Entrevistas |
“China está ya en el futuro” | |
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● Fecha: 8 de noviembre de 2023 ● Lugar: Madrid, España
24 de octubre de 2023. Marcelo Muñoz hace uso de la palabra en la VII Edición de los Premios Cátedra China, en Madrid. Cátedra China Cuando pisó por primera vez China, hace 45 años, Marcelo Muñoz descubrió que no se trataba de un país, sino de otro mundo. Esa es la visión que lo ha acompañado desde entonces y que ha podido plasmar en una serie de libros que transmiten la importancia de conocer su filosofía, su desarrollo y su visión. Muñoz es presidente emérito y fundador de Cátedra China, además de ser el decano de los empresarios españoles en China. A días de cumplir 89 años de edad, Muñoz accedió a compartir con nosotros sus reflexiones sobre esa política de Reforma y Apertura que pudo ver con sus propios ojos. China Hoy (CH): Usted tiene una relación con China de 45 años, el mismo tiempo desde que comenzó a aplicarse la Reforma y Apertura. Llegó por primera vez a China a fines de septiembre de 1978, concretamente a la provincia de Guangdong. ¿Cómo era esa China que usted vio? Marcelo Muñoz (MM): Llegué a China como empresario. Fue una aventura. China se abría y era un mercado en el que había que estar profesionalmente y como exportadores. En ese momento, la única puerta que tenía China de comercio exterior –el cual era entonces muy pequeño– era la famosa Feria de Cantón. Todo ese año de 1978, contando aquella Feria de Cantón, visitamos China 138.000 extranjeros, el mismo número de extranjeros que habían viajado a China en los 40 años anteriores. Ahí empezó el cambio. Mi impresión sobre esa China fue la de un país muy pobre, aunque de una pobreza digna. No se veía miseria. Era un país muy organizado, curiosamente. Pero, por otro lado, lo que más me sorprendió es que era otro mundo, y esa es la idea que me ha guiado en toda mi relación con China: descubrir ese otro mundo. Eso es lo que me condujo, desde el principio, a observar, analizar y empezar a debatir con los dirigentes chinos, una actitud que mantengo tras 45 años de vivencia directa y de estudio.
24 de octubre de 2023. Marcelo Muñoz (der.) entrega uno de los Premios Cátedra China a Carlos Manuel García Carbayo, alcalde de Salamanca. Cátedra China CH: En su libro China ha vuelto para quedarse, usted cuenta que a principios de 1979 aterrizó por primera vez en Beijing, una ciudad en la que apenas se veían coches, las personas iban modestamente vestidas y las casas eran de una sola planta. Años después, usted señaló que la avenida Wangfujing era el símbolo del cambio en toda la ciudad. ¿Cuánto nos dice Wangfujing de estos últimos 45 años en China? MM: Es que Beijing era una ciudad plana, una ciudad oscura y triste porque de noche no había luces. En los cruces de las principales avenidas había una bombillita de esas antiguas y las bicicletas tampoco tenían luces. Yo cojo como símbolo a Wangfujing porque me la recorrí desde el primer momento que llegué. Era una calle comercial, pero de tiendas del “paleolítico”. Allí descubrí la Beijing de entonces. Invito a todos a que se paseen hoy por la calle Wangfujing, o por cualquier calle de cualquier ciudad china: están ya en el futuro, más avanzados que cualquier ciudad de Occidente. Se trata de un futuro rico en muchos aspectos tecnológicos, ciudades que tienen medidas para frenar el cambio climático, con transporte eléctrico, digitalización, aplicaciones de inteligencia artificial. Wangfujing es solo un ejemplo más expresivo del cambio que ha habido en todas las ciudades chinas, en mayor o menor medida, porque yo me he recorrido más de 100 ciudades chinas y en todas se ha dado ese cambio. Y generalmente se piensa en las ciudades, pero el campo también ha cambiado muchísimo. De las aldeas que yo conocí entonces a las aldeas de ahora, en donde los campesinos controlan sus cosechas desde el teléfono móvil, el salto ha sido gigantesco. CH: ¿La China de hoy se explica solo por aquella política de Reforma y Apertura o hay otros factores dentro de su sociedad que nos ayudarían a entender ese otro mundo que es China? MM: Yo creo que se explica, digamos gráficamente, por el cambio que ha habido desde 1978, pero ese cambio tiene sus claves. Y para mí una de las claves fundamentales es la filosofía confuciana, que es una filosofía ética y política, y que es la que ha dirigido y dirige toda la política actual. Curiosamente, entre mis títulos universitarios tengo el de filosofía pura, o sea, puedo hablar con conocimiento. China es otro mundo que se rige por la filosofía confuciana: priorizar lo colectivo sobre lo individual, tener proyectos a largo plazo y trabajar para las próximas generaciones. CH: ¿Una fuente de las divergencias