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Avanzando entre el viento y la lluvia: La construcción conjunta de una comunidad de futuro compartido China-ALC: el camino hacia la práctica y las perspectivas futuras
2024-12-27    Fuente: Centro para las Américas    Autor: JUAN PABLO SIMS, BRICE TSEEN FU LEE y YUN-TSO LEE

Capítulo: Cooperación entre China y Chile 

I. Desarrollo de las relaciones China-Chile 

Históricamente, la relación entre China y América Latina –incluido Chile– fue mínima, caracterizada por contactos esporádicos y una influencia limitada debido a las vastas distancias geográficas y paisajes políticos diferentes. Sin embargo, en las últimas décadas, esta dinámica ha cambiado drásticamente. El final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI presenciaron una rápida aceleración en las relaciones entre China y América Latina, transformándose de contactos insignificantes a asociaciones económicas y políticas sustanciales. 

Esta transformación se ilustra vívidamente con el crecimiento exponencial en los volúmenes comerciales, compromisos diplomáticos y acuerdos integrales entre China y los países latinoamericanos, particularmente Chile. En 1970, Chile se convirtió en la primera nación sudamericana en establecer relaciones diplomáticas formales con la República Popular China, lo que sentó las bases para la futura cooperación. La relación se profundizó significativamente con la firma de un histórico tratado de libre comercio (TLC) en 2005, el primer TLC que China firmó con un país latinoamericano. Este acuerdo catalizó un aumento en el comercio bilateral, con el volumen total de comercio entre China y Chile incrementándose de aproximadamente 8.000 millones de dólares en 2005 a más de 40.000 millones en 2021. Desde entonces, China se ha convertido en el mayor socio comercial de Chile y representa una parte significativa de las exportaciones chilenas, especialmente en cobre y productos agrícolas. Las visitas de alto nivel de Estado han consolidado aún más esta asociación. El presidente chino, Xi Jinping, ha visitado América Latina en múltiples ocasiones desde que asumió el cargo, y los presidentes chilenos han realizado visitas recíprocas a Beijing. Estos compromisos han ampliado la cooperación más allá del comercio al incluir el desarrollo de infraestructura, la colaboración tecnológica y los intercambios culturales, lo que refleja una asociación integral y estratégica que contrasta fuertemente con las interacciones mínimas del pasado. El éxito de la cooperación entre China y Chile es un ejemplo convincente de cómo las naciones pueden aprovechar intereses mutuos para fomentar el desarrollo y fortalecer los lazos en múltiples ámbitos. 

II. Cooperación China-Chile 

Economía 

Los lazos económicos entre China y Chile se han convertido en la piedra angular de su relación, marcados por hitos significativos y beneficios tangibles para ambos países. En 2005, Chile se convirtió en el primer país latinoamericano en firmar un TLC con China. Este acuerdo histórico catalizó un aumento en el comercio bilateral, con el volumen total de comercio incrementándose de aproximadamente 8.000 millones de dólares en 2005 a más de 42.000 millones en 2018. El éxito del TLC impulsó a ambas naciones a negociar una versión ampliada, que entró en vigor el 1 de marzo de 2019. Este acuerdo actualizado eliminó aún más los aranceles en una amplia gama de productos, lo que ha mejorado el acceso al mercado y ha facilitado una mayor cooperación económica. 

El impacto del TLC y su expansión es evidente en la diversificación y el crecimiento de las exportaciones chilenas a China. Aunque el cobre sigue siendo una exportación significativa –al representar aproximadamente el 76% de las exportaciones de Chile a China en 2018–, ha habido un notable incremento en productos agrícolas e industriales. El sector agrícola, en particular, ha experimentado un crecimiento notable. Después de que se eliminaran completamente los aranceles en 2015, las exportaciones de vino chileno a China aumentaron sustancialmente. En 2018, China se convirtió en el mayor mercado para las exportaciones de vino chileno, al totalizar 254 millones de dólares, lo que hizo de Chile el tercer mayor exportador de vino a China, después de Francia y Australia. La exportación de cerezas frescas ejemplifica el dinámico crecimiento del comercio agrícola. En 2018, Chile exportó más de 139.000 toneladas de cerezas a China, valoradas en 430 millones de dólares, lo que representó un incremento del 126% respecto al año anterior. China ahora representa casi el 75% del total de las exportaciones de cerezas de Chile. De manera similar, las exportaciones de salmón chileno a China han aumentado significativamente desde que se redujeran los aranceles bajo el TLC, al pasar de 23 millones de dólares en 2010 a 176 millones de dólares en 2018. 

