Taís Bahia. Foto cortesía de la autora

6 de abril de 2019. Un estudiante hace un ejercicio bajo la guía de su profesor en una clase de chino del Instituto Confucio de la Universidad Autónoma de Yucatán, México. Xinhua

CONTRARIAMENTE a la creencia común, las iniciativas destinadas a las inversiones internacionales en infraestructuras no están estrictamente relacionadas con los sectores de la energía y la construcción, sino que también se extienden al sector educativo. La conclusión es sencilla: no hay educación sin escuelas, sin carreteras que hagan posible que los alumnos vayan a esas escuelas, ni tampoco sin el acceso a la electricidad y a Internet. En este contexto, proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), incluidas la Ruta de la Seda Digital y la Ruta de la Seda de la Salud, son sometidas al escrutinio de especialistas de diversos campos.

En medio de los debates en curso sobre la influencia global de China, es crucial reconocer que el concepto de desarrollo va más allá del crecimiento económico. El desarrollo humano, tal y como lo concibe el presidente chino, Xi Jinping, para el avance de China, abarca dimensiones políticas, sociales y económicas, y se centra en la mitigación de las desigualdades. Esta visión hace hincapié en un desarrollo innovador, coordinado, ecológico, abierto y compartido, y sitúa la educación de calidad como piedra angular. El compromiso de China con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible subraya su dedicación a la realización del sueño chino a través de estrategias integrales de desarrollo humano.

En consonancia con esta visión, la internacionalización de la educación en China, sobre todo desde la década de 1980, ha sido objeto de gran atención. China introdujo una estrategia para vigorizar la nación a través de la ciencia y la educación, desvelada por el Comité Central del Partido Comunista de China y el Consejo de Estado en 1995. Enfatizada por el presidente Xi Jinping en discursos públicos, esta estrategia reconoce el papel fundamental de los avances en ciencia y tecnología para impulsar el crecimiento de la productividad.

Impactos en el sector educativo

Dado que la IFR abarca no solo la promoción de la eficiencia en el comercio y el fomento de la comunicación, la integración digital y la mejora de las redes de transporte, sino también los intercambios culturales y la diplomacia educativa, vale la pena destacar los programas, que se han lanzado bajo este marco, centrados en estos aspectos. Los siguientes programas tienen como objetivo abordar las demandas urgentes de desarrollo de los países de la Franja y la Ruta:

Mejora del intercambio estudiantil bidireccional de la Ruta de la Seda: iniciativa centrada en elevar el atractivo de China como núcleo educativo y cultivar nuevos talentos.

Cooperación de la Ruta de la Seda en la gestión de instituciones y programas educativos: programa destinado a mejorar la colaboración entre escuelas profesionales y técnicas y otras entidades comerciales e industriales.

Mejora de la formación de docentes en la Ruta de la Seda: esfuerzos concentrados en organizar estancias de formación para docentes y directores, junto con cursos de certificación.

Programa conjunto de mejora de la educación y la capacitación de la Ruta de la Seda: programa diseñado para facilitar iniciativas conjuntas de educación y capacitación en universidades, que abarca diversas disciplinas tales como los idiomas, la energía, el transporte, las ciencias médicas, la arquitectura, entre otras.

Esencialmente, la IFR presenta importantes oportunidades para el progreso académico global, especialmente considerando sus primeras etapas de adopción entre educadores y legisladores. A medida que China amplía su participación internacional, existe una necesidad cada vez mayor de personas competentes en ciencias sociales y disciplinas relacionadas para contribuir en la toma de decisiones políticas informadas. Además, la contratación de más académicos profesionales que ofrezcan una orientación a los líderes actuales y futuros es vital para fomentar un mayor compromiso con la comunidad internacional.

El alcance en América Latina

En los últimos años, la IFR ha surgido como una fuerza transformadora que fomenta la consulta, la contribución conjunta y los beneficios compartidos entre las naciones participantes. Esta iniciativa, que encarna los principios de la cooperación Sur-Sur, se ha integrado a la perfección con los mecanismos de gobernanza regional, al facilitar la colaboración a través de diversas regiones geográficas. En la última década, la red de cooperación de la Franja y la Ruta se ha ampliado considerablemente, y abarca desde Eurasia hasta África y América Latina, lo que demuestra su creciente influencia a escala mundial.

