Muy recomendado
Una experiencia personal
2024-09-27    Fuente: Centro para las Américas    Autor: HUANG ZHILIANG*

En 1985, China estableció en Sao Paulo, Brasil, su primer Consulado General en Sudamérica. Huang Zhiliang, como primer cónsul general, recibe una cálida bienvenida por parte de la comunidad china.

Junio de 1965. Funcionarios de la Oficina de Representación Comercial de China en Chile llegan a Santiago.

El líder revolucionario cubano Fidel Castro visita la Exposición sobre los Logros en la Construcción Económica de la Nueva China en 1960.

Huang Zhiliang, entonces embajador de China en Nicaragua, conversa con el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, después de presentar sus cartas credenciales en 1989.

Huang Zhiliang recibe por parte del Gobierno venezolano la Primera Clase de la Orden Francisco de Miranda en 1993. Fotos cortesía del autor

ESTE año marca el 75.o aniversario de la fundación de la República Popular China, y en los 60 años transcurridos desde el comienzo de la década de 1960, la relación entre China y los países de América Latina y el Caribe (ALC) ha experimentado enormes cambios y avances. He dedicado gran parte de mi vida a la noble causa de fomentar la amistad entre China y ALC. He tenido la oportunidad de experimentar y presenciar, de primera mano, el largo y tortuoso camino de las relaciones bilaterales, que han tenido una notable evolución.

Años complejos

Nací en el mismo mes y en el mismo año en los que estalló la tragedia nacional conocida como el “Incidente del 18 de septiembre” –el 18 de septiembre de 1931– y en mis recuerdos de infancia están la huida y el miedo a la guerra. A los 18 años de edad, a punto de graduarme de la escuela secundaria, estaba preocupado por el destino nacional y mi futuro personal. A partir de entonces, mi vida empezó a integrarse en la ondulante corriente revolucionaria que recorría la tierra china y en el desarrollo de la recién nacida República Popular China.

Me destinaron a la Escuela de Lenguas Extranjeras de Beijing (hoy la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing), donde primero estudié el inglés y, al cabo de año y medio, cambié mi especialidad al español, que entonces era un idioma que poca gente aprendía. Dos años después de graduarme, el Ministerio de Relaciones Exteriores me encargó que acompañara a una delegación comercial del Gobierno chino a Cuba, donde acababa de triunfar la revolución, y desde entonces empecé un lazo indisoluble con ALC.

Tras la visita de la delegación, me quedé trabajando en la Oficina de Representación Económica de China en Cuba. Durante esta estancia, fui testigo del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, un hito histórico que convirtió a Cuba en el primer país de ALC, y también del hemisferio occidental, en establecer relaciones diplomáticas con la Nueva China.

Más tarde, me puse a estudiar. Después de un año en la Universidad de La Habana, me enviaron a Chile para tomar parte en el establecimiento de la Oficina de Representación Comercial de China en dicho país, la cual fue la primera agencia permanente semioficial establecida por nuestro país en Sudamérica. Trabajé cuatro años en un entorno muy complicado y en condiciones bastante difíciles, y fui testigo del mejoramiento del entendimiento mutuo y de los intercambios amistosos entre China y Chile. Poco después de mi regreso a China, ambos países establecieron formalmente relaciones diplomáticas y la bandera nacional de la República Popular China fue izada por primera vez en la región sudamericana.

A mediados del siglo pasado, ALC era una tierra virgen en el mapa diplomático de China. El peligroso ambiente político y el difícil trabajo pionero me hicieron experimentar un duro entrenamiento, lo que me dejó un recuerdo inolvidable que me ha llenado de orgullo. Después de regresar a China, trabajé en el Departamento de Traducción e Interpretación del Ministerio de Relaciones Exteriores durante ocho años. Traduje uno tras otro los comunicados conjuntos en español sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y los países latinoamericanos y caribeños, y tomé parte en las labores de asistencia de la visita de los líderes hispanohablantes a China. Durante ese periodo, ofrecí mi contribución a la causa diplomática.

A principios de la década de 1980, fui destinado con carácter permanente a la Embajada de China en Argentina, donde me encargué de la investigación y fui asistente del embajador. Durante mis primeros cuatro años como diplomático, viví un período de cambio de régimen, una intensa agitación política en ese país, así como una disputa internacional que conmocionó al mundo: la guerra argentino-británica por las islas Malvinas.

