Por JOHNNY MONTALVO FALCÓN*
“Hace más de 2100 años, Zhang Qian, de la dinastía Han, fue enviado dos veces a Asia Central al frente de misiones de paz y amistad. Sus viajes abrieron las puertas a los contactos amistosos de China con los países centroasiáticos, e inauguraron la Ruta de la Seda que comunicó al Este y el Oeste, a Asia y Europa”. Desde que el presidente de China, Xi Jinping, utilizara estas palabras en 2013 para proponer la creación de la “Franja Económica de la Ruta de la Seda” –un gran corredor económico euroasiático que busca mejorar la conectividad de China con Asia Central y Europa–, se han venido creando instituciones financieras, implementando nuevos acuerdos y mejorando los tratados ya vigentes con los países por donde pasará el nuevo proyecto de interconectividad más grande de la historia, y que hará posible el renacer de la milenaria Ruta de la Seda.
El presidente Xi Jinping ha señalado que para hacer realidad este proyecto –conocido internacionalmente como “Una Franja y Una Ruta”– será necesario, en primer lugar, fortalecer las relaciones políticas entre los Estados por donde pasará la ruta; en segundo lugar, mejorar la conexión vial hasta hacer realidad “una red de comunicaciones y transporte” que enlace Asia Oriental, Asia Occidental y Asia Meridional con Europa (cinturón terrestre), así como la interconexión entre los puertos de China con los del océano Índico, el mar Arábigo y el mar Mediterráneo (ruta marítima); en tercer lugar, liberalizar el comercio y los flujos de inversión entre más de 60 países que representan el 70 % de la población mundial, el 55 % del PIB mundial y el 75 % de las reservas energéticas del planeta; y, por último, reforzar las relaciones de amistad entre los pueblos, con miras a sentar sólidos cimientos para el apoyo público y social en cada país hacia la cooperación regional.
Este proyecto, que es el más grande proyecto de infraestructuras viales terrestre planteado por la administración del presidente Xi Jinping, va aparejado con la propuesta de construir conjuntamente con los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), así como con la India, Pakistán y los países del norte de África, la “Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI”. De este modo, se busca interconectar las costas de China con las del sudeste asiático, las de Oriente Próximo, las del norte de África y las del mar Mediterráneo.
Una ruta de colaboración Cabe destacar que desde 2015 se viene produciendo una interesante discusión en los medios académicos occidentales sobre la revitalización del comercio y las relaciones euroasiáticas, dañadas en los últimos años por las tres amenazas que existen según la administración china: el terrorismo, el separatismo y el extremismo. China propone una ruta de colaboración que permita salir del atraso, del subdesarrollo y de la violencia extremista y separatista a muchas de las economías que se verán beneficiadas por esta nueva ruta comercial. Por esta razón, China viene fortaleciendo las relaciones con sus países vecinos y ha incrementado su presencia entre los países musulmanes de la zona del Asia Central.
La política exterior china valora la cultura árabe y busca tender puentes sin discriminaciones de ningún tipo con aquellos países donde existen otros tipos de regímenes políticos y creencias religiosas, pues aprecia las iniciativas que tienden a fortalecer los estrechos lazos que vienen desde tiempos inmemoriales. Cabe recordar que las caravanas árabes llevaron a Europa los cuatro inventos chinos (la pólvora, la brújula, la imprenta y el papel) y, del mismo modo, los avanzados conocimientos árabes de la Edad Media (la medicina, la cartografía y el álgebra) fueron transmitidos a China a través de la histórica Ruta de la Seda.
Hay que tomar en consideración que para hacer realidad el proyecto de “Una Franja y Una Ruta”, el Gobierno chino no solo está realizando y comprometiéndose a realizar proyectos de infraestructura (construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y gaseoductos) en los países de Asia Central por donde atravesará la Franja Económica de la Ruta de la Seda, sino que también ha logrado un acercamiento a los países de Europa Central y del Este a través del mecanismo “16+1”.
