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El mundo en el que vivimos
2024-11-05    Fuente: Centro para las Américas    Autor: AN XINZHU

4 de enero de 2024. Cerezas en una planta empacadora en la comuna de Las Cabras, en Chile. Las cerezas chilenas son muy populares en el mercado chino.

13 de septiembre de 2024. Trabajadores en un proyecto de transmisión y transformación de energía que lleva adelante una empresa china de Shandong en el municipio de Porto Velho, estado de Rondonia, en Brasil.

 

29 de septiembre de 2023. Una profesora china y dos cubanos durante la celebración del Festival del Medio Otoño organizada por el Instituto Confucio de la Universidad de La Habana. Fotos de Xinhua

EN el marco de nuestro interés por reflexionar sobre las diversas aristas de la relación sino-latinoamericana, China Hoy conversó con Karina Batthyány, directora ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Uruguay), así como con Guo Cunhai, coordinador del Centro de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA) e investigador del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales. Ambos han contribuido notablemente en el proyecto del libro Diálogos sobre el desarrollo entre China y América Latina. Sus apreciaciones nos dan una idea de los desafíos que afronta una relación clave para el Sur Global.

China Hoy (CH): Como investigadores y académicos dedicados al área de las ciencias sociales, ¿cómo ven el escenario global actual y el papel que ejercen sus países o regiones en este contexto?

Karina Batthyány (KB): El escenario actual se caracteriza por una transición en la correlación de fuerzas entre los poderes globales de la pos Guerra Fría, que definieron el mundo como unipolar, y la emergencia de nuevas potencias en su mayoría provenientes del llamado mundo en desarrollo, que disputan espacios a una suerte de “Occidente colectivo” en ámbitos como la economía, las finanzas internacionales, la tecnología y las iniciativas de desarrollo. Esta disputa se hace extensiva a los países en desarrollo, a los que ese “Occidente colectivo” ha considerado como su área de influencia quasi exclusiva por décadas.

En el caso de América Latina y el Caribe (ALC), este escenario ha tenido efectos contradictorios. Por una parte, se han activado presiones y amenazas orientadas a revertir el avance de la presencia de potencias como China en una región que Estados Unidos considera su patio trasero y en la que Europa ha quedado relegada a un tercer plano. De otra parte, este escenario ha propiciado una diversificación de los socios comerciales e interlocutores globales, ha dado acceso a otras fuentes de financiamiento para el desarrollo y ha abierto la participación a instituciones financieras que funcionan bajo lógicas no occidentales en materia de condicionamientos políticos.

Guo Cunhai (GCH): El mundo actual está experimentando cambios profundos que no se habían visto en un siglo. En primer lugar, el panorama internacional y el sistema de gobernanza global están experimentando transformaciones profundas, y el equilibrio de la fuerza internacional está marcando el cambio más revolucionario en la época moderna. En segundo lugar, aunque la paz y el desarrollo siguen siendo temas de esta época, la inestabilidad y la incertidumbre se han vuelto más prominentes, y los conflictos internos y regionales todavía tienen un profundo impacto en la evolución del panorama internacional. En tercer lugar, con el rápido ascenso de los países del Sur Global, la fuerza internacional se ha vuelto más equilibrada, lo que ha acelerado la formación de un nuevo orden político y económico global.

China y ALC son miembros naturales del Sur Global. Ya sea respondiendo a sus respectivos desafíos de desarrollo o defendiendo el multilateralismo en cuestiones de gobernanza global, China y ALC comparten propuestas y misiones comunes. Ante el complejo mundo de la pospandemia, China y ALC urgen fortalecer los intercambios y la cooperación en torno a cuestiones bilaterales y globales de interés común, con el fin de afrontar juntos los desafíos generados por los profundos cambios no vistos en un siglo en el marco del desarrollo sostenible de la relación bilateral y la construcción de un nuevo orden internacional.

CH: China se ha convertido en el segundo socio comercial de América Latina y el principal socio comercial de países como Brasil, Chile, Perú y Uruguay. Sin embargo, esta cooperación económica no parece ir acompañada de un conocimiento y una comprensión mutuos equivalentes. ¿Cómo ven ustedes este fenómeno?

KB: Todos los avances que usted menciona representan un gran paso en términos de las relaciones entre China y ALC, con un saldo positivo en términos políticos, económicos, culturales y comunicacionales. Ciertamente el crecimiento del comercio es inobjetable, pero ello no se ha traducido en un cambio en la estructura de las exportaciones latinoamericanas y caribeñas. Si valoramos el tema comercial desde una perspectiva cuantitativa, es un éxito total. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el comercio multiplicó su valor por 35. Pero si lo consideramos en detalle, encontramos algunos aspectos susceptibles de perfeccionamiento. Voy a referirme a dos de ellos.

El primero radica en que la composición de lo exportado por la región a China corresponde en casi su totalidad a materias primas y manufacturas basadas en recursos naturales, mientras que las importaciones chinas están integradas casi totalmente por manufacturas de baja, media y alta tecnología. El segundo aspecto al cual quiero referirme es la distribución geográfica de ese comercio, que se concentra en determinados países. Ilustraré esto con cifras de la CEPAL. Entre 2000 y 2022, el 93 % de las exportaciones de la región a China provinieron de América del Sur, en las que Brasil, Chile y Perú respondieron por el 82 % de los envíos. Lógicamente, esto está relacionado con el tamaño de esas economías y con que albergan recursos que son del mayor interés para China. Frente a esto, solo el 1 % de estas exportaciones correspondió a Centroamérica y el Caribe.

