Cultura |
Una historia que nos hermana | |
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Dos visitantes aprecian uno de los objetos de la exposición.
El público presencia un tallado de piedra en forma de jaguar que data de entre los siglos IX y IV a. C. Fotos cortesía del autor Jaguar, un tótem de Mesoamérica”, una exposición sobre las civilizaciones antiguas mexicanas, inició su gira en China en julio de 2023. Su primera parada fue Changsha, en la provincia de Hunan, donde permaneció dos meses y medio, a la que siguió Shenyang, en la provincia de Liaoning, donde estuvo abierta al público por más de cuatro meses. En Chengdu, en la provincia de Sichuan, se realizó la tercera etapa de la gira del 8 de junio al 25 de agosto de este año. Los 154 objetos en exhibición, entre los que figuraban tallados de piedra, vasijas de barro y pinturas que datan del siglo XII a. C. al siglo XVI d. C., fueron proporcionados por el Museo Nacional de las Culturas, el Museo de la Cultura Teotihuacana, entre otras instituciones culturales mexicanas. Una civilización milenaria Los milenarios objetos en exhibición mostraron vívidamente lo espléndido y maravilloso de las civilizaciones antiguas de México. Al hablar sobre América Latina, la mayoría de los chinos solo piensan en los bailes latinos y el fútbol, y no conceden tanta atención ni tienen mucho conocimiento sobre las civilizaciones antiguas de esta vasta tierra. Esta exposición justamente dio a conocer al público chino el milenario pasado mexicano. Al mismo tiempo, mostró los fructíferos logros arqueológicos de México, especialmente en campos como la excavación y protección de los yacimientos de las civilizaciones antiguas. A través de la exposición “Jaguar, un tótem de Mesoamérica”, los chinos pudieron darse cuenta de que los mesoamericanos tienen muchas semejanzas con los antiguos chinos, sobre todo en la cultura del jade y en el culto a los tótems. Además, el público pudo conocer cómo la fase histórica comprendida entre el periodo preclásico (1200-900 a. C.) y el posclásico tardío (1200-1521 d. C.) en Mesoamérica coincide con los periodos históricos de China, lo cual concitó mucho interés. El culto a los tótems en Mesoamérica se manifiesta en la veneración al jaguar, a la serpiente emplumada Quetzalcóatl, a Huitzilopochtli (el dios solar), a Tláloc (el dios de la lluvia), entre otros. Además, a los antiguos mesoamericanos les gustaba utilizar objetos de jade. Durante la dinastía Shang (aprox. 1600-1046 a. C.), los chinos también veneraban los tótems de animales como el tigre y habían desarrollado una cultura del jade muy avanzada, mientras que en las civilizaciones de Mesoamérica, los objetos de jade también ocupaban un lugar muy importante. Una cultura semejante A finales de la década de 1980, viví y trabajé tres años en México. Visité la zona arqueológica de Teotihuacán y sus renombradas pirámides del Sol y de la Luna en varias ocasiones. También me impresionó profundamente la gran cantidad de reliquias de las civilizaciones antiguas exhibidas en el mundialmente conocido Museo Nacional de Antropología. Además, tuve la oportunidad de conocer de cerca la civilización olmeca en la zona arqueológica de La Venta, en el estado de Tabasco. Gracias a estas visitas, pude conocer más a fondo las civilizaciones antiguas de México. En esos tres años que viví allá, casi no me sentí en otro país. Por el contrario, me dio la sensación de que seguía en algún lugar del suroeste de China. En primer lugar, la gastronomía mexicana se parece mucho a la de la provincia de Sichuan. Para los mexicanos, el chile y los frijoles son imprescindibles en su mesa. Por ejemplo, los frijoles fritos, una guarnición muy común en México, son casi idénticos al pawandou, un platillo que yo solía comer en Chengdu cuando era niño. La única diferencia es que el pawandou es más salado. Otro ejemplo son los tamales, cuyo aspecto es muy parecido al ye’erba, un plato típico de Sichuan. Los