Asimismo, se están concretando financiamientos para la mejora de la red vial y ferroviaria de los países de Europa del Este (se ha planificado un tren de alta velocidad entre Atenas y Budapest), así como la mejora de la infraestructura portuaria de algunos países con costas en el Mediterráneo (la empresa china COSCO controla el 67 % del Puerto del Pireo en Grecia). Ya los trenes con contenedores cargados de productos chinos llegan a las terminales de trenes ubicadas en Hamburgo (Alemania) y Varsovia (Polonia), y pronto podrían llegar a las de los Balcanes. Del mismo modo, se ha incrementado la adquisición de empresas europeas por parte de empresas públicas o privadas chinas. La IED china en Europa superó los 25.000 millones de dólares en 2016. China está invirtiendo ya en la infraestructura europea que hará realidad el proyecto.
“Una Franja y Una Ruta” prioriza las vías ferroviarias ya existentes o promueve la implantación de nuevas vías de gran velocidad. El gran corredor euroasiático que uniría a China con Europa a través de Rusia y Bielorrusia, y/o a través de Afganistán, Irán y Turquía, también se complementaría con otros corredores terrestres que irían de Norte a Sur, como serían los de China (Xinjiang)-Pakistán y el de China (Yunnan)-Myanmar-Bangladesh-India. Estos corredores de norte a sur conectarían zonas del interior de China con las costas del mar Arábigo y del océano Índico aprovechando las vías ya existentes o renovando las antiguas con líneas de alta velocidad. Debe resaltarse que ya existen conexiones regulares de trenes entre China y Europa que terminan en ciudades de Polonia y de Alemania, aunque hay una ruta experimental desde 2014 que une la ciudad china de Yiwu con la europea de Madrid, la cual es la ruta ferroviaria más larga del mundo (13.000 km).
La financiación del proyecto Se necesitarán muchos recursos para hacer realidad el proyecto. Algunos analistas occidentales calculan que implicaría una inversión de más de 21 billones de dólares. Por esta razón y previsoramente, el Gobierno chino creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), con sede en Beijing, que está operativo desde diciembre de 2015 y que cuenta con la participación de más de 60 países. En esta nueva “arquitectura financiera internacional”, que cuenta con un fondo de 100.000 millones de dólares, China tiene el 26 % de las acciones. De otro lado, el Gobierno chino también creó en 2014 el Fondo de la Ruta de la Seda, con fondos provenientes de las reservas de divisas chinas, de la Corporación de Inversión de China, del Banco de Exportación e Importación de China y del Banco de Desarrollo de China, y ha sido dotado de 40.000 millones de dólares. Este fondo ya ha financiado proyectos como el de una represa en Pakistán.
Estos mecanismos de financiamiento de infraestructuras viales terrestres y marítimas, que incluye la construcción o renovación de carreteras, ferrocarriles, terminales de trenes, puertos, aeropuertos y gasoductos, permitirán incrementar la participación de los Estados comprometidos y de las compañías interesadas en las futuras concesiones, ya que el proyecto no solo se sostendrá con financiamiento público, sino también facilitará la participación de los inversionistas privados. Como lo ha señalado en repetidas ocasiones el Gobierno chino: la Nueva Ruta de la Seda seguirá los criterios del mercado.
“Una Franja y Una Ruta” trata de impulsar las conexiones políticas, comerciales, de capitales y de personas entre Asia y Europa. Reconstruir los lazos que históricamente contribuyeron a configurar el mundo actual a través del comercio y el intercambio de ideas, está en la base del proyecto. Del mismo modo, a través de esta iniciativa se busca hacer realidad el sueño chino del “renacimiento de la gran nación china”. Por esta razón, para 2049 (año del centenario de la fundación de la República Popular China) se tiene pensado finalizar la implementación de esta nueva ruta de integración y amistad entre los pueblos.
Entonces, si se lograse la conectividad entre “Una Franja y Una Ruta” y América del Sur, a través del ferrocarril bioceánico entre Perú y Brasil, y si, asimismo, se hiciera realidad el proyecto multimodal entre Rusia y Norteamérica a través del estrecho de Bering, se podría hacer realidad el sentido etimológico de la palabra China como “Imperio del Centro” (中国, zhongguo). Y entonces todos los caminos conducirían a China.
*Johnny Montalvo Falcón es corresponsal de China Hoy en Perú.