GCH: En el siglo XXI, la relación entre China y ALC, impulsada por necesidades mutuas, se ha desarrollado rápidamente. Especialmente desde el establecimiento del Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en 2015, la relación ha experimentado una buena situación en la que la cooperación bilateral e integral va viento en popa. Como señaló la profesora Karina Batthyány, detrás de la mejora de la cooperación económica entre China y ALC, se esconden desequilibrios tanto en la estructura de productos comerciales como en la estructura de los países comerciales/de inversión. Aunque este problema no es causado unilateralmente por China, este desequilibrio estructural no favorece la sostenibilidad de la cooperación entre ambas partes y urge ser resuelto.

La sabiduría de China nos explica que los problemas del desarrollo deben resolverse mediante un desarrollo continuo. Por lo tanto, China y ALC deben enfrentar los problemas y responder, así como resolver los problemas mediante una cooperación más profunda. También es importante señalar que hay otro desequilibrio estructural oculto en la relación entre China y ALC, es decir, la capacidad de las dos partes para reconocerse y entenderse está muy por detrás de la velocidad de desarrollo de las relaciones políticas y económicas. A largo plazo, este será un desafío que requerirá que ambas partes generen conciencia y lo aborden de manera conjunta.

CH: La modernización china comparte características propias de la modernización de diversos países, pero también posee sus propias características basadas en su realidad. ALC fue una de las primeras regiones en desarrollo en iniciar un proceso de modernización. ¿Cómo pueden China y ALC, a través del intercambio y compartiendo experiencias de modernización, lograrla conjuntamente con éxito?

KB: La modernización en nuestra región fue muy diferente a la de China. Los actores sociales que la lideraron no fueron los mismos que en el país asiático. Se realizó en un contexto de políticas domésticas diferentes y, lógicamente, sus resultados han sido distintos. Entre tales resultados diferentes, debe subrayarse que en China la modernización fue inclusiva, mientras que en ALC agravó la diferenciación social, con un incremento de la pobreza y de los trabajos informales de baja calidad y una reprimarización de las economías de la región.

ALC está urgida de replantearse la modernización bajo nuevos códigos de inclusión, participación y supervisión social, del papel del Estado, de creación de empleos de alta calidad y de una apertura que garantice inversiones de alta calidad como ha hecho China, que ha puesto en el centro la prosperidad de sus ciudadanos y la sostenibilidad económica, política, social y medioambiental de las políticas de desarrollo.

GCH: Como señaló la profesora Batthyány, las condiciones de modernización de China y ALC son diferentes, y existen también diferencias en los ambientes interno y externo. Sin embargo, desde las diferencias, podemos observar puntos comunes o similitudes. El Plan sobre Acción Global para el Desarrollo Compartido, propuesto por China, impulsa la compartición de experiencias modernas y, al mismo tiempo, apoya el proceso de modernización de todos los países. La investigación conjunta y las prácticas interactivas son las acciones y la dirección que China y ALC deben explorar en cuanto a la compartición de experiencias modernas.

CH: La modernización china está profundamente arraigada en la cultura tradicional china, mientras que la modernización de ALC contiene la sabiduría de su propia realidad. ¿Cómo pueden ambas partes promover la transformación creativa y el desarrollo innovador de sus culturas tradicionales, a fin de llevar a cabo la modernización?

KB: China nos ha demostrado que es posible modernizar preservando la sabiduría de sus ancestros. ALC atesora el legado histórico-cultural de los pueblos originarios, de las culturas africana, europea y asiática que se han integrado en lo que podríamos llamar la civilización “nuestroamericana”, concepto que quizás no hayamos internalizado en toda su dimensión. El actual contexto puede ser un acelerador que nos conmine a identificarnos como una civilización de ese Sur Global que reclama ser reconocido en el concierto global y tener voz, voto y participación en la toma de decisiones. China está mostrando que es una utopía alcanzable. El concepto y la propuesta de la comunidad de destino compartido impulsada por China son un aporte a una nueva forma de convivencia de civilizaciones y perfilan los contornos de un ideal de gobernanza global más amigable.

GCH: Tanto China como ALC cuentan con brillantes y antiguas civilizaciones que contienen una rica sabiduría tradicional. Estos excelentes pensamientos y culturas tradicionales son frutos de la acumulación histórica y son una valiosa riqueza espiritual que ambas partes merecen compartir. El diálogo entre civilizaciones de China y ALC no es solo para heredar y promover sus excelentes pensamientos y culturas tradicionales, sino también para que ambas partes puedan absorber los nutrientes de las civilizaciones en los intercambios y el aprendizaje mutuo.

La modernización china hace especial hincapié en la sólida fuerza motriz de la innovación científica y tecnológica para el desarrollo, y la innovación científica y tecnológica proviene esencialmente de la transformación creativa y el desarrollo innovador de la excelente sabiduría cultural tradicional china. Por ejemplo, el popular videojuego digital global “Black Myth: Wukong” es la combinación perfecta de la excelente cultura tradicional china y la tecnología moderna en innovación. Por lo tanto, para trabajar juntos en el camino de la modernización, China y ALC necesitan urgentemente fortalecer el intercambio de conocimientos y la cooperación, lo cual no será solo para comprender las raíces culturales de los demás, sino también para comprender el alma común de la civilización moderna y hacer un buen uso de la poderosa fuerza de la innovación científica y tecnológica.

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