Muy recomendado |
El privilegio de ser testigo | |
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Noviembre de 2023. Pablo Rovetta frente a la Torre de la Campana en Beijing. En representación de la Corporación Internacional de Comercio de Libros de China, Vicente Rovetta, el padre de Pablo Rovetta y su madre Berta Dubinsky, participan en la Feria Internacional del Libro de Uruguay en 1996. Pablo Rovetta (primero de la segunda fila desde la der. junto a su hermana Laura) y otros estudiantes hispanohablantes se toman una foto al celebrar su graduación en el Instituto de Lenguas de Beijing (hoy Universidad de Lengua y Cultura de Beijing) en 1976. Fotos cortesía del autor ESTE mes de octubre se cumple el 75.º aniversario de la fundación de la República Popular China, y dentro de 10 meses cumpliré medio siglo de relación directa con el país. Puedo decir, entonces, que he sido testigo prácticamente de las dos terceras partes de su apasionante historia. Mi relación con China viene de mi padre, Vicente Rovetta, quien a comienzos de la década de 1960, se convirtió en el representante oficial, en su librería de Montevideo “Nativa Libros”, de una institución que por entonces se llamaba Guoji Shudian (actualmente la Corporación Internacional de Comercio de Libros de China), encargada de la distribución de publicaciones chinas en el exterior. Así fue como ya desde niño empecé a conocer China, leyendo primero cuentos infantiles que llegaban de ese lejano país, y asombrándome por las fotos que veía en China-Revista Ilustrada, y a medida que fui creciendo me fui acercando a novelistas chinos y, por último, a publicaciones sobre la política china. Acogidos en China En 1975, y tras sufrir la persecución de los militares uruguayos y sus cómplices argentinos, junto con mis padres y mi hermana Laura, fuimos acogidos en China. Allí mis padres trabajaron en Ediciones en Lenguas Extranjeras, mientras que mi hermana Laura y yo, tras dos años de estudio del chino, entramos en las dos universidades más importantes del país: ella en la Universidad de Beijing y yo en la de Qinghua (o la Universidad Tsinghua, como también es conocida). En los últimos casi 50 años, he vivido muchos años en China, y he mantenido de forma continua unas muy estrechas relaciones con el país tanto en lo personal como en lo profesional. Al igual que mi padre, tengo un sentimiento especial hacia China y su pueblo. Puedo decir que somos dos generaciones de “Rovettas” testigos de los gigantescos avances de China desde que su pueblo se puso de pie y se fue convirtiendo, y sigue haciéndolo, en un país cada vez más próspero y fuerte. Después de graduarme en la universidad, estuve durante un tiempo haciendo traducciones del chino al español para Ediciones en Lenguas Extranjeras de Beijing, para posteriormente entrar a trabajar en la Agencia EFE de España como corresponsal en China. En 1986, tras la caída de la dictadura en Uruguay, mis padres regresaron a Montevideo, pero yo decidí quedarme en China. Tras mi paso por la Agencia EFE, estuve como encargado de promoción comercial en la Oficina Comercial de la Embajada de España en China y, en 1991, entré a trabajar en la empresa española Técnicas Reunidas como responsable de China. Gracias a las décadas vividas en China y a los continuos viajes al país, fui conociendo cada vez más –aunque nunca lo suficiente– diversos aspectos del mismo, y su cultura me ha ido influenciando de forma cada vez más profunda. Aunque en cerca de 40 años de vida profesional he trabajado en organismos y empresas de muy diversa índole, y aún hoy trabajo en una empresa española de ingeniería, mi verdadera vocación es todo lo relacionado con China. El blog “Reflexiones Orientales” En 2012, inauguré un blog llamado “Reflexiones Orientales” (www.pablo.rovetta.com), donde publico principalmente artículos relacionados con la historia, cultura, política, economía, diplomacia y otros aspectos de China y de sus relaciones con el mundo de habla hispana. Es interesante recordar que el nombre oficial del país donde nací es República Oriental del Uruguay, y que “oriental” es sinónimo de “uruguayo” para nosotros. Por eso, las reflexiones que escribo son “doblemente orientales”: reflexiones de un oriental sobre la China que está en el verdadero Oriente. En mis “Reflexiones Orientales” he contado, entre otras cosas, experiencias sobre mi vida en la China de los años 70 y acontecimientos históricos de los cuales fui testigo directo, como la muerte del presidente Mao Zedong o la caída de la “Banda de los Cuatro”. Otros temas tratados incluyen historias casi desconocidas del pasado de China –como las expediciones del navegante Zheng He en la dinastía Ming (1368-1644), o el viaje de un emisario de la dinastía Qing (1644-1911) por América Latina–, aspectos relacionados con las diferencias culturales entre nuestros dos mundos, cómo el desarrollo del país cambió muchos aspectos de la vida