Análisis
El legado de Javier Pérez de Cuéllar
2025-03-05    Fuente: Centro para las Américas    Autor: FENG XIUWEN*

Retrato del diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar como secretario general de las Naciones Unidas.

21 de enero de 1982. Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de las Naciones Unidas, en su primera conferencia de prensa tras asumir el cargo el 1 de enero de ese año. Fotos de la ONU

PERÚ, un país antiguo que se encuentra en las faldas de los Andes en América del Sur, fue la tierra del Imperio inca. La espléndida civilización inca, los quipus (método de registro con cuerdas) de los quechuas, los tejidos coloridos y la misteriosa ciudadela de Machu Picchu, así como los sinuosos caminos del imperio, captaron mi atención y se convirtieron en un tema de investigación que anhelaba. Lamentablemente, debido a cambios en las circunstancias, mi enfoque se desplazó más hacia América Central y del Norte, y establecí esa región como mi principal área de estudio, por lo que mi interés en Perú disminuyó gradualmente. Sin embargo, una oportunidad fortuita volvió a conectarme con dicho país.

Una carta y una amistad

Fue en el verano de 1996 cuando recibí una tarea del Instituto de Historia Mundial: elaborar una lista de figuras históricas mundialmente conocidas de América Latina. Al repasar la historia de los países latinoamericanos, me di cuenta de que, desde la época moderna, los líderes que podían considerarse figuras de renombre mundial de la región incluían a Simón Bolívar, José de San Martín, Benito Juárez, José Martí y Fidel Castro. Entre ellos, por supuesto, debía incluirse también al diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar, quien se desempeñó como quinto secretario general de las Naciones Unidas. Así, de manera natural, la tarea de escribir su biografía recayó en mí.

Tras meses de esfuerzos, recopilando y leyendo numerosos materiales relacionados, la imagen de Javier Pérez de Cuéllar se fue volviendo cada vez más clara en mi mente. Logré comprender su estilo de trabajo, su postura política, e incluso aspectos de su personalidad, pero aún sentía que su trayectoria personal seguía siendo poco clara. A medida que se acercaba la fecha límite para entregar el texto, me encontraba en un callejón sin salida y, en un momento de desesperación, se me ocurrió una idea audaz: aunque Javier Pérez de Cuéllar ya había dejado su cargo en las Naciones Unidas, en ese momento trabajaba en una institución cultural de la ONU en París. ¿Por qué no intentar contactarlo directamente para pedirle ayuda? Así que, aquella misma noche, redacté una carta solicitando su colaboración y la envié a la Embajada de Perú en China, pidiéndoles que se la hicieran llegar. Aunque sabía que mi carta podría no llegar a manos de su destinatario y que mi esperanza era, quizá, una mera ilusión, al menos sentí que estaba haciendo todo lo posible.

Una semana después, a principios de agosto, abrí mi buzón de correo y un sobre grande captó mi atención de inmediato. Al abrirlo, ¡era su respuesta! El señor Javier Pérez de Cuéllar, en medio de su ajetreada agenda, me había respondido.

En la carta, además de expresar con entusiasmo su apoyo y reconocimiento hacia mi trabajo, adjuntó un currículum completo, justo lo que yo esperaba. Su currículum detallaba claramente sus orígenes, sus primeros años de estudio y experiencia laboral, su carrera diplomática, su labor como quinto secretario general de las Naciones Unidas (1982-1991) y otros datos que necesitaba. Esto me permitió conocer de cerca la fascinante vida de este diplomático peruano de origen humilde, llena de altibajos y logros notables, y me brindó la información clave para completar la tarea que me había encomendado el instituto.

Inmediatamente le respondí y le expresé mi sincero agradecimiento por su apoyo y su contribución al fortalecimiento de la comprensión y la amistad entre los pueblos chino y peruano. A través de su respuesta, no solo llegué a conocerlo, sino que también profundicé mi afecto hacia el pueblo peruano, cálido y hospitalario.

Una vida de logros notables

De su currículum, supe que Javier Pérez de Cuéllar nació el 19 de enero de 1920 en Lima, la capital de Perú, en el seno de una familia de clase media. A los cuatro años, su padre, un comerciante, falleció. Estudió en el Colegio San Agustín de Lima. Una vez concluida la secundaria, ingresó a la prestigiosa Pontifica Universidad Católica del Perú para estudiar Derecho Internacional. En 1940, se graduó con honores de la universidad al obtener el título de licenciatura en Derecho. Luego, con solo 20 años, se incorporó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, iniciando de esta manera su destacada carrera diplomática.

Durante su trayectoria en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Javier Pérez de Cuéllar no solo participó activamente en los intercambios internacionales, sino que también continuó sus estudios en Derecho Internacional. Gracias a su incansable esfuerzo, en pocos años publicó obras como Manual de derecho diplomático. Además, ocupó cargos en las embajadas de Francia, el Reino Unido, Bolivia y Brasil. Entre 1964 y 1966, fue enviado a trabajar a Suiza, donde su destacado desempeño le valió, a su regreso, un ascenso a secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú.

