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Historias de la gente | |
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Arman Turhong (der.). Foto de cortesía Marmar Harken. Foto de cortesía Nurziba Yilam. Foto de cortesía Bilili Eni (izq.) y Li Bohua. Foto de cortesía Turhong Maiti. Foto de cortesía DURANTE un viaje de dos semanas a la región autónoma uigur de Xinjiang, en el noroeste de China, me planteé la siguiente pregunta: nací y crecí en esta región hasta los 18 años, ¿cómo puedo contar las historias que se desarrollan aquí a la gente de fuera? Las historias de los lugareños son muy simples, hasta el punto de que muchas personas sienten que no tienen ningún “valor noticioso” real. Pero para quienes han vivido los tiempos difíciles de Xinjiang, el presente se logra de forma difícil. Un tema que nunca recibió mucha atención en los medios internacionales es cómo la región sufrió actividades terroristas y cómo esa tensión influyó en la vida cotidiana. Tiempos difíciles Desde mi niñez hasta los primeros años de mi edad adulta, bajo la influencia de las fuerzas étnicas secesionistas y del extremismo religioso violento, se desalentó la comunicación entre distintos grupos étnicos en algunas partes de la región. En ciertos casos, a los niños uigures no se les permitía entablar amistad con niños de la etnia han, la más grande en China. Y dado que los uigures son un grupo étnico mayoritariamente musulmán, muchas mujeres uigures debían usar burkas que dejaban al descubierto solo sus ojos. Tampoco se les permitía trabajar y se esperaba que tuvieran más de cinco hijos. Incluso en la década de 2010, una amiga mía uigur recibió amenazas de muerte en el acto solo por ponerse una falda corta y caminar por la calle con un hombre de la etnia han. Lo que es aún más aterrador es que desde 1990 hasta finales de 2016 se produjeron violentos incidentes terroristas en Xinjiang, según un libro blanco del Gobierno de 2019. Las víctimas no solo fueron los han, sino también los uigures, que fueron brutalmente asesinados porque se negaron a ser controlados por fuerzas extremistas. China Global Television Network difundió un documental de cuatro partes sobre el tema, donde las escenas sangrientas eran escalofriantes. Un notable cambio Desde hace más de siete años no se ha producido ni un solo incidente terrorista en Xinjiang. Cada vez que vuelvo a mi ciudad natal veo cómo las cosas han cambiado. El miedo entre las personas está disminuyendo. Los residentes están empezando a creer que tienen derecho a perseguir lo que aman y lo que creen, y que nadie ni ninguna fuerza puede detenerlos. Después de graduarme de la universidad en Beijing, me convertí en reportera del semanario Beijing Review. Durante los más de 10 años que siguieron, regresé a mi ciudad natal en muchas ocasiones para registrar historias locales. Durante esos viajes, me encontré con numerosas personas, algunas de las cuales pueden considerarse exitosas. Pero durante el viaje más reciente al sur de Xinjiang, me centré en las personas comunes y corrientes. Como una extraña que pasa por sus vidas, me siento increíblemente privilegiada de que se hayan abierto a mí y hayan compartido generosamente sus historias, sueños y aspiraciones. Su autenticidad y voluntad de conectarse me han impactado profundamente. Sin más preámbulos, aquí se presentan algunos de los conmovedores relatos personales. Una profesión inesperada Arman Turhong, nacido en 2001, es actualmente el cuidador masculino más joven de una residencia para adultos mayores, en la ciudad de Tumxuk, que presume de ser una de las mejores instalaciones del sur de Xinjiang y que cuenta con una inversión total de 75 millones de yuanes (10 millones de dólares). Arman Turhong es, en palabras de sus compañeros de trabajo, “un poco curioso”, porque existe el estereotipo de que los hombres uigures a menudo son reacios a trabajar en la industria de servicios y prefieren ser soldados, oficiales de policía u hombres de negocios, percibidos como profesiones más masculinas. Arman Turhong se graduó en 2022 del Colegio de Trabajo Social de Changsha, en la provincia de Hunan, en gestión y servicios de atención a personas mayores. Comenzó a trabajar en una institución de bienestar social en Tianjin, un municipio del norte de China, mientras que su novia, que también era su compañera de clase en la universidad, consiguió un trabajo en una residencia para adultos mayores de Beijing. Podría haber elegido trabajar con su novia en Beijing, donde su salario mensual habría sido al menos el doble de sus ingresos actuales, pero él prefirió regresar a su ciudad natal trayendo consigo una valiosa experiencia laboral. Dijo que debido a que sus padres se mudaron a otros lugares para trabajar cuando él era joven y fue criado por su abuela, espera cuidar de ella en sus últimos años. La industria del cuidado de las personas mayores es un campo con gran potencial en China, pero los empleados jóvenes y bien capacitados como Arman Turhong son actualmente muy escasos en Xinjiang. Cree firmemente que él y su novia, después de adquirir experiencia laboral en las grandes ciudades, tendrán acceso a más oportunidades en casa. Su objetivo profesional es convertirse en director de una residencia de este tipo. “Tengo que trabajar duro y ser reconocido por la mayor cantidad de gente posible para poder conseguir un ascenso”, manifestó. Simpatía por animales Marmar Harken estuvo ocupada recolectando donaciones en diciembre de 2023, con la esperanza de que la campaña ayudara a garantizar el suministro de alimentos para los cuatro gatos callejeros en el campus de la universidad a la que asiste durante el duro invierno. Las donaciones de