tacos, que son un platillo indispensable para los mexicanos, se preparan con tortillas enrolladas con carne y verduras. Se consume del mismo modo en que los chinos comen el pato laqueado de Beijing, por lo que este plato tradicional chino es muy popular en México. Por otro lado, también me encantaron otros manjares que nunca había probado, como el mole, el chocolate caliente, el aguacate y la tuna. Así que, en cuanto a la comida, no hubo absolutamente nada a lo que no estuviera acostumbrado. Al ver los objetos de jade desenterrados en La Venta, el público se pudo dar cuenta de que sus motivos se parecían mucho a los que usaba la gente de la dinastía Shang, conocida como los yin. Además, en algunas piezas incluso había signos parecidos a las inscripciones en caparazones de tortuga y en huesos, lo cual, en cierto sentido, proporciona fundamentos a la teoría de que los olmecas fueron descendientes de los yin. Un éxito en China Ante las vitrinas de la exposición, encontré dos preciosos silbatos de barro en forma de jaguar. A primera vista, me dieron una sensación de déjà vu porque sus estructuras se parecían mucho a las de la linterna de conejo con la que jugaba de niño en la provincia de Sichuan. Además, estos dos objetos tenían ruedas, lo cual hizo que me preguntase si los indígenas ya habían dominado la tecnología de la elaboración de ruedas antes de la llegada de Cristóbal Colón. Los intercambios entre China y México tienen una larga historia. Si se confirmara la conjetura de que los olmecas fueron descendientes de los yin, la historia de los intercambios entre ambos países podría remontarse a hace más de 3000 años. Más allá de ello, la amistad chino-mexicana se inició con la Nao de China hace aproximadamente 460 años. El recorrido que surcaba esta embarcación, que formaba parte de la Ruta de la Seda Marítima, fue un importante puente que fortaleció el vínculo entre el Nuevo y el Viejo Mundo, y fomentó la primera globalización económica en la historia moderna mundial. Antes de que conociéramos el Nuevo Mundo, los productos agrícolas en Eurasia no tenían mucha variedad. Los cereales más importantes eran el trigo y el arroz, cuya producción no podía satisfacer la necesidad de una población en crecimiento. Tan solo una sequía o una inundación podía causar una hambruna a gran escala. Tanto los mesoamericanos como los incas fueron grandes cultivadores de cereales. Desarrollaron un complejo sistema ecológico de agricultura, gracias al cual fueron capaces de cultivar el maíz, la papa, el camote, entre otros productos, los cuales llegaron al Viejo Mundo mediante la Nao de China u otras formas de negocio marítimas. Esto mejoró enormemente la estructura alimentaria de los asiáticos y europeos, y ampliaron sus recetas. De esta manera, la población en el Viejo Mundo creció aceleradamente. La exposición “Jaguar, un tótem de Mesoamérica” fue un gran éxito en Chengdu. De acuerdo con los organizadores, la muestra en dicha ciudad atrajo aún más visitantes que las de Changsha y Shenyang. Las civilizaciones mesoamericanas tienen mucho en común con la civilización del antiguo reino de Shu, en la actual provincia de Sichuan. Por ejemplo, muchos visitantes locales no pudieron evitar comparar los objetos en exhibición con los de las ruinas de Sanxingdui. Algunos videos que presentaban el cultivo de las llamadas “tres hermanas” (el maíz, el frijol y el zapallo), así como el dominio y el culto al maíz y la chinampa (un antiguo método agrícola mesoamericano), fueron muy populares entre el público asistente. Hubo niños que, incluso, los veían sentados en el piso, mientras sus madres les explicaban la historia de ese país remoto y misterioso que es México. *Lu Guozheng es investigador adjunto de la Academia de Comercio Internacional y Cooperación Económica del Ministerio de Comercio de China y consultor de la edición en español de la revista China Hoy. |
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