En el noroeste de China, hay todo un pueblo que solo pide ser escuchado. Ubicada en pleno corazón de Eurasia, la región autónoma uigur de Xinjiang ha tenido que soportar en los últimos años una serie de acusaciones sin fundamento y campañas de desinformación, las cuales han sido propagadas por ciertas fuerzas políticas a nivel internacional bajo el pretexto de la defensa de los derechos humanos. Las acusaciones sobre un supuesto “trabajo forzado” son un ejemplo de ello.
Si los derechos humanos fueran la verdadera preocupación de estas voces acusatorias, les bastaría saber que en las últimas seis décadas, la esperanza media de vida en Xinjiang ha aumentado notablemente de 30 a 74,7 años. Si la mejora de las condiciones de vida de la población guiara sus intenciones, entonces resaltarían el hecho de que entre 2012 y 2021, el PIB de Xinjiang se haya duplicado hasta alcanzar casi los 1,6 billones de yuanes (unos 222.000 millones de dólares). Durante la última década, más del 70 % del gasto fiscal de la región ha sido destinado a mejorar los medios de vida de los residentes.
Conocida por su rica historia, sus hermosos paisajes y sus preciados recursos naturales, Xinjiang es hoy también sinónimo de solidaridad. Gracias a una nueva disposición de trabajo, 19 provincias y ciudades de China, entre ellas, Guangdong, Jiangsu y Shenzhen, han asumido la tarea de colaborar con Xinjiang en su objetivo de alcanzar un desarrollo que garantice la satisfacción de necesidades básicas como educación, empleo y vivienda. Xinjiang es hoy en día la puesta en práctica de un principio inherente a la sociedad china: la búsqueda del bien común. En China todos remamos hacia una misma orilla, y los resultados ya se van viendo.
El 1 de noviembre del año pasado, entró en operaciones la zona piloto de libre comercio (ZPLC) de Xinjiang, la primera en las regiones fronterizas del noroeste de China. Bajo un área total de 180 kilómetros cuadrados, la ZPLC de Xinjiang comprende tres áreas: Urumqi, Horgos y Kashgar, y aspira a convertirse tanto en un canal dorado entre Asia y Europa como en una cabeza de puente para la apertura de China hacia el oeste.
En tiempos de voces estruendosas y de opiniones que esconden infundios, hay que dejar más bien que las cifras hablen. En 2023, el comercio exterior de Xinjiang registró un sorprendente incremento interanual del 45,9 %, mientras que el total de las importaciones y exportaciones de la región superó los 357.000 millones de yuanes (unos 50.000 millones de dólares). Asimismo, el año pasado, las importaciones y exportaciones entre Xinjiang y los cinco países de Asia Central –Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán– se incrementaron un 50 % interanual y ocuparon el 79,4 % de todo el comercio exterior de la región. A pesar de todas las campañas de desprestigio, Xinjiang mantuvo en 2023 intercambios comerciales con 192 países y regiones del mundo, con un importante crecimiento en el flujo de bienes y mercancías con Malasia, Sudáfrica, Catar y Argelia.
Si bien etimológicamente Xinjiang (新疆) significa en chino “nueva frontera”, la región ha sabido superar barreras y abrir también sus puertas al turismo. La capital, Urumqi, registró en 2023 un récord de 100 millones de visitantes, lo que le permitió alcanzar un hito histórico: recaudar más de 100.000 millones de yuanes (unos 14.000 millones de dólares) en ingresos por turismo.
Como enfatiza esta edición de China Hoy, el ejemplo dado por Xinjiang estos últimos años ha servido para mostrar que el camino del desarrollo de los derechos humanos elegido por China guarda consonancia con sus condiciones nacionales y con las aspiraciones de su pueblo por una vida mejor. Esa nueva energía de Xinjiang está plasmada, por ejemplo, en el éxito de la joven actriz china Dilraba Dilmurat, cuya historia contamos en estas páginas.
Como se recalcó en la reciente Conferencia Anual 2024 del Foro de Boao para Asia, realizada en la provincia china de Hainan, todos los países deben ser conscientes de los desafíos que presenta el mundo de hoy y de que solo trabajando juntos podrán afrontar de forma más efectiva estos retos. De la misma manera, Xinjiang aspira a unir esfuerzos y pasar de ser la “nueva frontera” a convertirse en ese “nuevo motor” que impulse la paz, la prosperidad y el progreso.