HACE 75 años, cuando el presidente Mao Zedong anunció desde la Tribuna de Tian’anmen, en Beijing, el nacimiento de la República Popular China, muchos eran los objetivos, los sueños y las ilusiones. La Nueva China aparecía en el firmamento internacional en un mundo sumamente complejo que vivía aún los estragos de la Segunda Guerra Mundial y que estaba marcado por los primeros años de la Guerra Fría. Más allá de cualquier diferencia social y étnica, el surgimiento de la República Popular China dejó una promesa en todos sus ciudadanos: la promesa de una sociedad igualitaria, democrática, de bienestar y de justicia.
Sin ánimo de vanagloriarnos gratuitamente, hoy podemos decir que muchos de esos sueños que acompañaron a la primera generación de dirigentes chinos, se han ido cumpliendo a punta de esfuerzo, perseverancia y grandes sacrificios. La erradicación de la pobreza extrema, el extraordinario resurgimiento de la economía china y el innegable avance de la ciencia y la tecnología son solo algunos aspectos que hoy nos enorgullecen, pero que nos hacen recordar que los frutos actuales son también los méritos de generaciones de chinos y chinas. Muchos de ellos no vivieron para ver el país de hoy, pero sus ideales están presentes en cada acción nuestra.
Han pasado 75 años y el mundo de hoy, aunque sigue siendo complejo, trae nuevos desafíos. ¿Qué significa eso? Que hoy más que nunca, como país, debemos tener la capacidad de desarrollar ideas muy rápidamente, de probarlas, de evaluarlas y de aplicarlas. Todo eso requiere una flexibilidad mental y una suficiente ecuanimidad para tomar decisiones y, de ser necesario, enmendar el rumbo. Ese espíritu de ensayo y error es el que nos ha acompañado en estas siete décadas y media, y que hoy se traduce en conceptos como el socialismo con peculiaridades chinas, la democracia popular de proceso entero y, más recientemente, la búsqueda de la modernización china.
Todos esos conceptos no son palabras vacías, sino que están dirigidos hacia un claro objetivo: la mejora integral de la calidad de vida de nuestro pueblo. Y hacemos hincapié en el adjetivo “integral”. Por eso, en China Hoy nos llena de orgullo el notable desempeño de nuestros paratletas, quienes en los recientes Juegos Paralímpicos de París lideraron el medallero por sexta vez consecutiva, con 94 preseas de oro, 76 de plata y 50 de bronce. Este enorme logro refleja el bienestar alcanzado por la sociedad china, donde más de 7,1 millones de personas con discapacidad de las zonas rurales han salido de la pobreza en los últimos años. Más aún, en 2023, más de 9,06 millones de personas con discapacidad certificada en China estaban ya desempeñándose en diversas formas de empleo. Qué mejor demostración del avance de nuestra sociedad que el ejemplo dado por nuestros paratletas, cuyas proezas nos recuerdan que nada es imposible cuando de alcanzar nuestros sueños se trata.
Como señalamos líneas atrás, hoy nuestro sueño es la búsqueda de la modernización. Pero esta no llegará si únicamente anteponemos nuestros intereses y ambiciones. “No habrá modernización global sin la modernización de China y África”, mencionó el presidente Xi Jinping durante la inauguración de la Cumbre 2024 del Foro de Cooperación China-África, que se desarrolló el mes pasado en Beijing y que fue la mayor reunión diplomática organizada por China en años.
Ese deseo de avanzar conjuntamente hacia una modernización estuvo también presente en la visita de Estado a China que cumplió el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de cuyos detalles informamos en esta edición. El llamamiento de Sánchez a que los Estados miembros de la Unión Europea (UE) reconsideren su postura sobre los aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos fabricados en China ha sido reconocido por nuestro Gobierno. Como el propio Sánchez ha dicho, es la hora de tender puentes entre la UE y China. Es el camino que la historia nos demanda recorrer.
Tras 75 años es mucho lo logrado y mucho lo que queda por hacer. Las efemérides no están por gusto, sino que son importantes porque ponen en valor lo que nos une. Por ello, que este nuevo aniversario de la República Popular China sirva para reafirmar nuestro compromiso con el porvenir, y sirva para recordar que nuestro país supo encontrar en el esfuerzo de su población, el motor necesario para ponerse de pie.
