GRACIAS a una decisión adoptada por unanimidad por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 10 de junio se celebrará el Día Internacional para el Diálogo entre Civilizaciones. La propuesta, presentada por China con el respaldo de decenas de países, pone énfasis en la importancia de reconocer el valor global de la diversidad cultural y de defender el papel del diálogo entre las civilizaciones como la mejor forma de mantener la paz mundial, de promover el desarrollo común y de mejorar el bienestar humano. Somos más fuertes porque somos más diversos, porque somos más tolerantes, porque somos capaces de conversar y compartir ideas.
Esta posición de China, de fervorosa defensa del diálogo, puede apreciarse también respecto a dos conflictos que hoy mantienen en vilo a nuestro mundo: la cuestión palestina y la crisis de Ucrania. En cuanto al primer caso, China ha reafirmado su apoyo al establecimiento de un Estado independiente de Palestina, así como a la celebración de una conferencia de paz internacional más amplia, autorizada y eficaz, una postura que fue apoyada en la X reunión ministerial del Foro de Cooperación China-Estados Árabes, celebrada recientemente en Beijing. En cuanto a la crisis ucraniana, el 23 de mayo, China y Brasil presentaron seis entendimientos comunes dirigidos a alcanzar una solución política, teniendo en cuenta que el diálogo y la negociación son la única solución viable para superar esta infausta situación.
Este histórico planteamiento de paz formulado por China y Brasil –dos países que se alistan a celebrar 50 años de lazos diplomáticos– no es una sorpresa. Es, más bien, la constatación de su mayor responsabilidad ante el mundo. La relación entre China y Brasil va más allá del alcance bilateral, pues tiene una importancia ejemplar en la promoción de la solidaridad y la cooperación entre países en desarrollo, así como en la paz y la estabilidad mundiales, fue lo que mencionó el presidente chino, Xi Jinping, cuando hace pocas semanas recibió al vicepresidente brasileño, Geraldo Alckmin.
En dicho encuentro, Xi habló también de la importancia de que China y Brasil refuercen los intercambios y la cooperación en varios ámbitos, entre ellos, el del turismo. Y es precisamente este sector al cual le hemos dedicado nuestro tema principal en China Hoy, más aún teniendo en cuenta la paulatina reanudación de viajes entre China y América Latina, como las rutas Beijing-Madrid-Sao Paulo y Beijing-Madrid-La Habana, a través de Air China, o la ruta Shenzhen-Ciudad de México, vía China Southern Airlines.
Como señala uno de los artículos que presentamos en esta edición, el turismo es una hermosa ventana para mejorar el aprendizaje mutuo entre civilizaciones, y una extraordinaria manera de que China y el mundo se conozcan y se comprendan. Al fin y al cabo, viajar es crecer, es entender; en otras palabras, es madurar. Tras los duros años que trajo la pandemia, cada vez más turistas chinos van adquiriendo billetes y haciendo sus maletas deseosos de recorrer el mundo y de aprender de otras culturas y de otras realidades. Cuanto más abierto es un país, más se desarrolla y más confía en sí mismo.
Esa apertura que tantas veces hemos defendido en China Hoy, también se ha trasladado al sector turístico. Según datos publicados por ONU Turismo, China recuperó en 2023 su posición como el país con el mayor gasto en turismo internacional. El año pasado, el gasto de nuestro país en viajes al extranjero fue de 196.500 millones de dólares, por delante de Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido y Francia. Este no es un tema menor, pues el turismo es uno de los sectores llamados a impulsar la ansiada recuperación de la economía global. Cabe recordar que antes de la pandemia, los viajes y el turismo representaban uno de cada 10 dólares generados en el planeta, así como el 10 % de la economía mundial y uno de cada 10 empleos.
Dentro de China, el repunte del turismo interno ha tenido un papel crucial en la estimulación de la demanda interna, en la promoción del empleo, en la vigorización del mercado y en el impulso de nuestra confianza. Es momento de que esos logros también se desplacen hacia otros países. China y el mundo comparten un mismo viaje y, como dice el título principal de nuestra edición, es la hora del despegue.
