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14 de octubre de 2024. Ysabel Zea y Ma Yuxia revisan los primeros productos de Warmpaca que llegan al puerto de Yangshan, en Shanghai, los cuales serán exhibidos en la VII Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, por sus siglas en inglés). 5 de noviembre de 2024. Muñecos de alpaca en el stand de Perú en la VII CIIE. 5 de noviembre de 2024. Un visitante compra un muñeco de alpaca en el stand de Perú en la VII CIIE. Fotos de Xinhua UBICADO en lo profundo de la Cordillera de los Andes y a caballo entre la frontera entre Perú y Bolivia se encuentra el lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. En el centro de dicho lago hay una isla llamada Amantaní, donde unos 5000 descendientes de un antiguo pueblo, los incas, han mantenido sus tradiciones ancestrales casi intactas ante el mundo exterior. A aproximadamente 17.000 kilómetros de distancia, en China, multitudes de compradores y turistas entran y salen de Raffles City, un destino de compras de alto nivel ubicado en el corazón de la ciudad de Shanghai. Entre los escaparates profusamente decorados de grandes marcas multinacionales de este bullicioso complejo comercial se encuentra el escaparate de una juguetería lleno de peluches de todas las formas, colores y tamaños. Pocos establecerían una conexión entre estas realidades paralelas. Sin embargo, estos dos mundos han convergido a través de un encuentro casual y desde entonces se han entrelazado cada vez más profundamente. Corazón y alma de Perú En 2016, Ma Yuxia, de 30 años, quien estudió español en la universidad y trabajó en la sucursal sudamericana de una empresa china, renunció a su trabajo y decidió iniciar su propio negocio. Primero probó suerte en Perú, ya que allí percibió oportunidades. La alpaca ocupa un lugar importante en el corazón y el alma de Perú, donde alrededor de 4 millones de alpacas, que representan el 80 % del total mundial, deambulan por las desoladas y ventosas tierras altas del sur del país. En las últimas décadas, el vellocino dorado de la alpaca se ha convertido en una importante fuente de ingresos para unas 82.000 familias andinas, la mayoría de las cuales han tejido lana de alpaca durante generaciones y aún mantienen las antiguas técnicas de los incas. A pesar de la producción generalizada y cada vez más industrializada de productos de lana de alpaca, la mayoría era vendida solo a turistas en la región, y solo una pequeña porción era exportada a Australia y Nueva Zelanda. Ma Yuxia vio el potencial de conectar los productos de alpaca con el mercado chino. Sin embargo, el viaje de Ma en Perú no fue todo sol y arcoíris. Al ser una completa novata en el mundo de los negocios, se encontró con que todas las empresas y fábricas locales que visitaba la trataban con frialdad. Fue en medio de esta corriente de decepciones que se topó con un pequeño puesto que vendía artesanías hechas a mano con lana de alpaca en un mercado callejero en la ciudad sureña de Arequipa. La tienda estaba dirigida por Oswaldo Mamani, un artesano peruano perteneciente al antiguo pueblo de la isla Amantaní. Como muchos de sus compañeros, Mamani se convirtió en aprendiz en el comercio de artesanías con lana de alpaca cuando era un adolescente. Cuando Ma conoció a Mamani, él y su familia vivían en un cobertizo destartalado hecho de barro, y el puesto que poseía era uno improvisado proporcionado gratuitamente por el Gobierno. “Las ganancias eran muy inestables. Durante las temporadas de lluvias, no era inusual pasar días sin ventas”, dijo Ma al semanario Beijing Review. Entre los artículos que producen artesanos como Mamani se encuentran alpacas de peluche hechas de lana de alpaca. La situación dio un giro inesperado cuando Ma le dio la alpaca de juguete que compró en el puesto de Mamani a uno de sus clientes potenciales, quien inmediatamente hizo un pedido de 1000 más. Sin embargo, fabricar 1000 juguetes de alpaca fue un desafío formidable para Mamani, cuyas ventas anuales en aquel entonces apenas alcanzaban las 100 piezas. Fue en ese momento que Ma conoció a Ysabel Zea, una psicóloga local profundamente interesada en la artesanía peruana. Al haber viajado mucho por Perú, Zea conoce bien a los lugareños y comenzó a asociarse con Ma en la supervisión del reclutamiento y capacitación de los artesanos. Con la ayuda de unos 20 miembros de su familia y de su aldea, Mamani entregó el pedido a tiempo. Ese año, Mamani finalmente pudo reconstruir su casa de adobe convirtiéndola en una estructura de ladrillo y redecorar el interior con nuevos muebles. Esfuerzos y crecimiento