Análisis
Visiones de la ciudad del siglo XXI
2024-06-25    Fuente: China Hoy    Autor: ROSA CERVERA*

¿Cómo imaginas la ciudad ideal del siglo XXI? Esta es una pregunta que te invita a ti, nuestro querido lector, a dar rienda suelta a tu imaginación de una ciudad que encarna todo lo que alguna vez soñaste como lugar para vivir. Actualmente, el 60 % de la población mundial vive en ciudades, muchas de ellas son grandes metrópolis. El modelo de desarrollo que la sociedad moderna considera la base del progreso es el de “crecimiento constante”, una filosofía de expansión ilimitada que impulsa el consumo insaciable de recursos y la escala de los asentamientos humanos actuales. El desarrollo urbano de las megaciudades contemporáneas se extiende ilimitadamente por el territorio elegido, distanciándose así de la naturaleza y generando una profunda división entre los ecosistemas naturales y urbanos. Los ciudadanos se han acostumbrado a un entorno de hormigón, ladrillo y asfalto hasta el punto de aceptar estos duros entornos, que de hecho constituyen su hábitat, como un telón de fondo normal para sus actividades diarias. Las proyecciones de la ONU muestran que la población mundial seguirá creciendo en las próximas décadas; y en consecuencia las megaciudades proliferarán y fracturarán aún más su relación disfuncional con la naturaleza al distanciar a los humanos del ecosistema natural al que pertenecen. 

Armonía con la naturaleza 

Desde la antigüedad, la cultura china ha defendido la idea de vivir en armonía con la naturaleza. La palabra china para paisaje (, fengjing) surgió por primera vez en la antigüedad, mucho antes de que apareciera en muchas otras culturas. El concepto, que transmite la necesidad de un encuentro armonioso y equilibrado entre los seres humanos y la naturaleza, se refleja en expresiones artísticas como la poesía y la pintura, así como en la arquitectura y los espléndidos jardines de la tradición china. Sin embargo, debido al crecimiento exponencial derivado del pensamiento racionalista y de la Revolución Industrial, la humanidad, junto con el nuevo modelo social, se ha separado aún más de la naturaleza a la que pertenece.  

Por lo tanto, en esta era de expansión urbana y rápido crecimiento de ciudades densamente pobladas, es crucial preguntarnos cómo se pueden mejorar los modelos urbanos, para crear ciudades que cumplan sus funciones esenciales y mejoren las vidas de los ciudadanos tanto en el plano físico como en el emocional. Aunque la planificación urbana contemporánea no puede ignorar las cuestiones esenciales del suministro de agua, el suministro de energía limpia, la movilidad sostenible y confortable, la gestión y el reciclaje de residuos, así como la calidad del aire y la salud pública, entre otros, hay otros aspectos vitales que deben considerarse en el marco de la concertación del esfuerzo por reconectar con la naturaleza. 

Los modelos urbanos actuales, con recursos agotados, que insisten en “pavimentar” el planeta, necesitan incorporar nuevas ideas que hagan que el espacio urbano sea más amigable para las personas. La ciudad compacta, que evita la extensión depredadora de su territorio circundante y la consiguiente pérdida de sus especies vegetales autóctonas, incluyendo en cambio la naturaleza como un elemento esencial de la organización urbana, es un concepto que debería presidir cualquier alternativa de planificación futura. 

Introducir la naturaleza en el sistema de planificación urbanística y territorial para el desarrollo sostenible supone tener en cuenta determinadas especies vegetales y los beneficios que nos aportan. Esto significa también tener en cuenta el agua y su ciclo, el territorio circundante y sus valores paisajísticos y naturales y, en última instancia, cambiar la mentalidad según la cual la naturaleza se considera nada más que algo que se puede extraer con fines de consumo, utilización y depredación.   

Esenciales para el tejido urbano 

Reequilibrar el entorno construido y el natural implica considerar toda la gama de espacios verdes –desde los más extensos y abarcadores hasta los más confinados dentro de los límites de la ciudad– como esenciales para el tejido urbano. Los primeros incluyen territorio rural y agrícola circundante, bosques, parques y corredores verdes periurbanos, y grandes infraestructuras verdes. Estos últimos, en tanto, incluyen reservas naturales y parques dentro de la ciudad, huertas y áreas cultivables urbanas y jardines, entre otros. Sin embargo, la ciudad promedio de hoy rara vez tiene espacio suficiente para incorporar la naturaleza. Es por ello que en los últimos años han aparecido otras alternativas que utilizan soluciones basadas en la naturaleza para cultivar las superficies verdes de edificios e infraestructuras, ya sean fachadas, paredes o tejados, dando lugar a nuevos tipos de jardines en azoteas, fachadas verdes y jardines verticales. 

Entre las innovaciones que consideran la “envoltura” arquitectónica como una superficie versátil, destacamos una en desarrollo en la ciudad de Alcorcón, en el área metropolitana de Madrid (España). Se trata de cultivar microalgas en una arquitectura que presenta un nuevo tipo de fachada verde. Como base de toda la vida en nuestro planeta, las algas presentan una alternativa de cara al futuro de la humanidad. Cultivadas en la arquitectura, las microalgas son conocidas como mitigadoras de carbono debido a su alta capacidad de secuestro de CO2 al absorber 1,8 kg de CO2 por 1 kg de biomasa, contribuyendo así significativamente a sustituir el paradigma de la ciudad como consumidora por el de productora de bioenergía. 

Hay una manera más que mencionaríamos de acercarnos a la naturaleza a través de la arquitectura. La preocupación por los problemas ambientales –como la falta de energía que resulta en un consumo excesivo de recursos naturales– nos motiva a investigar otros caminos. Nos mueve la convicción de que es posible ubicar una mejor respuesta arquitectónica basada en la sabiduría de las formas naturales existentes en nuestro planeta. Estos son hermosos pero al mismo tiempo altamente eficientes al consumir recursos mínimos para cumplir su función vital. 

Este enfoque encarna la doble visión de servir como fuente de inspiración estética y como estrategia funcional y ecológica. Por ejemplo, los patrones geométricos que se encuentran en la naturaleza, como conchas marinas, ramas de árboles y configuraciones florales, no solo ofrecen eficiencia estructural y energética, sino también armonía y belleza que pueden traducirse en diseño arquitectónico. Los diseños inspirados en la naturaleza facilitan la integración armoniosa de los edificios en su entorno, fomentando así la interacción positiva entre la arquitectura y el medio ambiente. La Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por la fusión de tecnologías en diferentes ámbitos, fue testigo de la superación de las formas racionalistas tradicionales. Por lo tanto, señala una nueva era en la que la arquitectura impulsada por la sostenibilidad derivada de la naturaleza reducirá significativamente la huella ecológica de los edificios.  

*Rosa Cervera es presidenta de Cátedra China, asociación española dedicada a promover un mayor entendimiento entre China y Occidente, y una reconocida arquitecta española.  

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