Juan Carlos Capuñay, exembajador de Perú en China. Foto cortesía del autor

10 de junio de 2024. Reliquias culturales peruanas exhibidas en el Museo de Historia de Shaanxi. Xinhua

14 de septiembre de 2024. Muñecos de lana de alpaca en el stand de Perú en la Feria Internacional de Comercio de Servicios de China, en Beijing. Wei Yao

EL proceso de modernización de la estructura económica y administrativa de China encuentra sus fundamentos en la voluntad expresada por Deng Xiaoping, quien procedió a sentar las bases para su apertura al concierto mundial. Con posterioridad, se registró la teoría de la triple representatividad formulada por el presidente Jiang Zemin, que reúne en un proyecto político administrativo al sector Gobierno, a la sociedad civil representada por el Partido Comunista de China y principalmente al sector privado. Una tercera etapa de este proceso se inició con el presidente Xi Jinping, con su formulación en torno a la economía dual y a la importancia de hacer trascender las iniciativas de reformas estructurales, tanto al interior del país como al exterior. Es a partir de estos enfoques que se derivan distintas políticas de inclusión social, así como de crecimiento económico, que han convertido a China en la segunda economía del mundo, el principal socio comercial de la mayoría de los países de Asia-Pacífico y el vector central para una conectividad e integración.

Economías dinámicas

El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) reúne a las 21 economías más dinámicas de dicha región alrededor de un esquema de integración que promueve la liberalización del comercio, la facilitación de las inversiones, y el intercambio y la cooperación técnica. Representa el 60 % del PIB global y casi la mitad del comercio mundial. Su normatividad contempla el Plan de Acción de Lima y la Hoja de Ruta de Beijing en el proceso de creación del Área de Libre Comercio de Asia y el Pacífico (FTAAP, siglas en inglés). Por América Latina participan Chile, México y el Perú.

De conformidad con los postulados contenidos en la Declaración de 1989, de Australia, el propósito de la integración de Asia-Pacífico y de su esquema regional es promover el desarrollo de la región por medio de la complementariedad económica y la interdependencia comercial, el mejoramiento del clima de los negocios, fomentar el desarrollo e intercambio tecnológico, y reforzar la participación del sector privado como el gestor de las iniciativas de negocios. En ese sentido, las Metas de Bogor de 1994 inicialmente y hoy los Objetivos de la Visión de Putrajaya de APEC en 2022 fijan las pautas para la concreción de sus logros. Las decisiones de los líderes económicos en las cumbres anuales del foro se ven reforzadas tanto por los esquemas regionales formulados por sus miembros como por las iniciativas de carácter nacional. Ambos espacios de concertación están orientados a facilitar un desarrollo compartido en Asia-Pacífico. Dentro del primer espacio, puede mencionarse la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en inglés), que reúne a los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, siglas en inglés), además de China –principal socio comercial de la ASEAN–, Australia, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. Su normatividad comprende una propuesta de área de libre comercio, la mayor del mundo. En América Latina, la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Colombia, México y el Perú, que cuenta con más de 60 miembros asociados extrarregionales, tiene como objetivo promover el comercio y los negocios con otras regiones, en particular con Asia. Los tres miembros latinoamericanos de APEC, es decir Chile, México y el Perú, son parte de la Alianza del Pacífico.

La conjunción de estos esquemas de integración regional permitirá un mayor acercamiento y una mejor coordinación económico-estratégica entre las economías de Asia-Pacífico, lo cual reforzará las tratativas de convergencia que faciliten la implementación de los objetivos de APEC.

En lo que se refiere al espacio de las iniciativas nacionales, debe ponerse de relieve las propuestas formuladas por el Gobierno de China, que refuerzan los mecanismos bilaterales y regionales de los países de Asia-Pacífico, cuyos beneficios además se extienden a sus políticas con otras regiones. La política de apertura e internacionalización económica formulada por el presidente Xi Jinping ofrece escenarios propicios para una cooperación con beneficio mutuo en favor de los países de la región, lo que permitirá que sus estructuras económicas y productivas puedan modernizarse alrededor de programas y estrategias en favor de un desarrollo inclusivo y amplio.

En lo que se refiere al crecimiento del comercio en la región, el Gobierno de China ha suscrito sendos acuerdos de libre comercio con un número importante de países de Asia-Pacífico, los cuales han permitido el aumento de la capacidad productiva y de la oferta exportable de las contrapartes. Estos acuerdos, además de aumentar la capacidad productiva y otorgar beneficios en favor de un desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, representan cimientos efectivos para una mejor participación en la apertura comercial de Asia-Pacífico y en el reforzamiento de su integración regional y extrarregional.

