglo XXI: el despertar de un gigante en Beijing.

EXISTEN muchas tergiversaciones respecto a China, que en muchos casos nacen de forma intencionada para silenciar a un país que ha ido ganando terreno en el escenario internacional, pero en otros, también debido al desconocimiento. Por eso, en su obra China en el siglo XXI: el despertar de un gigante, Sergio Rodríguez Gelfenstein se propuso indagar más allá de lo que aparece en los titulares de prensa o en los libros más recientes, y volcar su mirada al pasado y a los preceptos filosóficos, históricos y culturales que forman el ADN de la nación china. Así, el analista venezolano graduado en Relaciones Internacionales, que se ha desempeñado como académico, consultor y embajador de Venezuela en Nicaragua, trata de dar luces al actual proceso de transformación que ha catapultado a China como nunca antes.

China Hoy (CH): ¿Qué fue lo que lo impulsó a escribir el libro China en el siglo XXI: el despertar de un gigante? 

Sergio Rodríguez Gelfenstein (SRG): La idea original era escribir mi tesis de doctorado sobre política exterior porque es mi área de investigación. Pensé en escribir un análisis de la política exterior de China, pero cuando me puse a investigar, me di cuenta de que era muy difícil sostener ciertos puntos de vista sin una visión más general de la política. Vi una serie de vacíos que tenían que ver con la historia y filosofía, con una forma de actuar, de comportarse, que no es la nuestra. En mi primer viaje a China, me di cuenta de que había una mirada prejuiciada o predeterminada sobre China sustentada en puntos de vista, planteamientos, preceptos, conceptos, valores y principios distintos. Empecé a comprender que China era no solamente un país distinto sino una civilización distinta y, por tanto, para comprenderla, había que penetrar en elementos mucho más profundos que están en su historia y filosofía milenarias, que tienen un sustento muy sólido que es bastante desconocido por nosotros. Lo que me propuse fue tratar de hurgar en la mirada que tienen los chinos sobre sí mismos para tratar de comprenderlos, sobre todo para tratar de dar algunas pautas que permitieran trabajar mejor la relación que tienen nuestros países con China.

CH: China se ha ido posicionando como un actor de carácter global no solo en términos económicos, sino también en lo político. No pocos medios de comunicación occidentales ven el ascenso de China como un desafío hacia la propia hegemonía de Estados Unidos. ¿Cuáles considera que han sido los principales factores que han contribuido a ello y cómo cree que China debería pararse de cara al futuro? 

SRG: Ese afán competitivo yo nunca lo he escuchado aquí. Yo nunca he escuchado que la propuesta de China sea transformarse en la primera potencia del mundo, o en la primera potencia de Asia, o en la mayor fuerza económica. Yo no he leído ningún documento que diga que ese es el plan. Ellos tienen un proyecto –un proyecto de país, un proyecto de futuro, lo que llaman el sueño chino– que se propone solucionar una serie de problemas internos de desarrollo social, económico, cultural y demográfico. Esa manera de relacionarse marca una pauta distinta en el comportamiento internacional. Yo creo que, en ese sentido, China ha ido resolviendo sus propios problemas internos a partir de ese proyecto. Al ser un país muy grande, lo que aquí pase tiene impacto mundial y no puede pasar desapercibido como un país más pequeño, cuyas acciones no tienen mayor incidencia.

CH: China es el primer socio comercial para la mayor parte de los países de América Latina. En ese sentido, ¿qué importancia le atribuye a esta relación y cuáles cree que son los principales desafíos pendientes? 

SRG: Creo que el desafío mayor es conocerse, ya que hay un gran desconocimiento en China sobre América Latina y viceversa. Creo que es un obstáculo muy grande para acercarse y para tener relaciones. Las relaciones se han ido dando de manera creciente en el terreno económico, comercial y financiero, pero ese vínculo se da principalmente con el sector empresarial. Las sociedades latinoamericanas no conocen China porque el país no se ha conectado con las universidades, los centros culturales, la sociedad civil, los partidos políticos ni las organizaciones sociales. Mis colegas chinos me hablan de los miles de millones de dólares de intercambio, de los encuentros empresariales y de las visitas de presidentes, pero no hay contacto entre las sociedades. Estamos muy lejos todavía en materia de intercambio, acercamiento y conocimiento mutuo, lo cual es comprensible de alguna manera porque América Latina fue la última región que conoció China. Hace apenas 50 años, China tenía relaciones solamente con unos pocos países de América Latina. Creo que en los últimos 10 o 15 años eso ha comenzado a cambiar, pero ese es el mayor reto: establecer vínculos que vayan mucho más allá de lo comercial, económico, empresarial o financiero, que se creen vínculos reales entre otros estamentos de la sociedad que permitan conocernos.

