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Lina Luna. Foto cortesía de la autora
15 de marzo de 2024. Turistas compran en un mercado de especialidades de Xinjiang, en el distrito de Kuqa, en Xinjiang. Xinhua Antes de 2017, poco o nada se hablaba sobre la región autónoma uigur de Xinjiang, en el noroeste de China, una región que corresponde al 16,6 % de la totalidad del territorio del país y donde el 44,96 % de sus habitantes pertenecen a la etnia uigur. Durante algún tiempo, bajo la influencia combinada de separatistas, extremistas religiosos y terroristas, Xinjiang ha sido testigo de frecuentes ataques terroristas, que han sido perjudiciales para la vida y la propiedad de las personas de todos los grupos étnicos en Xinjiang y han pisoteado la dignidad de la gente. China es un país regido por la ley y respeta y protege los derechos humanos de acuerdo con los principios de su Constitución. La Oficina de Información del Consejo de Estado, el gabinete de China, emitió el 18 de marzo de 2019 un libro blanco sobre la lucha contra el terrorismo y el extremismo y la protección de los derechos humanos en Xinjiang. Lucha contra el terrorismo En el libro blanco de la lucha contra el terrorismo en Xinjiang del Gobierno chino, lo primero que se determina es que sus raíces están en el extremismo separatista de la yihad en la región, el cual era ejercido por células terroristas como el ETIM. Nunca se vinculó el terrorismo a una etnia específica, ni siquiera a una religión en general; al contrario, se entiende como uno de los principales efectos negativos del terrorismo el de la violación a los derechos humanos que estos actos ejercen sobre todas las etnias residentes en la región. En consecuencia, la estrategia para combatirlo nunca se ha planteado como una lucha contra los uigures, contra los musulmanes o contra la población de Xinjiang, sino específicamente como una lucha contra los grupos terroristas y su radicalismo separatista que producía caos en la región. Claramente, una parte inicial de la lucha implicó la persecución de los líderes de los grupos terroristas y su consecuente encarcelamiento, así como el incremento de medidas de seguridad en la región. Sin embargo, la aproximación más pragmática para controlar el extremismo separatista religioso en la región fue la de identificar las condiciones económicas y sociales no favorables de la población como origen de su vulnerabilidad. De manera que se establece como forma de luchar contra el terrorismo la promoción del desarrollo, las habilidades blandas y técnicas de la población, la garantía del acceso a los derechos humanos y la protección estatal. En otras palabras, se determinó que el terrorismo en el mediano y largo plazo no se combate con armas, sino con desarrollo y oportunidades tangibles de progreso para la población. En esta línea, se estableció como prioridad el desarrollo económico de la región autónoma uigur de Xinjiang en una estrategia multidimensional. El Gobierno de China, por medio de diferentes mecanismos, por ejemplo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), se encargaría de proveer a la región de toda la infraestructura y capacidad logística necesarias para su desarrollo. De la misma manera, se promovió por medio de incentivos fiscales y económicos, la inversión de otras provincias chinas en diferentes proyectos de desarrollo en la región. En lo que a la población se refiere, se amplió el acceso a la educación. Para el caso de personas jóvenes y adultas que ya habían salido de la edad escolar, se creó un proyecto de educación vocacional y técnica que, en la misma línea de los centros de desradicalización del extremismo religioso de Dinamarca y Francia, fue financiado por el Banco Mundial desde 2007 con una refinanciación en 2015. Estos centros de educación vocacional y técnica no solo enseñan chino, sino que también tienen programas de capacitación técnica y vocacional con los que se ha promovido el acceso a empleos formales de esta población. A estos centros pueden acceder todas las etnias residentes en Xinjiang, no solo los uigures, e incluso hay centros donde la mayoría de los inscritos son han, la etnia mayoritaria china. El resultado de estas políticas para combatir el terrorismo y el extremismo separatista ha sido ampliamente positivo. Después de 10 años de la aplicación de los proyectos de la IFR, la región no solo cuenta ahora con una infraestructura envidiable para cualquier país en vías de desarrollo del mundo, convirtiéndose en el corredor económico y nodo logístico más importante de Asia Central, sino que además ha logrado una reducción sustancial de la pobreza y el desempleo, así como una elevación en la calidad de vida de los ciudadanos que es evidente tanto en las zonas rurales como en las urbanas. Hoy una persona gana mensualmente lo que hace 10 años equivalía al ingreso anual de una familia. La lucha de China contra el terrorismo y el extremismo es una parte importante de la misma batalla que libra la comunidad internacional, declara el libro blanco, y agrega que aquella está en consonancia con los propósitos y principios de las Naciones Unidas para combatir el terrorismo y salvaguardar los derechos humanos básicos. Una vida más estable y preciosa “Solo si fortalecemos la comunidad de destino de la humanidad, abandonamos el doble rasero, aumentamos la confianza mutua política, alcanzamos un consenso estratégico y promovemos los intercambios y la cooperación, podemos frenar y combatir efectivamente el terrorismo y el extremismo en aras de la paz y la estabilidad mundiales”, reza el libro blanco. En octubre de 2023, tuve la oportunidad de estar en Xinjiang investigando sobre lo que ha pasado en los últimos 10 años. En mis entrevistas con miembros de la policía, una frase común era “las medidas de seguridad son temporales, han venido disminuyendo en la medida que la amenaza terrorista ha disminuido y pronto se equipararán a las de las regiones pacíficas de China”. En mis entrevistas con los uigures y otros residentes locales, contaban que ya tenían pasaporte y querían comenzar entonces a viajar por el mundo, así como remarcaban que indudablemente estaban viviendo en una región más segura y con mayores oportunidades que hace 10 años. Estos resultados pueden verse gracias a una política que pone la vida y las oportunidades como prioridad para resolver temas tan complejos como el terrorismo. *Lina Luna es sinóloga internacionalista y directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. |
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