Sociedad
Al servicio de la cooperación entre Perú y China
2024-07-02    Fuente: China Hoy    Autor: MAGDALENA ROJAS

José Carlos Feliciano Nishikawa posa para la cámara.

José Carlos Feliciano Nishikawa con la Torre Boya de la Universidad de Beijing de fondo. Fotos cortesía del entrevistado

HAY más de 16.000 kilómetros de océano que separan las costas de China y de Perú, pero los lazos entre estas dos antiguas civilizaciones, así como con la vecina Japón, han sido testigos de un rico intercambio que se ha visto reflejado en su historia, costumbres, e incluso, en la gastronomía. En abril de 1899, hace exactamente 125 años, los primeros 790 japoneses llegaron al puerto del Callao a bordo del barco Sakuramaru, luego de una larga travesía desde el puerto de Yokohama en Japón. Este hito marcó el inicio de la cultura nikkei en Perú, un término para referirse a los emigrantes japoneses y sus descendientes en ultramar.

José Carlos Feliciano Nishikawa es parte de esa historia, pues por sus venas no solo corre sangre autóctona de Perú, sino también la de sus antepasados japoneses. “Mis bisabuelos por parte de mi madre llegaron al Perú a inicios del siglo XX desde las prefecturas de Fukuoka y Okinawa”, señala. Según cuenta, pese a haberse criado en Lima, gran parte de su acercamiento a la cultura japonesa y a las culturas de Asia en general, fue a través de sus abuelos maternos. “Ellos mantenían ciertas costumbres heredadas de sus padres, pero tenían, a la vez, a la cultura peruana, y en especial a la cultura andina peruana, muy presentes, por lo que pudieron transmitir toda esa herencia mixta a sus hijos y nietos”.

El interés por Asia de José Carlos Feliciano Nishikawa no se limitó solo a Japón, sino también a China, en especial por su historia y cultura milenarias, desde que estaba en la escuela. Una vez en la universidad, el joven peruano, quien por ese entonces estudiaba Ingeniería Industrial en la Pontificia Universidad Católica del Perú, se unió a la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales, más conocida como AIESEC. Gracias a esta entidad, dedicada a la promoción de los intercambios internacionales y el liderazgo, llegó a China por primera vez en 2009, lo cual abrió paso a un profundo vínculo que fue creciendo con los años, tanto a nivel personal como profesional.

Una década de experiencias

La cooperación académica y los intercambios son áreas que siempre le han interesado, de modo que trabajar en China como voluntario a cargo de la gestión de proyectos de AIESEC CHINA era una oportunidad que no podía rechazar. Este fue el primer acercamiento real que tuvo el peruano con China, el cual dejó impresos algunos de sus recuerdos más memorables y significativos. Durante esos primeros doce meses, pudo conocer de primera mano la realidad social del país, además de viajar a más de 20 ciudades.

“Recuerdo cuando visité algunos colegios de las zonas montañosas de Sichuan con los que teníamos proyectos”, rememora. “Eran aldeas que todavía se estaban recuperando del terremoto de Wenchuan, y recuerdo la alegría de los niños al recibir a grupos de extranjeros como profesores voluntarios en sus colegios”. Asimismo, cuenta que llevaron a cabo proyectos en sustentabilidad, emprendimiento, formación para trabajadores migrantes, prevención de VIH/SIDA, entre otros. Luego de ese primer año, se unió a unos socios chinos con los que fundó la empresa Seed International, dedicada a organizar experiencias educativas y de viajes. “En los años de trabajo tuvimos como clientes a muchos colegios, universidades y escuelas de negocios de América Latina, Norteamérica, Europa, Asia y Medio Oriente”, puntualiza.

Esos años y el trabajo en terreno le aportaron grandes conocimientos, pero él quería ir un paso más allá. Por eso, en 2014, dio inicio a un MBA en la Escuela Internacional de Negocios China-Europa (CEIBS, por sus siglas en inglés) en Shanghai, y más adelante, a partir de 2018, continuó con un posgrado en Estudios de Lengua y Cultura Chinas en la Universidad de Beijing, en la capital. El hecho de vivir en dos de las ciudades más importantes de la nación fue una experiencia invaluable. “En el caso de Beijing, me gustaba que además de ser la capital educativa del país, tiene ese contraste histórico y cultural de diversas dinastías que se puede percibir en su arquitectura y costumbres”, explica. “En el caso de Shanghai, la modernidad y la perspectiva de los negocios globales estaban muy presentes, por lo que me pareció el lugar ideal para hacer un MBA, además de ser un centro importante para las finanzas, la industria farmacéutica y la logística internacional”, detalla.

