22 de septiembre de 2017. Un empleado de la Biblioteca Nacional de China restaura un libro antiguo. Wei Yao

17 de mayo de 2024. Foso n.º 1 de los Guerreros de Terracota en la ciudad de Xi’an, provincia de Shaanxi. Xinhua

EN 2017, tuve la gran oportunidad de realizar un viaje por China y visitar las ciudades de Beijing, Xi’an y Shanghai, las cuales dejaron una profunda impresión en mí. Cada una de ellas tiene una personalidad única y una historia muy rica que contar. Visitar China profundizó en mí un sentido de orgullo y asombro al ver cómo otras culturas, al igual que la peruana, han dejado un impacto duradero en la historia de la humanidad.

Es impresionante cuando se enlazan dos grandes civilizaciones con raíces profundas y legados perdurables, como la china y la peruana. Ambas tienen historias ricas y complejas que se entretejen con orgullo cultural, logros arquitectónicos y contribuciones significativas a la humanidad.

Paralelismos

La experiencia me permitió establecer algunos paralelismos entre China y el Perú. Lo primero que fue evidente para mí, es que ambas culturas cuentan con una rica historia milenaria. Tanto la civilización china como las culturas precolombinas del Perú se desarrollaron de manera independiente y alcanzaron un nivel que todavía asombra al mundo. Al igual que la Gran Muralla y la Ciudad Prohibida, Machu Picchu y Sacsayhuamán son grandes representaciones de este desarrollo.

Por otro lado, también se puede destacar la conexión espiritual de ambas culturas con la naturaleza y el cosmos. Mientras en China se desarrollaron sistemas como el confucianismo, el taoísmo y el budismo, los incas tenían un profundo respeto por la Pachamama (Madre Tierra) y el Inti (Dios Sol). En ambas culturas también se dio un notable adelanto en ingeniería y arquitectura. Los canales de irrigación en el Perú y las terrazas agrícolas en los Andes tienen un paralelo en los sistemas hidráulicos avanzados de China, como los del río Amarillo. Ambos pueblos dominaron sus paisajes naturales para sustentar grandes poblaciones. Finalmente, a pesar de desafíos históricos como conquistas y cambios políticos, ambas culturas han demostrado una capacidad única para adaptarse y preservar su esencia.

En la ciudad de Beijing se puede sentir la tradición y el poder imperial. Tuve la oportunidad de conocer la Gran Muralla China, una de las maravillas del mundo, al visitar la sección de Badaling. Realmente fue una experiencia única. También pude conocer la Ciudad Prohibida y el Templo del Cielo, los que me impresionaron por su majestuosidad, historia y cultura que reflejan siglos de historia imperial. Y, finalmente, la Plaza Tian’anmen tiene una importancia histórica y política.

Como historiadora de profesión y, además, una persona que trabaja en la Biblioteca Nacional del Perú, una visita obligada fue a la Biblioteca Nacional de China, que alberga una de las colecciones más grandes y significativas de textos y manuscritos históricos del mundo. Me llamó especialmente la atención el trabajo de restauración que se realiza en dicha institución para la preservación de estos valiosos documentos, donde se combinan técnicas tradicionales chinas como el reforzamiento del papel con fibras naturales (por ejemplo, bambú y morera) o los adhesivos naturales como el pegamento hecho de almidón de trigo, con tecnología moderna como los escaneos digitales en alta resolución para registrar documentos antes de manipularlos, el análisis químico para evaluar el deterioro del papel y los tintes, equipos de microclima para estabilizar la temperatura y humedad en las áreas de almacenamiento, entre otros métodos.

Cuna de la civilización china

La segunda ciudad que visité fue Xi’an, cuna de la civilización china, con su rico legado histórico y cultural. Esta ciudad fue el punto de partida de la Ruta de la Seda y una de las capitales más importantes de la antigua China, por lo que uno puede sentir una conexión entre su pasado con la vida moderna, del mismo modo que en el Cusco se mezclan las culturas andina e hispana. Xi’an es una ciudad que cuenta la historia de China a través de su patrimonio, arquitectura, comida y tradiciones.

Hay muchos aspectos que hacen de Xi’an un lugar único. Ahí no pude dejar de admirar una de las mayores maravillas arqueológicas del mundo, como los Guerreros de Terracota, descubiertos en 1974 y compuestos por más de 8000 figuras de soldados, caballos y carruajes, cada una con rasgos únicos. Estas figuras fueron enterradas con el primer emperador de China, Qin Shi Huang, para protegerlo en el más allá. Fue toda una experiencia inolvidable visitar el sitio arqueológico y ver de cerca la escala y el detalle de estas esculturas.

Otra visita impresionante fue a la Gran Pagoda del Ganso Salvaje, construida en el siglo VII durante la dinastía Tang (618-907), la cual fue un importante centro de traducción y almacenamiento de textos budistas traídos de la India. Está rodeada de jardines tranquilos, los que le dan un encanto especial.

Un lugar hermoso y a la vez sorprendente fue, sin duda, el Barrio Musulmán. Ver esa mezcla única de cultura china y cultura musulmana refleja la influencia de la Ruta de la Seda. También pudimos conocer la Gran Mezquita de Xi’an, una de las más antiguas de China.

El Museo de Beilin (también conocido como el Museo del Bosque de Estelas), ubicado en Xi’an, es un lugar impresionante. Posee la colección de estelas más grande del mundo y es, además, una de las colecciones más importantes de inscripciones en piedra de toda China. Las estelas contienen inscripciones de gran valor histórico y cultural, como poemas, textos literarios, decretos imperiales, tratados de filosofía confuciana y registros históricos. Representan un registro duradero de la cultura y el pensamiento chino. En cuanto a la caligrafía, las estelas exhiben diferentes estilos de escritura, creados por maestros calígrafos a lo largo de los siglos, lo que también refleja la evolución de la escritura en China.

Una ciudad de contrastes

Shanghai fue la última ciudad que visité, la más grande y moderna de China, donde se puede notar una impresionante mezcla entre tradición, modernidad y futurismo. Es una ciudad de contrastes, un lugar donde los templos antiguos coexisten con rascacielos futuristas y donde la tradición china se encuentra con influencias internacionales.

Entre los lugares más destacados se encuentra el Bund, que es una icónica avenida junto al río Huangpu, rodeada de edificios coloniales europeos que contrastan con los rascacielos modernos del distrito de Pudong, al otro lado del río. De noche, las luces de los rascacielos y los edificios históricos crean un espectáculo inolvidable. Conocimos el distrito de Pudong, un distrito financiero que alberga algunos de los edificios más altos del mundo, como el Shanghai Tower, el edificio más alto de China y el tercero del mundo, que ofrece además un espectacular mirador con vistas panorámicas. También pudimos apreciar Yuyuan, un clásico jardín chino en el corazón de la ciudad, construido en el siglo XVI durante la dinastía Ming (1368-1644), así como estanques, puentes y muros ondulados con esculturas de dragones.

La arquitectura religiosa refleja el contacto con otras culturas y civilizaciones. Tenemos el Templo del Buda de Jade, un ejemplo de la arquitectura budista china, conocido por sus dos estatuas de jade importadas de la actual Myanmar. También la Iglesia de San Ignacio, una catedral católica de estilo neogótico.

Dejo para el final tal vez lo más importante: mi reconocimiento a la gran hospitalidad china, mi agradecimiento infinito a cada una de las autoridades que me recibió y acogió. Sin ellos este viaje no hubiera sido posible. Fueron muy generosos y amables.

*Delfina González del Riego E. es historiadora peruana y fue directora de la Biblioteca Nacional del Perú.