los universitarios superaron mucho sus expectativas. Ella planea usar el dinero extra para ayudar a más animales callejeros fuera del campus. La estudiante kazaja de 20 años nació en la ciudad de Altay, en el norte de Xinjiang. Estudia en el Colegio de Medicina Uigur de Xinjiang, en la ciudad de Jotán. Además de sus estudios, se desempeña como líder del equipo de voluntariado del colegio. Dijo que además de ofrecerse como voluntaria para ayudar a los médicos en las aldeas, está muy dispuesta a ayudar a otros a resolver problemas en la vida diaria y contribuir a la protección de los animales. Durante las vacaciones escolares, suele viajar por carretera con sus padres. Marmar Harken ha viajado por toda Xinjiang y el lugar que más desea visitar ahora es la región autónoma de Xizang (Tíbet), en el suroeste de China, porque quiere conocer las costumbres únicas de los tibetanos, otro grupo étnico minoritario en China. Después de completar su título de asociado, un programa académico cursado a nivel universitario (la primera etapa después de la escuela secundaria), ella planea obtener una licenciatura y finalmente completar una maestría en medicina. Lo que espera hacer es seguir siendo voluntaria y ayudar a más personas y animales necesitados. El poder que impulsa Muchos hombres uigures sienten una gran pasión por conducir. Esto es especialmente cierto en el caso de la familia de Turhong Maiti. Él trabaja como conductor de autocar en Jotán. Su padre era camionero y su hijo siguió sus pasos y se convirtió en conductor de autobús. Turhong Maiti nunca usa las aplicaciones de navegación para teléfonos inteligentes porque dice que ha conducido toda su vida y que no hay ninguna calle en Jotán que no conozca. De 2007 a 2009, transportaba a trabajadores de Jotán a sus hogares en la provincia suroeste de Sichuan antes de la Fiesta de la Primavera, la festividad anual más grande de China y un momento para la reunión familiar que se celebra entre finales de enero y mediados de febrero. En aquellos años, mucha gente tenía dificultades para conseguir billetes de tren porque se agotaban rápidamente y los vuelos eran caros, por lo que no les quedaba más remedio que coger el autobús de vuelta a casa. Turhong Maiti y su colega se turnaban para conducir día y noche, y recorrían más de 9000 kilómetros de ida y vuelta. En los últimos años, gracias a la mejora de la infraestructura de transporte, no ha tenido que conducir distancias tan largas. Su trabajo principal actual es recibir grupos de turistas que visitan Jotán. Después de jubilarse a los 55 años, todavía se sentía joven y decidió volver a trabajar en una empresa diferente. Además de su pensión, ahora gana 7000 yuanes adicionales (978 dólares) al mes. Tiene dos hijos y se preocupa más por sus cuatro nietos, a quienes les da dinero extra y les compra regalos. Planea jubilarse por completo en unos años. Piensa en comprar un vehículo recreativo y ese día llevará a su esposa a viajar por China. Además, si es posible, espera reunirse con sus camaradas con quienes sirvió en el Ejército Popular de Liberación hace unos 40 años en Beijing, y ver cómo se iza la bandera nacional en la Plaza Tian’anmen en Beijing. Una pasión que resuena Bilili Eni, de 16 años, y Li Bohua, de 17, son miembros del mismo equipo de fútbol de la escuela secundaria de la ciudad de Artux, una ciudad considerada como la que tiene los aficionados al fútbol más fervientes de toda China. Bilili Eni es defensa central, mientras que Li Bohua es mediocampista ofensivo. Ambos están convencidos de que eclipsan al otro en el campo. Los dos buenos amigos provienen de orígenes completamente diferentes. El padre de Bilili Eni es entrenador de fútbol y ha invertido mucha experiencia en entrenar a su hijo. Li juega al fútbol únicamente por diversión. Li es el primer jugador de la etnia han en el equipo. Ambos adolescentes consideran el fútbol una pasión, pero ninguno aspira a convertirse en jugador profesional. Si bien Bilili Eni espera convertirse en profesor de gimnasia, Li aún tiene que tomar una decisión firme, pero ciertamente prioriza asistir a la universidad. Navegar hacia la universidad Nurziba Yilam, de 17 años, está a punto de graduarse después de dos años de estudiar operación y mantenimiento de vehículos aéreos no tripulados en una escuela politécnica en la prefectura autónoma kirguisa de Kizilsu. Lo que está aprendiendo a manejar no son los pequeños drones comúnmente utilizados para fotografías y espectáculos aéreos, sino los que se utilizan para sembrar y fumigar pesticidas, que pesan aproximadamente 50 kg. El programa de vehículos aéreos no tripulados es una de las nuevas especialidades de la universidad, con más de 70 estudiantes matriculados en dos clases, incluidas 11 mujeres. Nurziba Yilam eligió esta especialización después de ver a una influencer uigur en Douyin (la versión china de TikTok), que frecuentemente comparte videos cortos de ella misma operando drones agrícolas. Este programa de dos años ofrece perspectivas laborales prometedoras, y muchos graduados obtienen salarios mensuales superiores a los 1000 dólares. Los profesores de Nurziba Yilam la consideran una estudiante diligente, que incluso supera en habilidades a la mayoría de sus compañeros varones. Planea ir a Hangzhou, capital de la provincia oriental de Zhejiang, ya sea con fines educativos o profesionales, dado que la ve como una hermosa ciudad con un tremendo potencial. “Si es posible, me gustaría establecerme allí. Sin embargo, mi educación no es suficiente para conseguir una profesión ideal, por lo que debo encontrar la manera de asistir a la universidad”, afirmó. |
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