Estos éxitos se atribuyen no solo a la reducción de aranceles, sino también a esfuerzos estratégicos de mercado y a la colaboración entre los sectores público y privado. Iniciativas como la “Semana de Chile” en Beijing y Shanghai, organizadas por ProChile y la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile (Asoex), han promovido productos chilenos en el mercado chino. Una campaña de marketing de 5 millones de dólares para las cerezas chilenas en China condujo a un aumento significativo en la demanda, lo que demuestra la efectividad de estos esfuerzos colaborativos. 

Además, las inversiones chinas en Chile han crecido más allá del enfoque tradicional en la minería. Si bien las inversiones iniciales de China se concentraron en asegurar cobre y otros minerales, en los últimos años se ha visto una diversificación hacia sectores como la energía, la infraestructura y la tecnología. Ejemplos notables incluyen proyectos de desarrollo de infraestructura, como el embalse Las Palmas. China Harbour Engineering Company se convirtió en la primera firma china en ganar una licitación pública en Chile, al asumir la construcción de este proyecto de 171 millones de dólares destinado a mejorar el riego y el suministro de agua en el valle de Petorca. 

En telecomunicaciones, Huawei ha sido instrumental en la mejora de la infraestructura digital de Chile, a través de iniciativas como el Proyecto de Fibra Óptica Austral, invirtiendo 91 millones de dólares para mejorar la conectividad en las regiones sureñas de Los Lagos, Aysén y Magallanes. Además, Tianqi Lithium de China adquirió una participación del 24% en la empresa minera chilena SQM por 4.100 millones de dólares en 2018, lo que señaló el interés de China en los abundantes recursos de litio de Chile, vitales para la tecnología de baterías y la energía renovable. Estas inversiones reflejan una estrategia más amplia de beneficio mutuo. Chile se beneficia de la entrada de capital, la transferencia de tecnología y las mejoras en infraestructura, mientras que China asegura un acceso a recursos esenciales y expande su presencia en América Latina. 

Política y diplomacia 

En el ámbito diplomático y político, China y Chile han profundizado significativamente sus interacciones, han solidificado la relación y la han elevado al nivel de asociación estratégica integral. Esta evolución refleja un compromiso mutuo para fortalecer los lazos y colaborar en asuntos globales y regionales. 

A lo largo de los años, las visitas de alto nivel y los intercambios diplomáticos han desempeñado un papel crucial en el avance de las relaciones bilaterales. Notablemente, el intercambio de visitas presidenciales ha sido instrumental para fomentar el entendimiento mutuo y delinear objetivos estratégicos. La presidenta Michelle Bachelet visitó China en varias ocasiones. En 2014, su visita de Estado condujo a la firma de numerosos acuerdos en educación, ciencia y tecnología, y minería. En 2016, el presidente Xi Jinping llevó a cabo una visita de Estado a Chile tras la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Perú. Durante esta visita, China y Chile elevaron su relación a la de una asociación estratégica integral. Esta actualización simbolizó un nivel de confianza y cooperación más profundo. En 2018, Chile y China firmaron un memorando de entendimiento sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), convirtiéndose Chile en uno de los primeros países latinoamericanos en unirse formalmente a esta iniciativa. 

Los intercambios legislativos han fortalecido aún más la comprensión mutua y la colaboración. Delegaciones parlamentarias de ambos países han participado en diálogos para compartir experiencias legislativas y promover la cooperación en marcos legales que faciliten iniciativas bilaterales. En 2018, el presidente del Senado chileno, Carlos Montes, encabezó una delegación a China para discutir la cooperación parlamentaria y fortalecer los lazos legislativos. 

Los dos países también han colaborado en organizaciones internacionales y foros multilaterales. Chile ha apoyado constantemente las posiciones de China en cuestiones internacionales clave, incluido el principio de una sola China. A cambio, China ha respaldado las candidaturas de Chile en escenarios internacionales y ha fomentado un sentido de apoyo mutuo en el escenario global. Ambas naciones han trabajado juntas en foros como APEC y las Naciones Unidas, y han abogado por el multilateralismo y el comercio abierto. 