Justo cuando su carrera estaba en pleno ascenso y su futuro parecía prometedor, en octubre de 1968, el gobierno de Fernando Belaúnde fue derrocado por un golpe militar liderado por el general Juan Velasco. Inicialmente, Pérez de Cuéllar se opuso a la intervención militar en la política, pero cuando vio que el gobierno de Velasco adoptaba una postura nacionalista más firme, antiimperialista y defensora de la soberanía nacional, rápidamente simpatizó con el régimen y le brindó su apoyo activo. Pronto, fue nombrado embajador de Perú en la Unión Soviética, lo que le permitió adquirir un conocimiento más profundo y realista de la situación social en ese país, una experiencia que resultaría invaluable para su futuro rol como secretario general de las Naciones Unidas.

El único de América Latina

El escenario de las Naciones Unidas le brindó un amplio espacio para demostrar su talento diplomático. El 15 de diciembre de 1981, durante el 36.o periodo de sesiones de la Asamblea Popular de la ONU, fue elegido como secretario general de dicha organización, cargo que asumió el 1 de enero de 1982. Fue el primer secretario general proveniente de un país en desarrollo y, hasta la fecha, el único de América Latina. Durante su mandato, sostuvo que el propósito de la ONU era prevenir la guerra, promover la paz, resolver disputas y fomentar la cooperación internacional. Hizo un llamado a oponerse a todas las formas de colonialismo y hegemonía en los asuntos internacionales y defendió la igualdad entre todos los países, sin importar su tamaño, oponiéndose a la opresión de los débiles por los fuertes. Apoyó el desarrollo económico independiente del tercer mundo y promovió activamente la cooperación Sur-Sur.

Pérez de Cuéllar cumplió con su deber de manera incansable, viajando por todo el mundo para mediar en numerosos conflictos internacionales a través del diálogo, la consulta y la negociación. Logró, entre otros éxitos, un alto al fuego entre Irán e Irak, la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, la paz en Camboya, el fin del conflicto entre el Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas y la independencia de Namibia. Gracias a estos esfuerzos, se ganó la confianza y el respeto de los pueblos del mundo, y al finalizar su primer mandato en 1986, fue reelegido por la Asamblea General para un segundo periodo, que se extendió hasta el 31 de diciembre de 1991.

Él apoyó y ayudó activamente a los países en desarrollo del tercer mundo. Se opuso firmemente a la interferencia de Estados Unidos en los asuntos de América Latina, al argumentar que el atraso y los conflictos en la región eran el resultado de la invasión colonial y del desarrollo histórico local, y que los pueblos latinoamericanos tenían la capacidad de resolver sus propios problemas. También se opuso al colonialismo y al racismo en África, para lo cual promovió la inversión y la asistencia internacional en las regiones más atrasadas del continente. Además, participó activamente en la mediación de conflictos regionales entre países asiáticos, apoyó el desarrollo económico independiente de Asia y fomentó la cooperación económica con otros países en desarrollo.

Un gran amigo de China

Pérez de Cuéllar mostró una gran amistad hacia China. Valoraba enormemente el papel importante de nuestro país en los asuntos internacionales, pues lo consideraba un representante clave del tercer mundo y afirmaba que era impensable abordar los grandes temas globales sin la participación de China.

En 1971, durante el 26.o periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en la votación de la resolución sobre la recuperación del puesto legítimo de la República Popular China en la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, en calidad de representante permanente de Perú, fue uno de los primeros en pronunciarse a favor de la resolución, al reconocer los avances y contribuciones de China al mundo. Posteriormente, en su calidad de secretario general de la ONU, visitó China en dos ocasiones, en 1982 y 1987. En cada visita, el desarrollo y el progreso de China le dejaron una profunda impresión.

El 1 de julio de 1997, cuando Hong Kong regresó al seno de la patria, Pérez de Cuéllar expresó su pleno apoyo y reconocimiento al acontecimiento, al considerarlo un ejemplo exitoso de resolución de problemas históricos entre naciones, el cual debía ser ampliamente promovido a nivel global.

Después de finalizar su mandato como secretario general de la ONU, Pérez de Cuéllar continuó ejerciendo como presidente de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la Unesco, con sede en Francia. Fue nombrado miembro honorario de más de 30 organizaciones internacionales y recibió condecoraciones y premios de más de 30 países y regiones. Además, más de 40 instituciones de educación superior y centros de investigación en todo el mundo le otorgaron títulos honoríficos.

El 4 de marzo de 2020, Javier Pérez de Cuéllar falleció a la edad de 100 años. Al enterarme de la noticia, envié de inmediato un mensaje de condolencia a la Embajada de Perú, en el que expresé mi profundo pesar por su partida y transmití mis condolencias a su familia. En el mensaje, recordé una vez más la ayuda que Pérez de Cuéllar me había brindado y la breve pero inolvidable amistad que compartimos.

Han pasado cinco años desde que Pérez de Cuéllar dejó este mundo. En este tiempo, el mundo ha experimentado cambios enormes, pero su legado perdura: sus esfuerzos por mantener la paz mundial, sus contribuciones para fortalecer el entendimiento entre los pueblos de China y Perú, y la conexión que establecimos a través de una carta siguen siendo un valioso patrimonio que nos inspira a luchar, como él lo hizo, por construir un mundo mejor. 

*Feng Xiuwen es investigador del Instituto de Historia Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales.

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