A lo largo de su periplo de una década en el país, el peruano también logró entender mejor cómo trabaja el Gobierno chino, además de la sociedad en su conjunto, para alcanzar determinados objetivos, siendo la mirada a largo plazo uno de los aspectos que más admira. “A pesar de las vicisitudes y el panorama cambiante, el hecho de realizar esfuerzos para conseguir sus objetivos como país, es de admirar”, manifiesta.

Desde el otro lado del océano

En la actualidad, José Carlos Feliciano Nishikawa se desempeña como director adjunto del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico, en Lima, Perú. Según explica, el centro constituye una iniciativa pionera de la universidad en el estudio y comprensión de China y la región de Asia-Pacífico desde su creación hace 10 años. Además, es uno de los pocos a nivel regional que se especializa en el estudio de la China contemporánea, con un enfoque de trabajo que prioriza la investigación, los eventos y la formación especializada.

Durante los últimos años, y en particular desde la puesta en marcha de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, anunciada por el presidente chino, Xi Jinping, en 2013, los países de América Latina han tenido un acercamiento cada vez mayor con China, el cual se ha visto materializado en tratados de libre comercio, inversiones y grandes proyectos de infraestructura. En el caso de Perú, las cifras son particularmente reveladoras. En la última década, el comercio entre China y Perú se duplicó. De hecho, 2023 fue un año particularmente bueno para las exportaciones peruanas, que sumaron 23.200 millones de dólares, lo que equivale a un crecimiento del 10,1 % respecto al año anterior, de acuerdo con las estadísticas de la Asociación de Exportadores de Perú. Entre los productos más exportados se encuentra el cobre, seguido por otros minerales como zinc, plomo y estaño. Pero además, China está proporcionado empleo e inyectando vitalidad a la economía del país andino gracias a las millonarias inversiones que ha realizado en el sector minero, la red eléctrica, el transporte y la generación de energía hidroeléctrica.

Todos estos son temas que no han pasado desapercibidos por el Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico, donde apuestan a formar talentos con los conocimientos necesarios capaces de entender estas dinámicas, y también brindar recomendaciones que sirvan para la toma de decisiones. “Por ejemplo, un tema estratégico de estudio en el mundo es actualmente la transición energética, en la cual China lleva la delantera, impulsada principalmente por su objetivo de alcanzar la neutralidad de carbón en 2060”, señala José Carlos Feliciano Nishikawa, quien agrega que esta meta requerirá de muchos recursos y generará otro ciclo de demanda importante en minerales y recursos críticos de los países de Sudamérica en las próximas décadas.

“En ese contexto, como centro y en cooperación con socios académicos de China y la región, queremos conocer más de los planes de China en su camino hacia una economía carbono neutral, a fin de estar mejor preparados y analizar también cuáles son las oportunidades de China como un aliado en la transición energética de nuestros países, no solo como comprador de materias primas, sino como un socio que puede ayudar a generar industria, empleos y transferencia tecnológica a nuestras economías”, manifiesta.

Hay varias cosas que él echa de menos de China, como los amigos, la comida y, particularmente, la conveniencia de la economía digital y el transporte. Pero por fortuna, su trabajo le permite estar conectado siempre. A fines de mayo de este año, viajó a Beijing y Shanghai. De hecho, desde el centro han tenido la posibilidad de colaborar con algunas de las instituciones más prestigiosas de China, como la Universidad de Beijing, la Universidad Tsinghua, la Universidad Fudan y la Academia China de Ciencias Sociales, en investigación conjunta, intercambios y una serie de actividades.

Para él, este nexo, y sobre toda la posibilidad de que más alumnos a ambos lados del océano Pacífico conozcan mejor la realidad de la otra parte, es clave de cara hacia el futuro. “El aprendizaje mutuo internacional es una herramienta muy poderosa para desarrollar las competencias necesarias en los profesionales del siglo XXI”, advierte. 

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