Sin embargo, debido a la falta de canales de distribución, Mamani solo recibió dos pedidos de Ma durante los dos años siguientes. Un segundo giro en esta historia se produjo en 2018, año en el que se inauguró en Shanghai la I Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, por sus siglas en inglés). Como la primera exposición del mundo centrada en las importaciones, la CIIE se creó para conectar marcas internacionales con compradores chinos. Ma decidió volver a probar suerte con los productos de alpaca. Sin embargo, la colocaron en la lista de espera, ya que todas las plazas estaban ocupadas cuando se registró. Dos meses más tarde, se abrió un espacio en una esquina de 9 metros cuadrados y los juguetes de alpaca de Mamani hicieron su debut chino en el evento bajo la marca Warmpaca. En 2019, Zea se embarcó en su primer viaje a China, en un vuelo de más de 30 horas desde Perú a Shanghai, para participar en la II CIIE. El evento, que acogió a más de 3000 empresas de 150 países, la expuso a una amplia gama de marcas globales y la llevó al descubrimiento de un punto vulnerable clave en los productos Warmpaca: la falta de estandarización. “El mayor desafío al que nos enfrentamos fue garantizar un nivel coherente de calidad para estos productos hechos a mano”, manifestó Zea a Beijing Review. Asimismo, señaló que muchos de los artesanos locales no eran plenamente conscientes de la importancia de la estandarización de los productos. Después de innumerables pruebas y ajustes, la marca ideó una serie de estándares para su producción: los ojos deben ser simétricos, toda alpaca debe tener una carita sonriente, sus cuatro patas deben mantenerse firmes. Justo cuando las alpacas de Mamani estaban entrando en las jugueterías físicas de Beijing, Shanghai y otras ciudades importantes de China, la pandemia de COVID-19 golpeó en 2020 y provocó que muchas tiendas cerraran temporalmente. Sin embargo, contrariamente a las expectativas de Ma y Zea, las ventas aumentaron en lugar de caer. El principal factor que desencadenó este crecimiento fue la entrada de la marca en la próspera escena del comercio electrónico del país. Ese año, Warmpaca abrió sus tiendas en línea en Taobao y JD.com, dos de las plataformas de compras en línea más grandes de China, así como varias cuentas en línea destinadas a promocionar la marca en las redes sociales. “Nuestro negocio realmente despegó durante la pandemia, lo que nos obligó a desviar nuestra atención de expandir nuestra presencia física en China hacia llegar a una audiencia más amplia en plataformas digitales”, recordó Zea. Actualmente, las ventas de Warmpaca han aumentado un 500 % en comparación con cuando se lanzó la marca por primera vez, con un promedio de 3000 a 5000 juguetes de alpaca hechos a mano enviados cada mes desde Perú a China. La marca, que comenzó con un humilde puesto en una esquina de la CIIE, se ha hecho camino en más de 100 centros comerciales y 20 aeropuertos en las principales ciudades chinas. También ha abierto tres tiendas emblemáticas, dos de ellas ubicadas en Shanghai, incluida la tienda en Raffles City, y una en Xiamen, provincia de Fujian. La marca también planea expandirse a ciudades más pequeñas en las vastas regiones del interior del país. Esta red doméstica está estrechamente vinculada con Perú a través del puerto de Chancay, una nueva terminal marítima ubicada a unos 80 kilómetros al norte de Lima, la capital del país. Zea estuvo presente en la ceremonia inaugural del puerto el 14 de noviembre de 2024. “Solíamos tardar 60 días en enviar nuestros productos desde Perú a Shanghai. Ahora, ese tiempo se ha reducido a 23 días, lo que podría ahorrarnos 100.000 yuanes (14.000 dólares) al año en costos de envío internacional”, destacó. En el transcurso de solo ocho años, lo que era un taller familiar individual se ha ampliado para incorporar a miembros de la familia de Mamani, así como a personas de su ciudad natal y de hogares dispersos por los Andes peruanos. La empresa apoya a una amplia comunidad de artesanos locales, beneficiando así a más de 400 personas de unas 100 familias. Cuando Ma regresó a Perú para visitar a Mamani en julio pasado, la casa de ladrillo había sido reemplazada por una villa de tres pisos con un exterior limpio en blanco y azul, hermosos pisos de baldosas y dos vehículos nuevos estacionados en su garaje. “Esperamos que, al unirse a nuestro equipo, cada vez más artesanos peruanos puedan vivir sus sueños, que pueden ser tan simples como construir una nueva casa o comprar el auto de sus sueños”, concluyó Ma. |
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