| Análisis |
| El futuro de la cooperación BRICS | |
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7 de julio de 2025. Foto grupal de los líderes de los Estados miembros y socios del BRICS, de los países invitados y de los representantes de organizaciones internacionales.
3 de julio de 2025. Carteles de bienvenida de la XVII Cumbre de Líderes del BRICS en Rio Janeiro, Brasil. Fotos de Xinhua LA presidencia brasileña del BRICS en 2025 tiene lugar en un contexto de expansión de las ambiciones del grupo y del creciente papel de las potencias emergentes en la reconfiguración del orden internacional. Desde su creación como concepto por el economista jefe de Goldman Sachs, Jim O’Neil, en 2001, hasta su consolidación como grupo político en 2006, el BRICS se ha convertido en una importante herramienta de enlace entre los países del Sur Global. Desde la crisis financiera de 2008, los miembros han intensificado su cooperación en el G20, el FMI y el Banco Mundial, reclamando reformas en las instituciones de gobernanza mundial. La entrada de Sudáfrica en 2011 amplió la representación regional del grupo, y la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) en 2014 reforzó su capacidad institucional al ofrecer una alternativa a los modelos financieros tradicionales dirigidos por Occidente. Un actor estratégico El BRICS se ha consolidado como actor estratégico en la transformación del orden mundial, funcionando simultáneamente como fuerza centrífuga —al desafiar la hegemonía occidental— y como fuerza centrípeta —al promover la integración entre los países del Sur Global. En un contexto de debilitamiento de las instituciones multilaterales lideradas por Occidente y de inestabilidad provocada por el declive de la hegemonía estadounidense, es posible constatar el creciente papel del BRICS en la articulación de alternativas para la gobernanza global y una cierta incomodidad por parte de los países del Norte ante el creciente protagonismo del Sur Global a través de dicha asociación. La expansión del BRICS, formalizada en enero de 2024 con la entrada de nuevos miembros como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Irán, Etiopía y posteriormente, en enero de 2025, Indonesia, amplía el alcance y la influencia del grupo, que en 2024 representaba más del 40 % de la población mundial y alrededor del 30 % del PIB global. Junto a los miembros de pleno derecho, países como Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia y Uzbekistán se integraron como miembros asociados, una nueva categoría creada en 2024. Sin embargo, la gran diversidad política, económica y cultural entre los miembros representa un desafío central para la construcción de consensos y la coordinación efectiva de las acciones del grupo, requiriendo un esfuerzo continuo de diálogos y negociaciones internas para mantener su cohesión e influencia en el escenario internacional. El interés de más de 40 países por integrarse en el llamado BRICS+ muestra la insatisfacción de las potencias medias y los países emergentes con el actual orden global, lo que abre un espacio para que el BRICS se consolide como foro de articulación del Sur Global. Programas como la Asociación para la Nueva Revolución Industrial, centrada en la dimensión de la Cuarta Revolución Industrial, y el trabajo del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) son fundamentales para reforzar la cohesión del bloque y promover la capacidad productiva de sus miembros, principalmente a través del trabajo de los actores más desarrollados, como China, que pueden transmitir conocimiento tecnológico e industrial a los miembros menos desarrollados. Así, el BRICS busca no solo desafiar el orden actual, sino también proponer un modelo alternativo de cooperación internacional basado en la inclusión, la soberanía y la multipolaridad. Forjando una agenda propia de iniciativas y proyectos En el proceso de construcción de un orden internacional que pone el acento en los países del Sur Global, destaca el papel de las llamadas potencias medias emergentes. Este concepto se refiere a Estados que, a partir de capacidades materiales significativas, desarrollan un creciente activismo internacional en ámbitos multilaterales, tanto en su entorno regional como en sucesivas y simultáneas negociaciones globales, percibiéndose a sí mismos como distintos tanto de las potencias tradicionales como de otros Estados con menor peso relativo. El BRICS es precisamente el reflejo de estas capacidades materiales, del activismo en ámbitos multilaterales y de la autopercepción de distinción frente a otros actores de la escena internacional. Ante las transformaciones en las dinámicas de interdependencia económica y poder económico global, los países africanos, asiáticos y latinoamericanos se han visto obligados a revisar sus estrategias políticas y económicas, aprovechando las nuevas oportunidades a la luz de las acciones del bloque. Las actividades del BRICS en América Latina, por ejemplo, también merecen ser destacadas debido al papel de Brasil como miembro fundador y vínculo entre el grupo y la región. Bajo el liderazgo brasileño en mandatos anteriores y en el actual (2010, 2014, 2019 y 2025), el BRICS ha buscado incorporar agendas latinoamericanas relacionadas con el desarrollo sostenible, la financiación de infraestructuras, la eliminación de enfermedades determinadas socialmente y la reforma de la gobernanza global. Las perspectivas de cooperación futura en el seno del BRICS indican importantes avances en la construcción de una agenda propia para los países del Sur Global. El grupo ha priorizado iniciativas que promueven una mayor autonomía económica, la cooperación en áreas estratégicas como la logística, la energía, el comercio y el acceso a los recursos naturales. En este proceso, se están ampliando los frentes de colaboración en sectores orientados al desarrollo sostenible y la inclusión social. La creación de mecanismos propios de financiación climática y las inversiones en tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, reflejan la ambición del BRICS de actuar como un centro de innovación y cooperación para el Sur Global. La Cumbre del BRICS celebrada en Río de Janeiro en julio de 2025 representó un hito en la consolidación de una agenda estratégica dirigida a fortalecer la cooperación entre los países emergentes, que parece haber atraído la atención de las potencias tradicionales. Para los medios de comunicación internacionales que cubrieron los acontecimientos de la Cumbre de Río, existe un deseo por parte del BRICS de consolidar una agenda de futuro multifacética, con retos y oportunidades internas y externas. Para The Diplomat, periódico con sede en la capital estadounidense pero que se ocupa de acontecimientos que ocurren en Asia especialmente, la presidencia brasileña destaca los esfuerzos del país por liderar un proceso de institucionalización y profundización de la cooperación, reforzando el papel del BRICS como actor central en un orden internacional multipolar. Por otro lado, la agencia de noticias londinense Reuters llamó la atención sobre el discurso del presidente ruso, Vladimir Putin, en el que declaró que la globalización liberal ha quedado obsoleta y que el futuro pertenece a los mercados emergentes. El diario The Economic Times, con sede en Nueva Delhi, capital de la India, afirmó que la Cumbre de Río tendió a dar prioridad a la formulación de iniciativas de colaboración dirigidas a la inclusión financiera, la reducción de las desigualdades digitales y la promoción de una transición energética justa, destacando el papel más proactivo del grupo. En vísperas de su 20.º aniversario, el BRICS parece avanzar en el fortalecimiento de su institucionalización, con iniciativas como el NBD y la Asociación para la Nueva Revolución Industrial, que apuntan hacia la construcción de acuerdos multilaterales más inclusivos, centrados en la soberanía y el desarrollo sostenible, con el Sur Global como eje. Sin embargo, este proceso se enfrenta a importantes desafíos, como la heterogeneidad de los miembros y las asimetrías internas —especialmente en relación con el peso de China—, que podrían dificultar el consenso si no se impulsa la cuestión del desarrollo institucional del BRICS. La reciente ampliación en el formato BRICS+ refuerza el potencial del grupo como protagonista de un orden multipolar emergente, pero también requiere nuevos mecanismos de coordinación para garantizar la cohesión y evitar la dispersión de objetivos en un bloque cada vez más grande, significativo y diverso. *Letícia Simões es doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Estatal de Río de Janeiro. |
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