en el mundo de hoy no podría ser el hecho de que en Occidente no se toma en cuenta esa raíz filosófica que hay en la sociedad china y se fija solamente en el sistema político? MM: Yo creo que esa ignorancia es la que lleva a Occidente a no querer conocer ni reconocer la realidad de China. Y para mí hay otras claves. Una de las claves es que el Partido Comunista de China (PCCh) siempre ha tenido claro la frase de Mao: la política en el puesto de mando. Entonces, en China no gobiernan las multinacionales, no gobiernan las grandes empresas chinas, que son multinacionales también. En China gobierna el Gobierno dirigido por el PCCh. Y la otra clave es que China tiene un equipo pensante potentísimo. Hay más de 500 think tanks. Entonces, a nadie se le ocurre en China –como sucede aquí en nuestro paleolítico europeo y occidental– negar el cambio climático porque eso lo estudian. China tiene un equipo pensante fabuloso. Y el tercer elemento para mí clave es la política del largo plazo, que es muy confuciano: trabajamos para las próximas generaciones. CH: Justamente, en su libro La China del siglo XXI, usted recoge una frase que suelen decir los políticos chinos: “Nuestro objetivo no son las próximas elecciones, sino las próximas generaciones”. MM: Exacto, esa es política típicamente confuciana. Porque el confucianismo, que es una filosofía laica, completamente no deísta, cree en la sociedad humana y su desarrollo progresivo a través de las generaciones. Por eso se trabaja y por eso las familias se vuelcan en la educación de sus hijos, y hacen lo que sea para que su hijo pase a la universidad en China. En China se valora la educación. China no tuvo ninguna aristocracia gobernante. Los gobernantes eran los letrados confucianos que pasaban unos exámenes dificilísimos. CH: Cuando hablamos de la Reforma y Apertura, inmediatamente pensamos en Shenzhen, aquella aldea de pescadores que es hoy uno de los mayores centros de innovación digital del mundo. Usted llegó a Shenzhen por primera vez en 1981. ¿Qué papel han cumplido las zonas económicas especiales en este proceso de apertura? MM: Las zonas económicas especiales fueron, en un primer momento, un instrumento de reforma muy profundo. Luego han evolucionado y se ha dado el salto al desarrollo de toda China. Shenzhen es, sin duda, un exponente claro del gran cambio producido en toda China. Shenzhen es la ciudad del futuro. Hace tres meses, enviamos a un grupo de dirigentes españoles en un viaje invitado por el PCCh para conocer China y debatir con dirigentes chinos, y el resumen que hicieron tres de ellos de su visita –que incluyó Shenzhen– fue una frase: hemos visto el futuro. Shenzhen tiene todo el transporte público electrificado. Shenzhen es como el futuro. Pero hoy creo que hay que mirar también a las grandes zonas de desarrollo como la del delta del río La Perla, la zona de mayor desarrollo industrial del mundo, o la de la provincia de Hebei, con las ciudades de Beijing y Tianjin, con su macroconexión viaria y sus grandes centros tecnológicos. CH: ¿Se imagina cómo sería el mundo de hoy si China no hubiera aplicado esa política de Reforma y Apertura? MM: Y yo pongo esa pregunta al revés. ¿Cómo sería hoy el mundo si India, con la misma población que China, hubiera hecho la transformación de China? ¿Cómo sería hoy el mundo si África, con la misma población que China, hubiera hecho la transformación de China? Con esa pregunta al revés todavía se ve todo más claro. Sería otro mundo. Ese es el mundo del futuro hacia el que China quiere impulsar a todos los países, y la Iniciativa de la Franja y la Ruta es una expresión gráfica de ese cambio en la realidad del mundo. CH: Si hoy tuviera la posibilidad de regresar a China, ¿qué le gustaría hacer? MM: Lo tengo clarísimo: tengo el sueño de volver a China a despedirme. Y tiene que ser pronto porque tengo 89 años. Todavía tengo la cabeza lúcida y quiero ir con la cabeza lúcida. Y mi objetivo de ir a China es triple. Primero, saludar al presidente Xi Jinping para felicitarle por su gestión y por los grandes avances de China. Segundo, tener una conversación con el departamento de Europa de la Academia China de Ciencias Sociales para contrastar con sus dirigentes mi convencimiento de que el diálogo entre la civilización occidental y la civilización china se hará más fácil si se aborda desde la filosofía confuciana, por una parte, y desde la filosofía europea de la Ilustración, por la otra. Y tercero, visitar de nuevo el Templo de Confucio en Beijing. Es un sueño que espero pueda hacerse realidad en el tiempo que me queda.
Portada del libro La China del siglo XXI. Portada del libro China ha vuelto para quedarse. Fotos cortesía del entrevistado
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