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Un cauto optimismo | |
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14 de mayo de 2025. Más de 20 expertos chinos y estadounidenses asisten al seminario “En la encrucijada estratégica: Las relaciones entre China y Estados Unidos en la era Trump 2.0 y el futuro del orden global”, en Shanghai. Yin Kang 15 de mayo de 2025. Un cliente compra en una tienda Walmart en Los Ángeles, Estados Unidos. Afectada por la política arancelaria estadounidense, Walmart comenzó a aumentar los precios de algunos productos a finales de mayo. Xinhua UN cauto optimismo se cernía sobre la tranquila ciudad de Ginebra, en Suiza, a orillas del lago el 12 de mayo, cuando los negociadores de China y Estados Unidos finalizaron las conversaciones para anunciar un acuerdo revolucionario. El acuerdo, revelado tras días de intensas negociaciones, trajo consigo una importante disminución de las tensiones desde que las hostilidades comerciales entre los dos países se intensificaron a principios de abril, lo que indica un reajuste estratégico por parte de ambas potencias mundiales. Del 10 al 11 de mayo, el vice primer ministro chino, He Lifeng, responsable de la parte china para asuntos económicos y comerciales China-Estados Unidos, encabezó la delegación del país en extensas conversaciones con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer. Según ambas partes, las reuniones se caracterizaron por intercambios “francos, profundos y constructivos”, que aprovecharon el impulso de la llamada presidencial del 17 de enero y dieron lugar a una serie de consensos clave para estabilizar una de las relaciones económicas más cruciales del mundo. Celebrado en la ciudad sede de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el diálogo de alto nivel culminó con la publicación de la Declaración Conjunta sobre la Reunión Económica y Comercial entre China y Estados Unidos en Ginebra. La declaración describió las medidas concretas que debían implementarse antes del 14 de mayo, incluyendo la suspensión y cancelación de medidas arancelarias específicas, la creación de nuevos mecanismos bilaterales y el compromiso de continuar el diálogo sobre cuestiones económicas y comerciales más amplias. Respeto mutuo La frase “respeto mutuo”, que ocupó un lugar destacado en la declaración conjunta, tuvo una fuerte repercusión el 12 de mayo, tanto durante el discurso de Bessent ante los medios como en una sesión informativa simultánea del Ministerio de Comercio de China. Para China, el término fue más que un simple lenguaje diplomático: significó un firme compromiso con los principios y la determinación estratégica durante todo el proceso de negociación. Este avance se produjo en el contexto de una fuerte escalada de las tensiones comerciales el 2 de abril, cuando Estados Unidos introdujo una nueva ronda de “aranceles recíprocos” y advirtió que cualquier represalia daría lugar a nuevas medidas punitivas. Desafiando dicha amenaza, China procedió a lanzar tres rondas de contramedidas calibradas, cada una adaptada a la evolución del alcance de las acciones estadounidenses. En un importante esfuerzo de desescalada, la declaración conjunta estipuló que ambas naciones cancelarán el 91 % de los aranceles impuestos durante las dos últimas rondas de escalada. Específicamente, el acuerdo abordó la imposición por parte de Estados Unidos de “aranceles recíprocos” del 34 %, anunciada en abril. China respondió comprometiéndose a ajustar sus contramedidas en consonancia con los cambios en la postura estadounidense, suspendiendo o manteniendo los aranceles según corresponda. En una conferencia de prensa celebrada el 12 de mayo, un portavoz del Ministerio de Comercio confirmó el alcance de la desgravación mutua y señaló que la medida cumplía con las expectativas de productores y consumidores de ambos países y se alineaba no solo con los intereses nacionales, sino también con los intereses compartidos de la economía global. A lo largo de esta fase de la disputa comercial, China mantuvo su oposición a las medidas arancelarias unilaterales que contravenían las normas de la OMC y ejerció su legítimo derecho a responder. Estados Unidos, a su vez, se retractó de su postura sostenida durante mucho tiempo de que podía imponer aranceles sin enfrentar acciones recíprocas, un cambio respecto de la postura antagonista que había mantenido desde 2018. “Creo que una de las razones por las que las negociaciones lograron avances sustanciales es que ambas partes se han adherido a los principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación mutuamente beneficiosa”, declaró Huang Cheng, subdirector ejecutivo del Instituto de Estudios Estadounidenses de Shanghai, durante la inauguración del seminario “En la encrucijada estratégica: Las relaciones entre China y Estados Unidos en la era Trump 2.0 y el futuro del orden global”, celebrado en Shanghai el 14 de mayo. Tras la tregua arancelaria La declaración conjunta emitida en Ginebra constituye un paso significativo hacia el desmantelamiento de los aranceles unilaterales que contravienen las normas de la OMC. En comparación con el punto álgido de las tensiones comerciales, ambas partes han reducido sus aranceles en 115 puntos porcentuales, un margen sorprendente y alentador. Estas medidas han aliviado la tensión en las relaciones económicas entre China y Estados Unidos y han contribuido positivamente a la estabilidad general de la economía mundial. La recalibración de la política comercial estadounidense se debió, en gran medida, a las crecientes presiones internas. Los hogares estadounidenses han soportado las consecuencias más graves de los elevados precios al consumidor y las interrupciones en la cadena de suministro, lo que dificulta cada vez más a los responsables