Cultura |
Una estrella del baloncesto chino | |
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6 de febrero de 2004. Li Xin (izq.) juega para el equipo de Heilongjiang en el partido contra Bayi, que se impone por 91-85 en el pabellón deportivo de la Universidad de Heilongjiang. VCG
22 de febrero de 2025. Li Xin, miembro del Salón de la Fama del Baloncesto Chino, conversa con un grupo de estudiantes de la Escuela Primaria Xingzhou de Hangzhou durante un evento en la ciudad. Xinhua EN los cuarenta años de historia tumultuosa del baloncesto chino, el nombre de Li Xin ha quedado como una marca imborrable: medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, la “base de hierro” que sangrando por la ceja anotó seis puntos consecutivos; la primera entrenadora principal femenina de la liga de Asociación China de Baloncesto (CBA, por sus siglas en inglés) que a los 28 años tomó las riendas de un equipo masculino profesional y le dio 17 victorias consecutivas; y que hoy, a los 56 años, soltera y sin hijos, se ha erigido como una figura independiente que considera a millones de jugadores como su “linaje”. Desde el podio olímpico hasta la cancha de formación de jóvenes, y luego hasta la cumbre del Salón de la Fama, Li Xin superó los desafíos de género con firmeza y redefinió los límites profesionales con tenacidad. Las palabras del premio al ser elegida Atleta Femenina Destacada del Salón de la Fama del Baloncesto Chino en 2024 escribieron para ella el epílogo más contundente: leyenda de doble trayectoria, una vida trascendiendo límites. “Base de hierro” en torneos internacionales Li Xin nació el 11 de mayo de 1969 en la ciudad de Benxi, provincia de Liaoning, en el seno de una familia donde ambos padres eran basquetbolistas profesionales. Inició su camino en el baloncesto a partir de los seis años, bajo el estricto entrenamiento defensivo de su padre y la guía en técnicas ofensivas de su madre. A los 16 fue seleccionada para el equipo nacional juvenil, y a los 20 vistió oficialmente la camiseta del equipo nacional, convirtiéndose en la base central de la generación dorada del baloncesto femenino. Su carrera profesional está grabada con la gloria del baloncesto femenino chino: en la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, pese a haber tenido una ceja partida y un sangrado profuso, logró anotar seis puntos consecutivos que ayudaron al equipo a ganar su primera medalla de plata olímpica; en las semifinales del Campeonato Mundial de 1994 contra el equipo de Australia, que entonces estaba como anfitrión, anotó seis puntos en solitario en el último minuto con los cuales pudo sellar la victoria, liderando al equipo hacia otra medalla de plata; entre 1990 y 1995, ayudó al equipo chino en cuatro ediciones consecutivas del Campeonato Asiático; y en 1995, con un promedio de 21,6 puntos por partido, se coronó como la máxima anotadora, y junto con Zheng Haixia, fue seleccionada para el mejor quinteto. Con su estilo técnico —preciso en tiros medios, rápido y fuerte en penetraciones—, similar al juego masculino, fue aclamada como “la base femenina con el temperamento más feroz”. En 1996, con 27 años, Li Xin se despidió de las canchas debido a una serie de graves lesiones, pero su espíritu de lucha y superación ha seguido latente. Una entrenadora que venció la polémica En 1997, un año después de retirarse, Li Xin, de 28 años, enfrentó un giro trascendental en su carrera: asumió el mando del Beijing Aoshen (un equipo masculino de baloncesto), convirtiéndose en la primera mujer en ser entrenadora principal en la historia de la CBA. Ante las dudas por su capacidad de dirigir un equipo masculino por el hecho de ser mujer, Li Xin respondió de manera contundente: en la temporada 1997-1998, condujo al equipo a 17 victorias consecutivas, al ascenso a la CBA y al título de la Copa de Campeones FIBA Asia, lo cual dio lugar al mito de “la mujer entrenadora al mando de jugadores masculinos”. Esta leyenda fue adaptada en la película Entrenadora y jugadores masculinos, convirtiéndose en un clásico del cine deportivo chino. Su carrera como entrenadora siempre estuvo acompañada de controversia. En 2012, dirigió al equipo nacional femenino juvenil sub-19 a la victoria en el campeonato asiático juvenil, descubriendo nuevas estrellas como Han Xu; en 2013, al dirigir el equipo femenino de Zhejiang Chouzhou Bank, su gestión de estilo militar provocó un motín entre las jugadoras, lo que finalmente llevó a la rescisión anticipada de su contrato. En 2020 asumió como entrenadora principal del equipo femenino Wuhan Shengfan, y en 2022 tomó el mando del equipo nacional juvenil sub-18, centrándose en la formación de jóvenes. En 2023, por sus contribuciones como jugadora y entrenadora, fue elegida Atleta Femenina Destacada del Salón de la Fama del Baloncesto Chino, logrando un amplio reconocimiento a nivel nacional. Una leyenda eterna Desde el podio olímpico hasta el campo de juego profesional masculino, desde los honores del Salón de la Fama hasta la labor en la formación de jóvenes, a lo largo de sus 56 años de vida, Li Xin ha dejado una marca indeleble en el campo del baloncesto derribando esquemas y límites. Li Xin señala que ve la continuación de su vida en los millones de rostros de jóvenes y niños en las canchas de baloncesto. Para ella, la juventud no tiene precio y no se arrepiente de haberla entregado al baloncesto. Esta “rosa de acero” del baloncesto chino, con la firmeza como espinas y la tenacidad como pétalos, ha florecido con una vitalidad desbordante más allá de los límites del género y los estereotipos. Su leyenda trasciende victorias y derrotas, lo que la ha convertido en un símbolo de coraje, independencia y fe para toda una generación. |
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