A pesar de la asociación histórica de la Ruta de la Seda con Asia, es imperativo reconocer la presencia sustancial de China en América Latina y el Caribe (ALC). En un notable despliegue de colaboración, numerosos países como Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guyana, Honduras, Perú, Uruguay, Venezuela, entre otros, se han alineado formalmente con esta iniciativa de China. Además, países como Brasil, Colombia y Paraguay, aunque no forman parte oficialmente de la IFR, han sido testigos de un aumento de las inversiones chinas, lo que indica la profundización de los lazos económicos y las oportunidades de desarrollo mutuo.

En las últimas dos décadas, el comercio entre China y ALC se ha disparado, al pasar de 14.000 millones de dólares en 2000 a 495.000 millones de dólares en 2022, según el informe de Diálogo Interamericano. Además, las exportaciones chinas a la región incluyen ahora una mayor proporción de bienes y servicios de alta tecnología, mientras que las importaciones de Beijing de productos latinoamericanos y caribeños siguen siendo predominantemente materias primas, lo que refleja los patrones observados hace más de una década.

En general, el Gobierno chino ha reafirmado su compromiso de reforzar su colaboración con las naciones de ALC, tal y como se ha expresado en recientes declaraciones gubernamentales. China está dispuesta a cooperar en el avance de la paz mundial y en el desarrollo y establecimiento de una comunidad de futuro compartido para la humanidad. El Gobierno chino considera a los países latinoamericanos y caribeños como miembros fundamentales del mundo en desarrollo, que participan activamente en la gobernanza mundial y realizan importantes contribuciones a esta esfera. Ante este escenario, los analistas prevén que el comercio entre China y ALC podría superar los 700.000 millones de dólares en 2035, lo que indica que China va camino de convertirse en el principal socio comercial de la región.

Preparar el camino en Brasil

Debido a su destacado papel como naciones emergentes a escena mundial, explorar la dinámica entre Brasil y China es primordial. Este 2024, ambos países celebran el 50.o aniversario de sus relaciones diplomáticas. Además de ser el principal socio comercial de Brasil desde 2009, las inversiones de China en dicho país se dispararon hasta alcanzar la cifra récord de 5900 millones de dólares en 2021, según el Consejo Empresarial Brasil-China. Además de eso, ambos países han estado mejorando constantemente su cooperación, además de ser miembros de iniciativas destacadas como el G20 y el BRICS, lo que subraya su relevancia en el panorama económico mundial.

En este contexto, Brasil está preparado para capitalizar las oportunidades que presenta la IFR en medio del actual panorama geopolítico. Esta iniciativa crea y difunde oportunidades, y ofrece a Brasil la posibilidad de mejorar aún más sus lazos diplomáticos y comerciales. A pesar de que China es el principal socio comercial de Brasil, este país aún no se ha adherido formalmente a la Franja y la Ruta. Sin embargo, la iniciativa promete ampliar estas relaciones en diversos sectores, y allana el camino para una colaboración aún mayor.

Por otro lado, la expansión de las empresas chinas en el extranjero, tal como se analiza en el marco de la política china de “salir al exterior”, puede ofrecer valiosas perspectivas para los esfuerzos de internacionalización de Brasil. Al minimizar las consecuencias de los choques culturales y fomentar el entendimiento mutuo, Brasil puede aprovechar el potencial de los intercambios empresariales y reforzar su relación con China en medio de los actuales desafíos geopolíticos.

En resumen, aprovechar estas oportunidades puede mejorar significativamente los intercambios comerciales y las relaciones entre Brasil y China. En este marco, el fomento de un entorno cultural de entendimiento mutuo puede ayudar a mitigar los estereotipos y la desconfianza, facilitando así que estas asociaciones entre países sean exitosas.

Un camino por recorrer

En resumen, las iniciativas que encarnan los principios de la cooperación Sur-Sur, como las que implican las relaciones entre China y los países latinoamericanos y caribeños, ejemplificadas por la IFR, contribuyen significativamente al desarrollo económico y científico de ambas partes. De cara al futuro, es imperativo que las entidades públicas y privadas de estos países, incluido Brasil (aunque todavía no forme parte de la Franja y la Ruta), aúnen cada vez más esfuerzos, fomenten el intercambio de datos e información, organicen debates en eventos internacionales e integren instituciones científicas y gubernamentales. Cabe destacar que la cooperación Sur-Sur en su conjunto es fundamental para un desarrollo económico inclusivo, en el que los recursos se compartan de forma más equitativa y las soluciones se conciban y apliquen de manera colaborativa. 

*Taís Bahia es fundadora y directora general del sitio web Xianzai, la única plataforma de educación tecnológica centrada en abordar la urgencia de la formación profesional y la orientación académica en el marco de las relaciones entre Brasil y China.