A principios de 1985, fui nombrado cónsul general de China en Sao Paulo (Brasil) y presidí el establecimiento del primer Consulado General de China en Sudamérica.

Lealtad a la causa

En el otoño de 1989, cuando asumí por primera vez el cargo de embajador en un país en el extranjero, las condiciones no fueron las más propicias para empezar con buen pie. En aquel momento, se produjo un cambio repentino en la escena internacional con la Unión Soviética en vísperas de su desintegración, mientras que Nicaragua, el país de mi acreditación y uno de los puntos focales de la Guerra Fría entre Oriente y Occidente, vivía un cambio de régimen. La coalición de derechas, apoyada por Estados Unidos, llegó al poder en las elecciones generales y el nuevo Gobierno, bajo el modelo de una política exterior basada en la “diplomacia del dólar”, “reconoció” oficialmente a Taiwan. Nuestros esfuerzos por salvar la situación fueron en vano, así que anunciamos la suspensión de las relaciones diplomáticas con Nicaragua. Aquella situación hizo que yo tuviera una mayor consciencia sobre la importancia de adherirse al principio de una sola China y de la necesidad de lograr la reunificación nacional completa.

La última escala de mi vida diplomática fue como embajador en Venezuela, uno de los principales países petroleros de ALC. Al cabo de seis meses de mi toma de posesión, Venezuela, conocida como la ventana de la democracia en Sudamérica, había experimentado dos motines en menos de un año, tres cambios presidenciales en tres años y la situación en todo el país era turbulenta. Bajo la oportuna y correcta orientación de mis superiores, me esforcé por garantizar que el barco de amistad entre China y Venezuela siguiera avanzando y rompiendo las olas en medio de las tormentas políticas.

A finales de 1993, cuando estaba por regresar a China, el Gobierno venezolano me concedió la Primera Clase de la Orden Francisco de Miranda, una condecoración que lleva el nombre del pionero del movimiento independentista de Venezuela y que, por lo general, solo es concedida a personas eminentes que han hecho contribuciones especiales a sus países, así como a enviados de países amigos que han prestado servicios durante un largo período de tiempo y han realizado una labor destacada. Solo llevaba tres años trabajando en Venezuela y fui el segundo embajador chino en recibir tal honor. Era consciente de que esa condecoración no me pertenecía personalmente, sino que debía ser atribuida a nuestra patria poderosa.

En 1994, me fui de ALC y dejé de estar en la primera línea de la diplomacia, donde había trabajado durante más de 20 años. Sin embargo, mi amor por la región permaneció inalterable. Sigo prestando mucha atención a los acontecimientos de ALC, a la situación internacional y a la diplomacia. Leo periódicos todos los días y trabajo incesantemente en mis escritos.

Mentores y amigos

Cuando recuerdo el pasado, a menudo aparecen en mi cabeza un montón de caras conocidas, muchas de las cuales han sido mis mentores y amigos.

He sido intérprete de varios líderes del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), entre los cuales, Zhou Enlai y Deng Xiaoping fueron a los que más veces y más tiempo serví.

Durante mi estancia en embajadas y consulados en el extranjero, he recibido a muchas delegaciones de alto nivel. En especial, recuerdo la visita a Brasil de una delegación china compuesta por diputados de la Asamblea Popular Nacional (APN) y encabezada por Choekyi Gyaltsen, el décimo Panchen Erdeni y entonces vicepresidente del Comité Permanente de la APN. En un banquete de bienvenida al que asistieron cientos de chinos que radicaban en el extranjero, el décimo Panchen Erdeni presentó en su discurso los grandes cambios que se realizaban en la región autónoma de Xizang (Tíbet) y los avances en la política étnica impulsada por el PCCh. Los presentes no cesaron de aplaudir.

También he tenido el honor de conocer a numerosas personalidades latinoamericanas y caribeñas, entre las cuales figuran Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto “Che” Guevara, Salvador A llende, Jacobo Árbenz, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, entre otras.

En la actualidad, China mantiene relaciones diplomáticas con 26 países de ALC y se ha convertido en el primer o segundo socio comercial e inversor de la mayoría de ellos. En consonancia con el rápido desarrollo de las relaciones bilaterales, el equipo de diplomáticos que trabaja en los países hispanohablantes también ha crecido. Es especialmente gratificante ver que no solo hay sucesores, sino que las generaciones van mejorando. Como un veterano de este equipo, no puedo contener mi emoción ni mi alegría.

*Huang Zhiliang fue embajador de China en Nicaragua y Venezuela.

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