SON tiempos de grandes desafíos para el mundo. Como se señaló en la reciente Reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), celebrada a inicios de julio en Astaná, Kazajistán, el actual sistema internacional se enfrenta a múltiples amenazas y desafíos sin precedentes en la historia moderna. Las relaciones internacionales y el sistema de comercio global se vienen desintegrando, mientras que las rivalidades geopolíticas y las carreras armamentistas se intensifican. Al enfatizar esto, no buscamos caer en la exageración ni en un falso dramatismo. Por el contrario, viene siendo hora de que hagamos un diagnóstico certero de nuestra realidad, y a partir de allí encontrar una solución. A grandes males, grandes remedios.
Si deseamos verdaderamente superar esta situación turbulenta, hay tres palabras que no deben faltar en nuestro vocabulario: apertura, tolerancia y cooperación. En el mundo de hoy, no basta con que un país aspire a alcanzar su propio desarrollo y se mantenga al margen de lo que ocurra en la comunidad internacional, pues la historia nos ha enseñado dos lecciones: en primer lugar, el aislacionismo no conduce más que al atraso y, en segundo lugar, somos más fuertes cuando estamos unidos.
Son tiempos de grandes desafíos, sin duda, pero también de cambios necesarios en la arquitectura internacional. Como ha recalcado recientemente el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, nuestro mundo ya no es unipolar. Entidades como la OCS o el BRICS muestran el peso ascendente de las economías emergentes y del Sur Global, quienes están llamados no solo a ser un contrapeso en el mundo, sino principalmente a compartir grandes responsabilidades. En la variedad está el gusto, dice una conocida frase en español. Pues bien, en la diversidad está nuestro éxito.
Como viene quedando claro en lo que va del año, China se encuentra aplicando una serie de reformas que buscan impulsar un crecimiento económico sostenible, entendido esto como el desarrollo de lo que llamamos las “nuevas fuerzas productivas de calidad”, con un fuerte fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación. Esto explica, por citar solo dos ejemplos, los logros alcanzados por la histórica misión de la sonda Chang’e-6 en el lado oculto de la Luna, o el espectacular avance en todo el mundo –por más obstáculos que haya en el camino– de los vehículos eléctricos chinos.
No obstante, como lo muestra la cultura en torno a la gastronomía china, el éxito es un platillo que se saborea mejor si es compartido. El éxito de China es también el éxito del mundo, y viceversa. Y eso se explica muy fácilmente. China contribuye en la actualidad con más del 30 % del crecimiento económico mundial y es el principal socio comercial de más de 140 países y regiones. Más aún, se estima que cada punto porcentual en el crecimiento económico chino se traduce en un incremento de 0,3 puntos porcentuales en la producción de otras economías. Por más intentos de “desacoplamiento” por parte de algunos, hoy China está más unida que nunca al mundo.
Por ello, en esta edición de China Hoy, queremos ofrecerle el panorama económico que se viene delineando en la China de la nueva era. Tras superar adversidades como la pandemia, los desastres naturales, el embate del proteccionismo y la crisis financiera mundial, el país ha logrado mantener un crecimiento constante gracias a sus sólidos fundamentos macroeconómicos, lo que hace que siga atrayendo una gran cantidad de inversión extranjera. Asimismo, como aquellas caravanas de la antigua Ruta de la Seda, hoy las empresas chinas vienen abriendo nuevos caminos y compartiendo beneficios con el mundo, como lo prueba el alto número de patrocinadores de nuestro país en dos de los torneos deportivos más vistos en el mes de julio: la Copa América y la Eurocopa.
Sin duda, China se enfrenta a enormes retos. No por nada, una mayor profundización integral de la reforma para garantizar un crecimiento de alta calidad fue el tema neurálgico en la tercera sesión plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China. Sin embargo, nuestro país ha demostrado que, de la mano con el mundo, no hay rival que no podamos superar. Pese a todos los problemas, y siguiendo con el argot futbolístico, hoy la pelota sigue estando en nuestra cancha.