Cultura |
Progreso y tradición pueden ir de la mano | |
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19 de febrero de 2023. Un equipo del Instituto de Topografía y Cartografía de Beijing labora en el Templo Ancestral Imperial, con el fin de buscar nuevas formas de emplear la tecnología de cartografía digital en la investigación y protección del Eje Central. 18 de julio de 2023. Puente de Wanning en Beijing. Fotos de Xinhua PARA una nación, tener un legado local reconocido como Patrimonio Mundial es un logro prestigioso. Aporta reconocimiento global inmediato, oportunidades económicas y responsabilidades, al tiempo que apoya la preservación del patrimonio cultural e histórico. Todo un símbolo Ubicado en el corazón de Beijing, el Eje Central es un testimonio del rico patrimonio cultural y el ingenio arquitectónico de China. Este eje histórico, que se extiende a lo largo de 7,8 km desde la Puerta de Yongding en el sur hasta las Torres de la Campana y del Tambor en el norte, no es solo la columna vertebral del diseño de la ciudad, sino también un símbolo de su importancia duradera. El pasado 27 de julio, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) anunció que el Eje Central de Beijing había sido incluido en la Lista del Patrimonio Mundial durante la 46.ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial, celebrada del 21 al 31 de julio en Nueva Delhi, India. El importante reconocimiento, que se produce después de más de una década de preparativos durante los cuales el gobierno municipal inició más de 100 proyectos de renovación de reliquias culturales, se ha convertido en el sitio número 59 de China en la Lista del Patrimonio Mundial, un emblema nacional prominente en el escenario global. El Eje Central es una obra maestra de la planificación urbana antigua, que se remonta a la dinastía Yuan (1271-1368) y se desarrolló aún más durante las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911). Esta línea de simetría meticulosamente planificada refleja la creencia cosmológica tradicional china en la armonía entre la humanidad y el universo. La alineación de la Ciudad Prohibida, la Plaza de Tian’anmen, el Templo del Cielo y las Torres de la Campana y del Tambor, o a lo largo de este eje, resalta su importancia en la narrativa histórica de Beijing. Cada hito cuenta una historia de poder imperial, logros culturales y profundidad filosófica. La Ciudad Prohibida, con sus magníficos palacios y patios, sirvió como palacio imperial para 24 emperadores y simbolizaba el corazón de la autoridad política. El Templo del Cielo, donde los emperadores realizaban ceremonias de sacrificio, representa la conexión espiritual entre el cielo y la tierra. Su grandeza arquitectónica no solo ilustra la importancia histórica de China, sino que también sirve como recurso educativo para comprender la evolución cultural de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, que abarca más de 5000 años. La importancia de la preservación La designación del Eje Central como Patrimonio Mundial por la Unesco subraya su valor como tesoro cultural de importancia global. Este reconocimiento llama la atención internacional sobre la importancia de preservar dichos sitios, al ofrecer un marco para el desarrollo sostenible y la conservación del patrimonio. Un faro de valores tradicionales chinos, el Eje Central invita al mundo a apreciar los principios filosóficos y estéticos que dieron forma a una de sus civilizaciones más duraderas. El reconocimiento del Eje Central como Patrimonio Mundial por la Unesco también tiene implicaciones económicas y turísticas. Mejora el estatus de Beijing como ciudad líder mundial en turismo cultural y atraerá a millones de visitantes deseosos de explorar sus tesoros históricos. La afluencia de turistas no solo impulsa la economía local, sino que también fomenta una mayor apreciación del patrimonio cultural, por lo que incentivará inversiones en preservación y educación. Además, el Eje Central inspirará a una nueva generación de arquitectos, planificadores e historiadores a explorar formas innovadoras de integrar los valores tradicionales con el desarrollo urbano moderno. Sirve como modelo para ciudades de todo el mundo que buscan equilibrar el crecimiento económico con la conservación del patrimonio, demostrando así que el progreso y la tradición pueden ir de la mano. En conclusión, el Eje Central es más que una simple serie de hitos históricos. Símbolo de China y parte del patrimonio mundial, nos invita a reflexionar sobre nuestra herencia humana compartida y los valores atemporales que nos unen. Al reconocer al Eje Central, celebramos una visión del futuro arraigada en el respeto por el pasado, una visión que encierra la promesa de un mundo más armonioso e interconectado. *Matteo Giovannini es investigador asociado no residente del Centro para China y la Globalización, un think tank con sede en Beijing. |
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