Además, China y Chile han firmado numerosos acuerdos bilaterales que cubren una amplia gama de áreas, como la defensa, la educación, la cultura y la ciencia y la tecnología. El establecimiento de la Comisión Mixta China-Chile sobre Ciencia y Tecnología ha facilitado la colaboración en proyectos de investigación e iniciativas de innovación. En 2019, ambos países celebraron el 50.º aniversario de relaciones diplomáticas, para lo cual organizaron eventos e intercambios culturales, lo que fortaleció aún más los lazos entre los pueblos. 

La participación de Chile en la IFR subraya su compromiso de profundizar los vínculos e integrarse con la visión de China para la conectividad global. La IFR ofrece oportunidades de colaboración en el desarrollo de infraestructuras, la facilitación del comercio y el intercambio cultural. Al alinearse con la IFR, Chile se posiciona como una puerta de entrada para el compromiso chino en América Latina, aumentando su importancia estratégica en la región. 

Cultura y tecnología 

China y Chile han profundizado significativamente su relación a través de la cooperación cultural y tecnológica, al ir más allá de los tradicionales lazos económicos y políticos. Los intercambios culturales se han fortalecido con el establecimiento de institutos Confucio en Chile, quienes promueven la lengua y la cultura chinas, mientras que la cultura chilena se ha exhibido en China a través de eventos como el “Año de Chile en China” y la participación en exposiciones internacionales. Las colaboraciones educativas incluyen acuerdos gubernamentales que facilitan los intercambios académicos, las becas para estudiantes chilenos que deseen estudiar en China y las oportunidades recíprocas en Chile para estudiantes e investigadores chinos. 

La cooperación tecnológica ha dado lugar a ambiciosos proyectos conjuntos, particularmente en astronomía, al aprovechar las condiciones óptimas de Chile para la observación astronómica. El Centro Conjunto de Datos Astronómicos China-Chile es un ejemplo de ello, al mejorar las capacidades de ambos países en la investigación astrofísica. En el sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la empresa china Huawei ha avanzado en la infraestructura digital de Chile, mediante el establecimiento de un Centro Regional de Innovación y la colaboración en el proyecto del Cable de Fibra Óptica Trans-Pacífico para conectar América del Sur y Asia, mejorando así la conectividad digital global. 

Además, la experiencia de China en energías renovables apoya los objetivos de desarrollo sostenible de Chile, con inversiones en los sectores de la energía solar y la eólica. La participación en foros internacionales como la Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, por sus siglas en inglés) ha facilitado más intercambios y asociaciones. En general, estas colaboraciones culturales y tecnológicas han enriquecido la asociación bilateral, al fomentar el entendimiento mutuo, impulsar la innovación y contribuir al progreso global más allá de los intereses meramente económicos. 

III. El modelo chino 

El éxito de la relación entre China y Chile, y por extensión del compromiso más amplio de China con América Latina, se puede atribuir al marco único de la estrategia de desarrollo exterior de China. Este marco enfatiza el respeto mutuo, la no interferencia y un enfoque en la cooperación económica sin imponer condiciones políticas. Se diferencia del sistema liberal occidental, que a menudo vincula la asistencia económica con reformas políticas, consideraciones de derechos humanos y la adhesión a modelos específicos de gobernanza. Instituciones occidentales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial suelen imponer condiciones estrictas a su asistencia, al exigir a los países receptores que implementen reformas económicas y políticas específicas. Aunque estas medidas buscan promover la buena gobernanza y la estabilidad económica, pueden limitar la autonomía de las naciones en desarrollo y no siempre consideran los contextos locales. 

Este enfoque ha creado lo que algunos académicos describen como un control monopólico sobre las normas y políticas globales, lo que deja a las naciones en desarrollo con alternativas limitadas. Monopolio, en este contexto, se refiere a la concentración de poder dentro de un pequeño grupo de Estados que controlan las normas globales y limitan las vías alternativas de desarrollo. El dominio del orden mundial liberal ha obligado en ocasiones a los países en desarrollo a adoptar políticas que priorizan los intereses occidentales por encima de los propios, lo que ha restringido su capacidad para perseguir estrategias de desarrollo adaptadas a sus circunstancias únicas. 

