Sociedad |
Entre libros, bicicletas y budismo | |
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María Elvira Ríos con una torre budista de fondo. María Elvira Ríos posa en la entrada de un templo. Fotos cortesía de la entrevistada MARÍA Elvira Ríos tiene un vínculo de larga data con China. Aterrizó en Beijing en 2003, gracias a una beca de estudio otorgada por el Gobierno chino. Sin embargo, sus primeras incursiones con Asia, así como con las principales corrientes filosóficas, llegaron gracias a dos profesores de su época universitaria: Gastón Soublette y Claudia Lira, del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile. De cierta forma, estas dos figuras, además de su padre, quien la incitó a partir a Asia, fueron el catalizador que ayudó a pavimentar un largo camino hacia adelante. Al llegar, según ella misma confiesa, era poco lo que sabía. “Era bastante ingenua, venía saliendo de la universidad y pensaba que iba a ser todo más fácil”, señala. “Fue muy desafiante no solamente tener que aprender [el idioma], sino también vivir y convivir con gente de diferentes culturas”, puntualiza. Según la chilena, todo ello representó un gran desafío, pero al mismo tiempo, le resultaba fascinante. Además, en China se pudo conectar consigo misma de una forma única. “Tenía la sensación de que algo de mí estaba en este lugar, y que lo tenía que descubrir”. Primeras incursiones Durante esta primera estadía en China, de 2003 a 2005, su vida transcurrió entre libros, paseos en bicicleta y viajes, sobre todo a lugares retirados del ajetreo de la ciudad. Recuerda con mucha añoranza sus paseos en una bicicleta de segunda mano, la cual adquirió al llegar, pues se convirtió en un vehículo indispensable para descubrir Beijing. Una de las cosas que más le impresionó –y que le sigue impresionando– era ver el contraste entre ese Beijing moderno, de altos y llamativos edificios, frente al sosiego y encanto de los hutong y de los barrios tradicionales. En una oportunidad, incluso, pudo conocer a un doctor que había servido durante la última dinastía, la dinastía Qing. “Eso fue alucinante”, rememora. Esa dualidad, junto con la rapidez con la cual la ciudad se desarmaba y rearmaba, sigue grabada en su memoria. “Eran cambios constantes; de repente ibas a un lugar, y al otro mes, quizá ese lugar ya no existía”, detalla. En medio de esta vorágine, las escapadas a templos, montañas y otros espacios naturales fueron un importante respiro y cruciales en su acercamiento con el budismo, que se ha convertido, ya no solo en su área de estudio y en una fuente de trabajo, sino también en parte de su vida personal. Al preguntarle qué fue lo que la cautivó del budismo, su respuesta resulta reveladora. “Yo creo que fueron los espacios de silencio”, declara. Uno de los episodios que más la marcó fue la primera vez que se quedó a dormir en un templo. En este, y en otros lugares similares, la chilena encontró la calma. Según cuenta, siempre fue una persona muy espiritual y de niña también muy católica. Por ciertas razones, tuvo un desencanto con la Iglesia católica, pero nunca perdió su sentido espiritual y pudo “revivirlo” cuando encontró el budismo. En 2007, se mudó a la Ciudad de México, donde realizó una maestría y luego un doctorado en el distinguido Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México (Colmex), una de las instituciones pioneras en lo que respecta a la sinología y los estudios de Asia en América Latina. Allí pudo estudiar el budismo de forma más seria con Luis Gómez Rodríguez, un gran profesor quien estaba llegando de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, tras haber creado el Centro de Estudios Budistas. “Él fue el profesor de budismo de varias generaciones que estuvimos ahí, además de mi guía de tesis en la maestría y en el doctorado”, relata. De forma paralela, en 2008, la chilena volvió a China, donde se internó por un mes en un templo en Zhongnanshan, una montaña sagrada cerca de la ciudad de Xi’an. María Elvira Ríos describe este momento –y lugar– como un punto de inflexión en su vida, a partir del cual comenzó una relación académica y personal cada vez más cercana con el budismo. Desde entonces, ha seguido viniendo a China en distintas ocasiones –en 2011, 2014, 2017 y 2019– tanto para realizar investigaciones relacionadas con el budismo, o bien, debido a otros proyectos con los que está involucrada. A lo largo de los años, el budismo se ha ido expandiendo en espacio y forma. Hay muchas doctrinas y manifestaciones, las cuales están estrechamente ligadas a diversos aspectos culturales y a determinados lugares o contextos históricos. Para María Elvira Ríos, su foco de estudio ha sido el budismo chino contemporáneo. “Sentía una cierta fascinación por el bodhisattva Guanyin, que es el bodhisattva de la compasión, por lo que fui siguiendo la huella de las montañas sagradas donde se hacían peregrinaciones a este bodhisattva, que en China toma una forma femenina, hasta llegar a Zhongnanshan”, describe. “Así fue como empecé, no específicamente con una escuela, sino más bien con una figura”. Explorar nuevos caminos En la actualidad, María Elvira Ríos vive con su pareja en un centro demostrativo de vida sostenible al interior de un bosque nativo en la región del Biobío, en el sur de Chile. Como su nombre lo indica, es una zona con muchos afluentes y una gran densidad de bosques, donde existe una estrecha relación entre el ser humano y su entorno natural. Pues bien, el budismo también ha ido acercando a la chilena a la ecología, a través de un concepto que se traduce como “respuesta empática” o “resonancia”, presente en la cosmología china desde la antigüedad. Según explica, tradicionalmente siempre ha existido un gran respeto y veneración por el entorno natural en China. “Mucho del lenguaje chino está vinculado con la naturaleza, en los espacios urbanos siempre hay elementos naturales que juegan un papel fundamental para la estética de la ciudad, y en las mismas casas también encontramos paisajes, pinturas y diversos tipos de elementos naturales presentes”, dice a modo de ejemplo. Si bien esto se ha ido perdiendo con la modernización, ella cree que los chinos siguen teniendo una relación muy cercana con la naturaleza. Esta nueva área de interés, la cual también ha permeado su vida personal, la ha acercado a diversas entidades que trabajan de cerca con el budismo y la ecología. Por un lado, ha colaborado con una organización hongkonesa llamada Buddhistdoor mediante algunas publicaciones para su revista digital y, por otro, ayudó a formar un grupo llamado Red Iberoamericana de Estudios Budistas, con el cual llevó a cabo una jornada de budismo y ecología el año pasado. Además, junto con otras personas afines, está desarrollando el llamado Laboratorio Eco-Budismo, ligado a los proyectos ecológicos y medioambientales que se están llevando a cabo en España y a nivel latinoamericano a lo largo de diferentes centros budistas. Como si todo esto fuera poco, María Elvira Ríos también ha estado trabajando de cerca en el programa de enseñanza de chino mandarín del Ministerio de Educación de Chile, el cual apunta a que estudiantes a nivel secundario y universitario puedan aprender chino, y es parte del Núcleo Milenio: los Impactos de China en América Latina y el Caribe (ICLAC). Esta iniciativa, liderada por la Universidad Católica de Chile, reúne a un grupo interdisciplinario de investigadores cuya tarea es investigar más a fondo el impacto que ha tenido China en diversas áreas, con el fin de formular una mejor política exterior hacia China y contar con estudios más estandarizados. Ella espera volver a China el año que viene para seguir profundizando más en su especialidad. Pese a todos los años de estudio y dedicación, siente que aún le falta mucho por aprender. “Ahí voy, haciendo lo que puedo, y aprendiendo de todo eso”, concluye. |
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