Sergio Rodríguez en el lanzamiento de su libro China en el siglo XXI: el despertar de un gigante en las dependencias del Grupo de Comunicaciones Internacionales de China (CICG, por sus siglas en inglés) en Beijing. Fotos de Dong Ning 

CH: Hay muchas tergiversaciones e incluso mitos respecto a China. ¿Cuál podría ser la mejor forma para construir otro relato o discurso? 

SRG: Creo que hay que eliminar predisposiciones y prejuicios, y entender, no solamente en el caso de China, sino en general, que este es un planeta de múltiples civilizaciones. Suponer que hay una sola civilización –en este caso la occidental– que tiene que imponerle al resto del mundo sus puntos de vista, pareceres y sustentos políticos o ideológicos es un grave error. Por lo tanto, hay que avanzar en ese entendimiento de que las cosas no son ni buenas ni malas, sino distintas. Nadie puede decir que algo que es válido para uno tiene que ser válido para el otro y viceversa. Es un proceso que, según creo, solo puede avanzar en la medida que la paz sustituya la guerra, el acercamiento sustituya la confrontación, la diplomacia y las relaciones internacionales se utilicen para el progreso común, y se establezcan relaciones económicas internacionales desde la perspectiva de las ganancias compartidas.

CH: ¿Qué rol le parece que ha tenido el Partido Comunista de China, y específicamente la figura del presidente Xi Jinping, en este proceso de desarrollo y también en la forma en que China se ha parado frente al mundo? 

SRG: Después de las Guerras del Opio, China se mantuvo en una situación de pobreza, exclusión y marginación del sistema internacional. Fue a partir de 1949, con la victoria del Partido Comunista de China, que comienza la transformación de China. El papel del Partido Comunista de China ha sido relevante en dar continuidad, dar conducción y señalar una mirada estratégica. Nosotros los occidentales siempre queremos verlo todo hecho. Esa mirada de largo plazo para mí es lo más valioso. Creo que el gran aporte que hizo el presidente Mao Zedong fue fusionar la filosofía antigua china con la filosofía marxista-leninista. Uno se pregunta por qué, durante toda la historia, las filosofías occidentales no pudieron penetrar en China y el marxismo sí lo hizo. Eso tiene que ver con aquellos fundadores del Partido Comunista de China, y en particular con la figura de Mao Zedong, que logró hacer esa fusión extraordinaria entre la filosofía antigua y la filosofía marxista para crear un modelo propio. Creo que también esa es una enseñanza para América Latina: se puede tener un sustento ideológico determinado, pero si no se adapta a las condiciones propias, va a ser muy difícil que pueda tener éxito. En mi proyecto hice una “etapización”. La historia es continua pero uno metodológicamente, para explicarla, tiene que hacer etapas. Yo había puesto una primera etapa de 1949 a 1978 y una segunda etapa de 1978 a 2002. Cuando empecé a intercambiar ideas con colegas chinos, me preguntaron por qué había empezado la tercera etapa en 2002. Ellos dijeron que el momento en el que se había producido un verdadero cambio había sido en 2012, cuando Xi Jinping se convirtió por primera vez en secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China. Yo les dije que no podía hacer una historia basada en personalidades, pero cuando me puse a investigar, me di cuenta de que efectivamente hubo una transformación profunda. Creo que el presidente Xi ha promovido una transformación de China de la que se conoce poco en el exterior. En el exterior se conoce a China en su calidad de actor internacional, y básicamente en lo que respecta al plano económico y comercial, pero se conoce poco de lo que está ocurriendo internamente en el país. Cuando hablas con las personas, te transmiten una serie de cambios que están viviendo en su vida personal. Creo que el presidente Xi ha promovido cambios fundamentales para dar continuidad al proceso iniciado en 1949 y adaptarlo a los nuevos tiempos, modernizarlo y proyectarlo en el futuro y en el siglo XXI a partir del llamado sueño chino.

Compartir con:
Editor: Wu Wen Da-->

Copyright © 1998 - 2016

今日中国杂志版权所有 | 京ICP备10041721号-4

京ICP备10041721号-4