políticos en Washington defender el enfoque de fuertes aranceles. Estados Unidos se vio obligado a reconsiderar su estrategia. “Un cálculo muy simple muestra que la economía estadounidense depende mucho más de China que viceversa”, declaró Zhang Weiwei, presidente del Instituto de China de la Universidad de Fudan, en el seminario. Esta evaluación está respaldada por una investigación del Instituto Peterson de Economía Internacional, que informó en mayo de 2024 que más del 92 % de los costos relacionados con los aranceles recaían en última instancia sobre los importadores y consumidores estadounidenses. Por otra parte, los esfuerzos de Estados Unidos por desviar las cadenas de suministro mediante la reubicación de la producción en países como México y Vietnam tuvieron resultados dispares. Al otro lado del Pacífico, las contramedidas de China demostraron resiliencia y perspicacia estratégica. Los aranceles a las exportaciones estadounidenses se combinaron con controles a la exportación de tierras raras, esenciales para el armamento militar avanzado estadounidense. Estas acciones pusieron de relieve la influencia de China y su capacidad para generar malestar económico selectivo en respuesta a la presión. La creciente resiliencia económica y tecnológica de China se evidencia en la evolución y expansión de sus alianzas comerciales. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) superó a Estados Unidos como el segundo mayor destino de exportación de China en 2023. En los primeros cuatro meses de este año, el valor comercial total entre China y la ASEAN alcanzó los 2,38 billones de yuanes (330.000 millones de dólares), un aumento del 9,2 %, lo que representa el 16,8 % del valor total del comercio exterior de China. “Creo que, al final, una vez que se calme la situación, debemos reconocer la interdependencia mutua entre ambas partes”, sostuvo Zhao Hai, director de Estudios Políticos Internacionales del Instituto Nacional de Estrategia Global de la Academia China de Ciencias Sociales. Zhao reconoció las complejidades y deficiencias en el desarrollo del comercio bilateral, pero también enfatizó los logros generales. ¿Y ahora qué sigue? A pesar del optimismo en torno al acuerdo de Ginebra, las profundas tensiones estructurales entre China y Estados Unidos siguen sin resolverse. Una de las incertidumbres más inmediatas es el destino de los aranceles recíprocos del 24 %, actualmente suspendidos, y las correspondientes contramedidas de China. Cabe destacar que la declaración conjunta omite cualquier referencia a los llamados aranceles al fentanilo, lo que sugiere que estos temas polémicos podrían abordarse por vías separadas. “Aunque Estados Unidos parece estar en retirada, no debemos dar por sentados estos acontecimientos”, advirtió Josef Gregory Mahoney, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Normal del Este de China, durante el seminario. “No deberíamos asumir que nuevas reducciones arancelarias sean inminentes, ni esperar un restablecimiento total de las relaciones, a pesar de la retórica del propio [presidente estadounidense Donald] Trump”, añadió. Mahoney sugirió que Trump, al enfrentarse a reveses en otras áreas políticas, como su incapacidad para influir en la política de tasas de interés de la Reserva Federal, podría estar utilizando esta retirada parcial como una maniobra táctica para estimular la economía estadounidense. Advirtió, además, que Washington podría redirigir su presión hacia otros socios comerciales como México y Canadá, solo para retomar una postura de línea dura contra China si cambian las perspectivas internas o geopolíticas. Para algunos observadores, la raíz del conflicto va mucho más allá de los aranceles o los déficits comerciales. “El conflicto entre Estados Unidos y China no se trata realmente de la balanza comercial”, argumentó en el citado seminario Benjamin Norton, periodista independiente y editor de Geopolítica Económica. Otros señalaron el impacto más amplio en las relaciones interpersonales y los intercambios académicos. El profesor Zheng Hua, de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, compartió el ejemplo de un programa conjunto de dos décadas con la Universidad de Michigan que Estados Unidos canceló abruptamente debido a preocupaciones infundadas sobre los estudiantes chinos. “Era una colaboración verdaderamente beneficiosa para todos. Michigan obtuvo ingresos significativos y nuestros estudiantes adquirieron una experiencia invaluable”, señaló. Asimismo, Chen Jiajun, subdirector de la Oficina de Investigación del Instituto de Estudios Estadounidenses de Shanghai, enfatizó que el diálogo comercial actual no debe considerarse de forma aislada. “Tendemos a centrarnos demasiado en la dimensión económica debido a la guerra comercial, pero esto forma parte de un espectro mucho más amplio de competencia estratégica”, puntualizó. Zhao enfatizó el papel actual y futuro de China. “En este momento difícil, China ha demostrado liderazgo; quizás, como lo han expresado algunos medios internacionales, la única ‘persona adulta en la sala’, pero Trump podría encontrar cualquier excusa para reimponer aranceles, no solo a China, sino también a otros países”. Según Zhao, el camino por seguir radica en fortalecer el consumo interno, acelerar la transformación económica y promover la internacionalización del yuan (RMB). “China se ha identificado durante mucho tiempo como un país en desarrollo, que tiende a centrarse más en su desarrollo interno. Pero ahora, más países miran hacia China en busca de liderazgo, consolidación de la paz, acceso a mercados y oportunidades de desarrollo. Quizás sea el momento de que China haga más, no solo por su propio futuro, sino por el del mundo”, concluyó Zhao. |
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