La competencia fomenta la innovación y ofrece modelos alternativos de desarrollo, lo que permite a las naciones elegir estrategias que se adapten mejor a sus necesidades. El rápido crecimiento económico de China, particularmente bajo el liderazgo de Xi Jinping, ha redefinido los paradigmas globales de desarrollo. Iniciativas como la IFR,  el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) ofrecen fuentes alternativas de inversión y asistencia para el desarrollo, sin las condiciones políticas que a menudo imponen las instituciones occidentales. 

El enfoque de China hacia el desarrollo internacional se caracteriza por tres aspectos clave. En primer lugar, China enfatiza la no interferencia y el respeto por la soberanía, en contraste con las tendencias intervencionistas del orden liberal. Al evitar la participación directa en los asuntos internos de las naciones asociadas, China fomenta relaciones basadas en el respeto mutuo. Este enfoque permite a los países mantener su autonomía política mientras participan en asociaciones económicas, lo que crea un entorno estable propicio para el desarrollo. 

En segundo lugar, el modelo de desarrollo liderado por el Estado chino se centra en la inversión en infraestructura y las asociaciones económicas. A través de la IFR y de instituciones como el BAII, China proporciona financiamiento para proyectos que impulsan el crecimiento económico, sin exigir cambios en la política económica ni imponer medidas de austeridad. Este modelo atrae a naciones que buscan mejorar su infraestructura y capacidad económica sin las restricciones de las condiciones financieras occidentales. 

En tercer lugar, el enfoque de China prioriza los derechos colectivos, el desarrollo económico y la estabilidad social. Este modelo resuena con los países que buscan elevar los niveles de vida y reducir la pobreza sin presiones externas para reformar sus sistemas políticos. Al enfocarse en la prosperidad económica como base para los derechos humanos, China ofrece una vía de desarrollo que se alinea con las prioridades de muchas naciones en desarrollo. 

El compromiso de Chile con China demuestra las ventajas de este marco de desarrollo alternativo. A través de la inversión y las asociaciones comerciales chinas, Chile ha logrado importantes avances en varios sectores. China se ha convertido en el mayor socio comercial de Chile, con fuertes intercambios en minería, agricultura y tecnología. Las inversiones de China en infraestructura y energía han fortalecido la economía chilena, al promover la diversificación y modernización. 

Además, los intercambios culturales y tecnológicos, como el establecimiento de institutos Confucio y la cooperación en campos como la astronomía y las telecomunicaciones, han mejorado la comprensión cultural y han impulsado la innovación tecnológica, lo que ha contribuido al desarrollo social de Chile y su conectividad global. 

El éxito de la relación entre China y Chile subraya las ventajas del marco de desarrollo exterior de China. Al ofrecer una alternativa al sistema liberal occidental, China permite que países como Chile persigan estrategias de desarrollo alineadas con sus intereses y prioridades nacionales. Este enfoque se centra en el beneficio mutuo, el respeto por la soberanía y la cooperación práctica, lo que lleva a avances tangibles en economía, política, diplomacia, cultura y tecnología. 

La asociación entre China y Chile sirve como un ejemplo convincente de cómo los marcos de desarrollo alternativos pueden contribuir al crecimiento y la prosperidad nacional. Al ofrecer un modelo que enfatiza la no interferencia, el crecimiento económico dirigido por el Estado y el bienestar colectivo, China proporciona a las naciones en desarrollo una vía hacia el progreso que se desvía del paradigma liberal occidental. Este marco permite a los países mantener la soberanía sobre sus procesos de desarrollo, adaptar estrategias a sus necesidades específicas y participar en asociaciones globales en sus propios términos. 

El éxito alcanzado en Chile a través de su relación con China ilustra los beneficios potenciales de abrazar modelos de desarrollo diversos. Resalta la importancia de la competencia en el sistema internacional, que fomenta la innovación y proporciona a las naciones múltiples vías para alcanzar sus objetivos. A medida que los países navegan por las complejidades de la globalización, la disponibilidad de marcos alternativos como el de China mejora su capacidad para seguir caminos de desarrollo autónomos y sostenibles. 

En última instancia, la relación entre China y Chile ejemplifica cómo el respeto por la soberanía nacional, el enfoque en intereses económicos mutuos y el fomento de intercambios culturales y tecnológicos pueden conducir a avances significativos.  

*Juan Pablo Sims es profesor de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, en Chile. Brice Tseen Fu Lee es doctor del Instituto de Relaciones Internacionales y Asuntos Públicos de la Universidad Fudan en Shanghai, China. Yun-Tso Lee es profesor de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, en Chile. 

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