diaria de los ciudadanos chinos, o referencias a personalidades del mundo de habla hispana que viajaron a China o a destacados hispanistas chinos. He escrito artículos sobre citas o discursos del presidente Xi Jinping y temas de actualidad política y diplomática de China, hasta temas de interés social como la situación del fútbol chino. Un ejemplo que se debe destacar es el caso del embajador Huang Zhiliang, uno de los primeros diplomáticos chinos que llegaron a América Latina. Leí con mucha atención en chino su interesante libro El redescubrimiento del nuevo continente – Zhou Enlai y América Latina. Años atrás, publiqué en mis “Reflexiones Orientales” un resumen de los principales aspectos tratados en ese libro, así como mis impresiones, y posteriormente tuve la suerte de traducir dicho libro al español, que ha sido publicado ya en Argentina con el título Historia y anécdotas del acercamiento de la Nueva China a América Latina después de 1949 – El papel jugado por Zhou Enlai. Años difíciles La China de la década de 1970 estaba, en algunos aspectos, más atrasada que algunos países latinoamericanos. Las condiciones de vida eran duras y había escasez de muchos productos. Recuerdo por ejemplo cómo entonces, cuando llegaba el invierno, Beijing se “inundaba” de coles chinas, la única verdura que se podía comer en esos fríos meses. Por aquellos años, muchos productos de la vida diaria estaban racionados, y se necesitaban cupones para adquirir o comer cereales o carne. Para muchas familias, el tener una bicicleta, un reloj de pulsera, una radio y una máquina de coser eran “el mayor lujo” que podían tener. Dicho esto, sin embargo, no se trataba de cosas pequeñas, teniendo en cuenta que estábamos hablando de un país que poco tiempo atrás había padecido décadas de guerras y hambrunas. Creo que es necesario destacar y reconocer las contribuciones realizadas en la historia china desde hace más de cien años por el Partido Comunista de China (PCCh). En estos momentos están teniendo lugar complicados y profundos cambios en la situación política y económica mundial, y el PCCh debe hacer frente a nuevos retos. Sin embargo, estoy convencido de que el PCCh, gracias a su experiencia y las batallas ganadas, continuará manteniendo la política de combinar la teoría con la realidad práctica y, partiendo de la situación real de China, podrá hacer frente a esos nuevos retos y adaptarse a los nuevos cambios en la situación internacional. La historia ya ha demostrado que ningún país puede amenazar o trabar el desarrollo de China. El destino y el futuro de China están en las manos de su pueblo y ningún país podrá interferir en ello. La multipolaridad en la situación internacional también ya es un hecho, y también lo es que China jugará un papel cada vez más importante en los asuntos internacionales. Si mi padre fue testigo de los logros obtenidos después del establecimiento de la Nueva China, en los períodos de la transformación socialista y la fase preliminar de la construcción socialista bajo la dirección del PCCh, yo lo he sido de los grandes logros alcanzados desde el comienzo de la reforma y apertura al exterior. Casi sin darme cuenta, comenzaron a construirse edificios gigantes en todo el país, de la bicicleta se pasó al automóvil y los viejos trenes verdes a carbón fueron transformados por los de alta velocidad. La vida de la población es cada vez más próspera, las obras de infraestructura se desarrollan de forma veloz, la inteligencia artificial está creciendo a pasos agigantados y los éxitos alcanzados por China en la eliminación de la pobreza han llamado la atención del mundo. Incluso, aquellos países que tienen una posición anti-China no pueden negar estos logros. China está cambiando día a día, mes a mes, y ya no sé cuántos son los milagros que he visto en el país. Cuando pienso en las calles inundadas de coles chinas, o en el barullo de los timbres de las bicicletas, me doy cuenta de que he tenido la suerte de ser testigo del proceso de desarrollo de la Nueva China hacia una “China más nueva”. Como decimos en Uruguay, parece que “el tiempo ha pasado volando”, y en menos de diez meses se cumplirá medio siglo de mi llegada a Beijing. De “Nativa Libros” a “Reflexiones Orientales” han pasado diversas épocas y las cosas han cambiado mucho. Lo que no ha variado, sin embargo, ha sido mi cariño hacia China y mi entusiasmo para impulsar el conocimiento entre China y América Latina. Mi padre escribió y habló sobre la Nueva China, mientras que yo intento hacerlo sobre “la China de la nueva era”. Este oriental está comprometido a seguir los pasos de su padre, con el fin de que más gente en el mundo de habla hispana conozca China y, al igual que nosotros, termine teniendo sentimientos de amistad a esa otra “república de Oriente”. *Pablo V. Rovetta Dubinsky es escritor y analista uruguayo de temas de China. |
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