A fines de marzo, en un seminario en el estado mexicano de Yucatán, la académica china Jin Ruoqing mencionó: “No construimos muros, construimos puentes”. Con esta frase, la profesora Jin quiso resaltar los esfuerzos que China viene haciendo para compartir su crecimiento y su desarrollo con el mundo a través de conceptos como el de “un futuro compartido para la humanidad” y de iniciativas como la de la Franja y la Ruta. Esos muros aislacionistas que hoy pueden parecer infranqueables, no son más que pequeñas vallas en la larga carrera que China y la gran mayoría de países están dispuestos a correr.
Estas últimas semanas, hemos sido testigos de una serie de políticas erráticas, contradictorias e innecesariamente hostiles contra el mundo por parte de la administración estadounidense. Lejos de estar motivados por un ánimo de justicia y equidad, los denominados “aranceles recíprocos” no son más que otra herramienta de coerción para la obtención de beneficios egoístas, lo cual ha desencadenado una ola de críticas tanto fuera como dentro de Estados Unidos. A estas alturas, resulta una estulticia pensar que un país progresará sin importar lo que ocurra con el resto del planeta.
Como ha sido subrayado en todo momento, China no busca librar guerras comerciales ni arancelarias, pero no hay que confundir esta posición con una inclinación a quedarse de brazos cruzados. “No creamos problemas, pero no tenemos miedo a los problemas”, ha puntualizado el Gobierno chino ante la posibilidad de un recrudecimiento de esta absurda carrera arancelaria. La presión y las amenazas no son la forma correcta de tratar con otros países, aunque algunos dirigentes sientan nostalgia por un mundo regido por la ley de la selva.
Con la imposición unilateral de aranceles, no solo se está desmantelando el sistema de comercio mundial, sino que se está privando a los países –especialmente del Sur Global– de su derecho al desarrollo. El 28 de marzo, Myanmar sufrió un devastador terremoto que ha dejado más de 3700 fallecidos y más de 5100 heridos. Como si esto no fuera ya trágico, solo cinco días después, la administración estadounidense le colocó inicuamente un 45 % de “aranceles recíprocos”. Esto denota el cariz intimidatorio de estas medidas, por más que estos “aranceles recíprocos” hayan entrado en una pausa para todos los países, con excepción de China.
Frente a estos aranceles que no tienen nada de recíprocos, sino más bien de arbitrarios, China responde de una sola manera: con más apertura, con más acercamientos, con más puentes. He ahí la importancia de la gira que el presidente Xi Jinping acaba de cumplir por Vietnam, Malasia y Camboya. El Sudeste Asiático, una de las regiones que estuvieron más en la mira de los efímeros “aranceles recíprocos”, comparte con China un destino común como buenos vecinos, buenos amigos y buenos socios.
Muy bien valorada ha sido también la visita a Beijing del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre la cual informamos en estas páginas de China Hoy. Sánchez hizo una defensa del libre comercio y de la apertura, así como del diálogo como una herramienta para superar cualquier desavenencia, en un preludio de lo que podría ser una promisoria etapa entre China y la Unión Europea. No hay que olvidar que este año se tiene prevista la celebración de una cumbre entre ambas.
Del mismo modo, al otro lado del Pacífico, en la IX Cumbre de la CELAC celebrada el 9 de abril en Tegucigalpa (Honduras), más de una decena de líderes latinoamericanos y caribeños rechazaron las medidas arancelarias estadounidenses e hicieron un llamado a una unidad regional profunda. Como indicamos en esta edición especial de China Hoy, Beijing se alista este mes a acoger la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, en la que será una ocasión propicia para revalidar los lazos que nos unen.
En la IX Cumbre de la CELAC en Tegucigalpa, el mandatario colombiano, Gustavo Petro, quien recibió la presidencia rotatoria de la CELAC, instó a sus homólogos de la región a escoger “la agenda multilateral de la ayuda común y no la agenda de los cien años de soledad de América Latina y el Caribe”. Concordamos con estas palabras. El Sur Global no está solo, pues no hay arancel que dure cien años, ni obstinación que lo resista.