También deben mencionarse las 22 zonas piloto de libre comercio de China como espacios que viabilizan la identificación de socios estratégicos para los fines de inversiones y cooperación tecnológica y de innovación, en aras de la promoción de cadenas de valor. Es a partir de esta convergencia de intereses que pueden generarse espacios de beneficio que redundarán en mejores posibilidades y perspectivas en la participación en los foros de Asia-Pacífico y otros extrarregionales. En este acápite debe mencionarse la Gran Área de la Bahía, que reúne las economías de Hong Kong, Macao y Shenzhen, todas ellas de particular relevancia en términos de comercio, inversiones e innovación en Asia, así como por sus vínculos históricos y culturales con el resto de los países de Asia-Pacífico. Esta gran área ofrece un espacio importante en la concertación de intereses compartidos en sectores de interés común.

El mayor aporte

Sin embargo, quizá la mayor contribución del Gobierno de China en el ámbito internacional, y de Asia-Pacífico en particular, está referida a los alcances de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), que recoge en su esencia los atributos de la legendaria Ruta de la Seda. La iniciativa fue propuesta por el presidente Xi Jinping en 2013 y consiste en un esquema de coordinación y cooperación en los ámbitos de las inversiones, la promoción de la capacidad productiva, la cooperación e innovación, la conectividad y las coincidencias en materia de complementariedad económica. Si bien su espectro comprende también otras regiones además de Asia-Pacífico, su relevancia en la ejecución de políticas y estrategias de desarrollo es muy importante para la marcha y participación de los miembros de APEC, pues permite acercamientos y coincidencias en torno a las metas del foro. Es importante poner de relieve que no constituye un instrumento de dependencia vertical entre sus miembros, toda vez que son los países participantes receptores de la cooperación los que fijan su grado de involucramiento, el modelo que se debe seguir y su cronograma de trabajo, de acuerdo con sus prioridades nacionales. Los miembros elijen de manera autónoma los proyectos por ejecutar, y reciben el apoyo de la iniciativa y de los demás miembros con intereses convergentes.

En el caso de los miembros de APEC en América Latina (Chile, México y el Perú), la modalidad de trabajo aplicable gira en torno a la Ruta de la Seda Marítima y a la Ruta de la Seda Digital. La Iniciativa de la Franja y la Ruta cuenta con un fondo de financiamiento para la ejecución de los proyectos, en particular la construcción de la infraestructura requerida por sus miembros, como líneas ferroviarias, puertos y terminales marítimos, que servirían para otorgarle una mayor fluidez y capacidad al transporte de las mercaderías.

En el caso del Perú, a pesar de que no ha hecho uso aún del fondo de financiamiento de la IFR, el megapuerto de Chancay, construido a 80 kilómetros al norte de Lima por la empresa china Cosco Shipping Ports Limited, tendrá un impacto transformador en la economía local y nacional.

De igual forma, en lo que respecta a la Ruta de la Seda Digital, esta constituiría el puente digital que uniría a las economías de América Latina con Asia-Pacífico, facilitando así la aplicación de mecanismos que promueve APEC para configurar una complementariedad regional, como serían el comercio electrónico, las cadenas productivas y comerciales de valor, el desarrollo inclusivo, la educación a distancia, la transformación digital, etc. La contribución de la empresa china Huawei en la formulación de la propuesta del tendido de un cable de fibra óptica transpacífico y de la utilización de la tecnología 5G será un importante aporte en la construcción del “puente digital de la seda” que consolide las estrategias del Foro de APEC, con miras a avanzar en sus programas de interconexión digital, conectividad operacional, cooperación en materia educativa y combate a las emergencias sanitarias.

Es evidente que la apertura económica, administrativa y cultural de China comprende iniciativas y propuestas que beneficiarán el desarrollo de la comunidad de Asia-Pacífico y del Foro de APEC en particular, toda vez que su implementación permitirá la mejor participación de sus miembros, en particular la de los países en desarrollo, en la ejecución de las decisiones de los líderes económicos del foro. En la medida en que sus miembros cuenten con mejores condiciones y capacidades para efectuar un mayor aporte en la marcha del Foro de APEC, se consolidará de manera efectiva su potencial para reafirmar su calidad en la zona económica del siglo XXI. Este será el aporte de China en la marcha del mecanismo de cooperación regional de Asia-Pacífico.  

*Juan Carlos Capuñay fue embajador de Perú en China, Japón y Singapur.